EDUARDO CRUZ ACILLONA | “Confundir la verdad en la vida con la verdad en la literatura llama a tratar la literatura con rigor científico; un fallo al que muchos autores recurren, y que convierte a la literatura en un placebo incapaz de traspasar las candilejas de la vida cotidiana”.
Este párrafo, contundente y preciso, se cuela a modo de declaración de principios por entre las páginas de La vida secreta de Roberto Bolaño, última propuesta narrativa de Montero Glez que, si vuelve a sorprender con la forma (un conjunto de relatos interconectados con espíritu de novela), no así con el fondo, donde su exquisito estilo, su original prosa y su visión de la vida y de la literatura vuelven a aparecer con placentera fuerza en esta nueva publicación.
Porque ya en otros títulos anteriores, y seguramente la mayor referencia al respecto sea Pistola y cuchillo (El Aleph Editores, 2010), el autor torcía los renglones lineales de la realidad e impregnaba de ficción una biografía, una vida, la de Camarón de la Isla, y un paisaje tan terrenal y nada ficticio como la Venta de Vargas, en San Fernando (Cádiz).
Así, en esta ocasión, recurre a su amistad con el autor marroquí Mohammed Chukri para poner en boca de este las historias que un día sucedieron en las calles de Tánger o en el imaginario universal, de otro autor, en este caso estadounidense, como William Burroughs (“El álgebra de la necesidad”). Recurre a sus encuentros con el cantaor Agujetas para, a partir de la inspiración del cuadro que de él realizó Ouka Lele, construir / rememorar la historia de su padre, un guardagujas de quien heredó el mote, recreando una escena tabernaria marca de la casa (“La camisa del Agujetas”).
También se desplaza a París, al apartamento de su amigo Ceesepe, en el momento en el Miquel Barceló va a pintar el famoso retrato de Enrique Vila – Matas (“El hijo bastardo de Hemingway”) o conversa con Juan Marsé, su admirado novelista, para descubrir los nexos de unión entre ambos y el pintor Luis Claramunt (“El pintor bilingüe”), para terminar en “Doppelgärger” contando lo que ya anunciaba en el título, la vida secreta de Roberto Bolaño en un juego metaliterario de gran altura y originalidad que hará las delicias tanto de los admiradores como de los detractores del autor chileno.
En el fondo, experiencias vitales, muescas en el calendario de un autor como Montero Glez, que siempre apuesta al todo o nada, que se deja el aliento en cada frase y que construye con sudor y conocimiento, con pulso de relojero y fuerza de estibador, un nuevo homenaje a la literatura, a esa otra realidad que es la vida narrada, donde el dato y la metáfora retozan sin pudor, donde la memoria y el deseo conviven en feliz armonía como pareja de hecho.
Este racimo de cuentos y de cuentas pendientes con su pasado se interrumpen unos a otros, algunos personajes saltan de un título a otro y los paisajes se compenetran, difuminando las fronteras entre Madrid y París, entre Barcelona y Tánger, dotando a todo el conjunto de la obra de una unidad que va más allá incluso de la novela.
La vida secreta de Roberto Bolaño vuelve a confirmar a Montero Glez como uno de nuestros más destacados autores, capaz de sorprender en cada nueva entrega porque estas, todas y cada una de esas entregas, son parte fundamental e indisoluble de su autobiografía:
“…me di cuenta de que en la vida yo no iba a ser otra cosa que lo que soy ahora, un escritor que se comporta como un personaje creado por otro, y que sólo existe en la realidad de la literatura”.
La vida secreta de Roberto Bolaño (Navona Editorial, 2023) | Montero Glez | 140 págs. | 24€