“¿Se repite la historia, la primera vez como tragedia, la segunda vez como farsa? No, eso es un proceso demasiado grandioso, demasiado meditado. La historia simplemente eructa, y volvemos a notar el sabor del sándwich de cebolla cruda que se tragó hace siglos.” (Julian Barnes, Una historia del mundo en diez capítulos y medio)
REBECA GARCÍA NIETO | La historia del mundo según san Barnes ocupa diez capítulos y medio, empieza con el arca de Noé y se prolonga a través de diversos naufragios (algunos tan sonados como el de la fragata Méduse, inmortalizado en La balsa de la Medusa, de Géricault). La historia –secreta- del mundo que cuenta Gavilanes, aunque empieza con otro diluvio (tras el nacimiento del suelo, llueve por primera vez en la zona que algún día será el valle del Ganges), consta de bastantes más capítulos, o microrrelatos, según se mire, y está hecha de historias mínimas, aparentemente insignificantes.
A lo largo de los microrrelatos que forman esta Historia secreta, nos encontramos con personajes conocidos, como Hölderlin, Pushkin, Melville, Conrad o Chéjov, que protagonizan momentos insustanciales en apariencia: “los dedos de Hölderlin pulsan teclas que no suenan” con las largas uñas que no quería cortarse; Pushkin recuerda una historia que le contaba la criada de su abuelo; Chéjov camina por Moscú. Junto a estos gigantes aparecen también muchas “vidas minúsculas”, que diría el gran Pierre Michon, seres prácticamente inapreciables, sustraídos de la nada por obra y gracia de la pluma de Gavilanes, como Teresa Guiccioli, supuesta amante de Lord Byron, o Elizabeth Hodgson Darwin, sobrina nieta de Darwin, cuyas ideas campaban en dirección contraria a las de su tío abuelo, ya que pensaba que “el mono procede del hombre” y que todo, incluido el polvo, tendía a la consciencia: “Polvo, hombre eres y en hombre te convertirás”.
Este tipo de reflexiones sobre los asuntos que han preocupado al ser humano desde el principio de los tiempos (el espíritu, la materia, el alma, el karma…) acompañan los distintos episodios históricos por los que transita el libro: las invasiones bárbaras, el asedio de Alepo, la Primera Cruzada o, más recientemente, la Guerra de los Cristeros, la Guerra Civil, Stalingrado… Muertos y más muertos (algunos de ellos por partida doble, como el cadáver de Cromwell, que, como se nos cuenta en “Paradoja”, fue desenterrado para ser ahorcado y decapitado, demostrando que hay muerte después de la muerte) desfilan por esta Historia secreta del mundo. Como apuntaba Barnes, la historia parece engullir cadáveres que luego regurgita… Pero que nadie se asuste. Pese al gran número de cuerpos que yacen en las cunetas del tiempo, el libro de Gavilanes es de una belleza insólita. De hecho, en mi opinión, ése es su mayor mérito: el ser capaz de extraer algo bello hasta de los momentos más lúgubres. Así, en “Más allá de la muerte” cuenta que los huesos de Madame Curie “siguen emitiendo luz debajo de la tierra, en la oscuridad, como una estrella moribunda”; en “La estepa”, dentro del agonizante Pushkin dos caballos que arrastran un trineo se pierden sin prisa en un paisaje nevado; o el alma del enajenado Hölderlin se muestra como “un estornino encerrado en una habitación sin puertas ni ventanas, y que vuela completamente a oscuras, golpeándose una vez tras otra contra las paredes”.
No obstante, Gavilanes no sólo se las ingenia para captar la belleza en momentos tan dramáticos. De hecho, lo bonito del mundo, parece decir el escritor, está en los detalles: “El contraste entre el vientre blanco de las grullas y el fondo negro de las nubes es de una belleza inesperada, oculta (…) El mundo es un secreto a la vista de todos”. Cierto. Pero hay que saber mirarlo con los ojos de los grandes escritores, como es el caso del autor madrileño. El título de esta reseña, la trascendencia de lo insignificante, es aplicable también a la propia historia de este libro, que había pasado prácticamente desapercibido, quizá por haber sido publicado en una editorial que hace honor a su nombre, hasta que recientemente se alzó con el Premio Setenil. Bienvenido sea el galardón que ha servido para descubrirnos un libro magnífico, de belleza oculta, aunque estuviese a la vista de todos. Una auténtica maravilla.
Historia secreta del mundo (La Discreta, 2015), de Emilio Gavilanes | 248 páginas | 15 € | Premio Setenil 2015
Enhorabuena por la reseña, Rebeca. Lo buscaré. De momento, en FNAC no saben ni lo que es.
Muchas gracias!! La verdad es que está pasando muy desapercibido. Y eso que ha ganado el Setenil. En fin.
Eso habla de lo que es la FNAC como sitio para ir a comprar libros.
El Aleph, La buena Vida, Antonio Machado, Casa del Libro, Mendez, Lé…, librerías de Madrid que sí conocen a Emilo Gavilanes y a la obra ganadora del último Setenil al Mejor Libro de Relatos Publicado en España 2015