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La traducción como otra forma de escribir poesía

VICTORIA LEÓN | Quienes hemos tenido en Luis Alberto de Cuenca a un maestro en el arte de escribir y traducir poesía al que debemos una inmensa parte de lo que hayamos sido capaces de aprender de ese mester, sabemos bien que en su obra las dos facetas son prácticamente indisolubles. Muchas de sus versiones de poetas de múltiples lenguas son auténticos poemas del madrileño, del mismo modo que sus libros de poesía están tachonados de versiones explícitas o implícitas de Calímaco, Propercio, Catulo, Guillermo de Aquitania, Shakespeare, Goethe o Victor Hugo solo por nombrar algunos hitos en un casi infinito sucederse de universales literarios que trasciende a cada nombre propio. El conjunto de esa obra lo convierte, tanto en su papel de traductor o intermediario cultural como en el de poeta, en una de las figuras más importantes y enriquecedoras de su generación, pero no creo estar descubriendo nada nuevo al afirmarlo. Si lo antepongo a la noticia de esta versión suya de veinte poemas de Constantino Cavafis que acaba de editar Reino de Cordelia en uno de sus  inconfundibles libros ilustrados, es porque merece ser leída y disfrutada precisamente desde esa desvaída frontera entre la creación y la traducción que viene a dar la vuelta al consabido (e injusto) adagio italiano en toda verdadera traducción poética.

Cavafis, el gran poeta alejandrino (1863 – 1933) ha sido uno de los poetas extranjeros del pasado siglo con más fortuna editorial por calidad y cantidad en nuestra lengua, así como el poeta en griego moderno de influencia más universal en la literatura contemporánea. Pero en pocas de esas numerosas versiones anteriores este puñado de poemas seleccionados por el traductor consigue emocionar de un modo tan intenso. Más allá del oficio y la maestría, es la intensidad con que el poeta que traduce parece haberlos sentido en carne propia al traducirlos lo que deslumbra en su lectura. En la belleza serena de “Los caballos de Aquiles”. En la dolorida mirada hacia la vida de quien se siente envejecer en “Velas”. En el ajuste de cuentas con el infierno de los otros que hallamos en “Voces”.

Por medio de alejandrinos, endecasílabos y eneasílabos, la lengua fluye con naturalidad de conversación tanto en el cauce de los poemas históricos (especialmente conmovedor resulta “El dios abandona a Antonio”) como en el los epigramas más íntimos. No faltan en la colección los poemas más conocidos y canónicos de Cavafis, como ese “Esperando a los bárbaros” tantas veces glosado y siempre de actualidad en nuestra, al parecer, interminable decadencia. El propio De Cuenca lo había traducido anteriormente y ya se había publicado en edición exenta en la misma editorial en 2016. O como “Ítaca”, ese poema que todos nos hemos recitado mentalmente alguna vez (“Si vas a emprender viaje rumbo a Ítaca, / pide que tu camino sea largo”), pues encierra el secreto de la odisea común de toda vida y su largo y difícil llegar a ser quienes somos en las procelosas aguas del valor y de la cobardía: “Nunca hallarás Lestrígones ni Cíclopes, / ni al fiero Posidón, si no los llevas / dentro, muy dentro de tu propia alma”.

Pero preferimos por su efecto sorpresa las versiones de otros menos conocidos, como “Mar matinal”, “Cuando surjan” o “Desde las nueve”, tres inolvidables variaciones de un tempus fugit que casi oímos caer como arena de reloj a medida que vamos volviendo las páginas del volumen. Al igual que “Melancolía de Jasón, hijo de Cleandro, poeta de Comagene (595 d. C.)”: “La vejez de mi cuerpo es una herida / de terrible puñal. No me resigno. / A ti acudo, Poesía […] y haz que me olvide de mi triste llaga, / aunque sea tan solo por un rato”.

Acabamos el libro con la convicción de que solo podemos traducir de verdad aquellos poemas que sentimos como propios. Luis Alberto de Cuenca ha sentido de esa forma estos veinte poemas de Cavafis que él ha hecho aún más humanos, emocionantes y universales, demostrando así la grandeza que es capaz de alcanzar la traducción cuando un poeta la cultiva como otra forma de escribir poesía. Y quién sabe si tal vez la más auténtica.

Reseña remitida con anterioridad al diario Clarín.

Ítaca y otros poemas (Reino de Cordelia, 2020) | Constantino Cavafis | Traducción: Luis Alberto de Cuenca | 72 págs. | 9,95€

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