ALEJANDRO LUQUE | El boom del aforismo vivido en los últimos años, el mismo que se ha ido desinflando de manera natural, había albergado a una desproporcionada masa de autores atraídos por su aparente sencillez, que creían que el género no era sino una acumulación de versos huérfanos o de ocurrencias más o menos chispeantes. No lo digo por usted, querido amigo. Tampoco por usted, compañera.
De hecho, creo que esa masificación nos ha enseñado a todos –al menos a todos los que quieran verlo– que se trata de una disciplina muy exigente, que marca la diferencia entre quienes tienen algo que decir y quienes –como señalaba Borges– “no tienen nada que decir y, además, lo dicen”.
Ramón Andrés tiene cosas que decir. Además de ser poeta notable, ha escrito mucho y bien sobre música, y es autor, entre otros, de un libro de reflexiones en torno al extendido fenómeno del suicidio. Tras publicar tres libros de aforismos (Los extremos, Puntos de fuga y Malas raíces) vuelve a este terreno con Caminos de intemperie donde al mismo tiempo indaga en sí mismo y analiza el mundo en que vivimos con enorme agudeza.
Un mundo en el que, como él mismo propone con elocuentes mayúsculas, “el Progreso es el premio de consolación de los ansiosos”, y en el que, frente al furor productivo que nos arrastra, deberíamos “conseguir una forma de hacer que no produzca, que no genere”. Un mundo que, en tiempos de afirmaciones categóricas en Twitter, necesita de la curiosidad y de la sana duda, porque “El convencido es un perro guardián atado a sus convicciones”.
Para Ramón Andrés, el diagnóstico es muy claro: la mayor parte de nuestros males viene de la desmemoria, del desprecio a los saberes ancestrales, de la renuncia a unos valores que podríamos llamar europeos, pero que cada vez son más difíciles de encontrar en Europa –pero que, y esta es la buena noticia, todavía perduran en milagrosos reductos.
Imposible no recordar ciertas campañas políticas de notable éxito al leer “La libertad es un bulo. Es perentorio ser libres sin ella”, o reconocer las debilidades de nuestro sistema en un párrafo tan demoledor como el que sigue: “Las dictaduras del futuro consistirán en darnos la razón, la razón en todo. Viviremos atrapados, todavía más, en la convicción personal, en nuestra visión única, contentos en la jaula de la opinión propia. Antes de la llegada de este régimen, las democracias ya habrán supuesto un primer paso”.
Lecturas muy bien espigadas (Chateaubriand, Wittgenstein, Iris Murdoch, Rilke…) y recuerdos muestran asimismo un perfil muy personal del autor pamplonés, que pasa por la desenfadada impugnación de los clásicos –“Conócete a ti mismo, pero hasta cierto punto”– pero también por el autorretrato, sin eludir conflictos familiares: “Pertenezco a una familia de jueces. Casi ninguno me absuelve”.
Dar poesía a la tarea de pensar, sugiere Ramón Andrés, y eso es lo que hace en este volumen un paradigma para aforistas, un buen ramillete de pensamientos expresados con precisión, pero que no se agotan en sí mismos, sino que podrían crecer como la levadura al contacto con esa sustancia que es el pensamiento del lector. Algo necesario para evitar que el género se abarate con materiales de ínfima calidad, y no lo digo por usted, querido amigo. Tampoco por usted, compañera.
Caminos de intemperie (Galaxia Gutenberg, 2022) |Ramón Andrés | 120 páginas | 14.50 euros
Es una maravilla este libro. Especialmente como Ramón no sucumbe a la tentación de la ocurrencia, del juego de palabras…tan frecuente en el mundo de la poesía y del aforismo