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La otra ante el espejo

ROCÍO ROJAS-MARCOS | Sin azúcar, como bien aclara el subtítulo, es el esfuerzo de explicar la posición de una mujer occidental en Marruecos. Eso, así, de sopetón, puede, o debe parecernos casi una osadía, porque cuantas casuísticas diferentes podríamos encontrar para hablar de esa conexión entre todas las mujeres occidentales y todas las situaciones posibles en Marruecos, pero ahí es donde Mireia Estrada ha encontrado la manera de convertir lo personal en universal para que sirva de ejemplo. No pretende poner el punto final a un asunto de estas dimensiones, solamente utilizar sus propias vivencias para que sirvan de hilo conductor, como un modo de interactuar entre estos dos elementos que se presentan.

Esta obra se publicó por primera vez en catalán en 2022 y ahora lo recibimos traducido por María Rosich, en una edición que además viene acompañada de un prólogo firmado por la escritora Karima Ziali. Un texto íntimo y reflexivo a un mismo tiempo, pues las páginas de Mireia Estrada nos llevan de la mano por unas líneas de pensamiento acerca de la identidad, de los límites de esta, de su existencia y su difuminación. Reflexiona sobre el significado último de nosotros, de vosotros o del otro a partir de escenas e historias familiares en las que toman cuerpo los presupuestos sociales para convertirse o desaparecer en las personas que los encarnan. Para esto, la autora se vale de una narradora en segunda persona a la que tenemos que acostumbrarnos a escuchar. La propia Mireia Estrada hablándose a sí misma, narradora surgida de sus pensamientos, que como Pepito Grillo se susurra constantemente para recordarse dónde está y quién es con todas sus complejidades y todos sus ángulos en sombra.

Antes de comenzar la narración la autora plantea las preguntas necesarias para dar forma a lo que va a venir a continuación. ¿Cómo mirar? ¿Cómo tolerar la mirada del otro? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a representar el papel que el otro nos asigna, lo que se espera de nosotros? Son alguna de esas preguntas necesarias que la propia autora se fue haciendo durante casi veinte años. Tiempo este que lleva casada con Momo, un hombre marroquí, tiempo este en el que ha ido creando un vínculo con su familia política, unos lazos que fueron naciendo desde el desconocimiento absoluto de las normas de convivencia ajenas, hasta el afecto más sincero por cada uno de los miembros de la familia. Estructura piramidal en la que sus suegros, Mui Jadiya y Sidi Mustafa ocupan la cúspide desde la que han formado una familia unida en la que hay amor y disciplina, libertad y educación a partes iguales para todos sus miembros sin diferencia de género. Entonces, Mireia, como observadora privilegiada de esa vida, nos ofrece ahora su relato de todo lo que ha conocido en ese tiempo, las anécdotas vividas y sobrevividas, las penas compartidas en torno a un té muy dulce que ella prefiere sin azúcar, o los momentos en los que el desconcierto ante la situación ha terminado para ella convirtiéndose en un ejemplo de ese ejercicio constante de aprendizaje que han sido los años de su vida compartía con Momo. Valga de ejemplo la escena de los interminables saludos cuando te encuentras con alguien a quien hace tiempo que nos ves, o la suma imposible de personas que caben en un coche para ir a una boda. Contadas casi como pequeños sainetes en los que la protagonista se mira desde fuera en ese tú que controla el texto, pero que se convierten en un modo riquísimo de ilustrar la reflexión principal de Estrada en todas esas páginas, ella es la otra, a ver qué pasa entonces y que ha pasado durante más de veinte años en los que ha ido aprendiendo a ser esa otra mientras se enfrentaba a dilemas cotidianos… o no tanto.

Sin azúcar. Una mujer occidental en Marruecos (Cuatro Lunas, 2024) | Mireia Estrada | 184 páginas | 18 euros | Traducción de María Rosich

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