JOSÉ GARCÍA OBRERO | Si el confinamiento tuvo algún aspecto positivo a destacar, este fue el de obligarnos a parar e invitarnos a la reflexión, porque solo así pudimos escuchar el eco de las preguntas que nunca debimos dejar de formularnos. Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, 1961) contempló desde el balcón las calles vacías y los semáforos parpadeantes; atendió y buscó más allá de los aplausos y el bombardeo informativo; entendió, y lo hizo pese a la crispación política cada vez más exaltada; y esa claridad le condujo a las raíces de la esencia. El resultado es Notas sobre el silencio, un ensayo organizado a modo de diario entre los días 15 de marzo y 22 de junio de 2020, un tiempo que a todos nos ha marcado a fuego y que supuso “un mal sueño, como un falso apocalipsis contemporáneo”, en palabras del autor. En este episodio, del que aún no hemos salido, se desarrolló tal vez la amenaza más seria a la que hemos enfrentado como especie, pero también su reverso: la celebración de una naturaleza en rebelión tras haber sido arrinconada, como evidenciaba el vuelo esperanzador de los pájaros (“La naturaleza de pronto ha comenzado a hablar. Nos indica que las generaciones venideras podrán seguir disfrutando de ella”, escribe).
Sánchez Menéndez, que además de ensayista es autor de varios libros de poesía y aforismos, se vale de estos géneros para plasmar sus ideas con el silencio como epicentro, pero también como impulso y destino; cada meditación desemboca en una sentencia que eleva y redimensiona sus infinitos significados. A lo largo de estas páginas, el silencio es definido como “la mayor expresión de libertad”, “el inicio”, “el instinto de supervivencia”, “lo sagrado”, “nuestra nueva primavera” o “la semilla de la vida”. Aunque, suspendida la prisa también en sus líneas, el jugo se exprime en el itinerario que conduce a las conclusiones; en los razonamientos en que se articula cada nota. Así, el autor nos habla de las interferencias, cada vez más intensas y ruidosas, que han acabado distorsionándonos como individuos y comunidad, hasta el punto de crear un modelo de sociedad que desorienta y anula y, que, finalmente, supone una amenaza también para nuestro entorno. Una confusión que atribuye a la velocidad de las nuevas tecnologías, a la desinformación, a las artimañas del poder, al aislamiento provocado por la falta de diálogo con el otro; un cúmulo de cuestiones que acaban por provocarnos una disfunción crónica a la hora de defender nuestro criterio propio (“Hay que tener muy claro que queremos o debemos salir de la caverna, tal vez en ella las sombras sean nuestra única esperanza”, afirma aludiendo al mito de Platón). Y es que Sánchez Menéndez no camina solo, se apoya en los clásicos de la filosofía, la literatura y el arte, al tiempo que rehúye de los espejismos que puedan ocultarse tras las etiquetas de la actualidad. Por sus páginas desfilan, entre otros, Aristóteles, Ovidio, Apuleyo, Hegel, Avicena o Heráclito, además de Cervantes, a cuyo El Quijote acude en repetidas ocasiones a lo largo de las notas, pues considera que “una persona cambia cuando lee un libro, un buen libro” y El Quijote “es el lenguaje de la bondad”.
Notas sobre el silencio es un grito que nace, aunque parezca contradictorio, desde la serenidad y el recogimiento, en la profundidad de unas reflexiones que le llevan a concluir que “Solo el silencio nos libera”. Un grito mudo que busca sacudir la conciencia del lector.
Reseña publicada anteriormente en Cuadernos del Sur.
Notas sobre el silencio (La Isla de Siltolá, 2020) | Javier Sánchez Menéndez | 164 páginas | 9.50 euros