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Las matemáticas del poeta

MANUEL MACHUCA | Tengo mi propia teoría acerca de la dificultad que tienen algunos poetas de construir novelas que no acaben por caerse. Soy consciente de que hay autores y autoras capaces de tocar todos los palos (literarios), pero para mí es inevitable, y lo confieso, pensar cuando leo prosa escrita por poetas que en cualquier momento la estructura de la historia acabará por derrumbarse, aunque, y esto también forma parte de mi prejuiciosa confesión, también aspiro a hallar imágenes luminosas que me sorprendan y me conmuevan

Siempre espero encontrar una buena arquitectura en una novela. Una trama bien diseñada y sostenida a lo largo de las páginas, sólida y verosímil, por muy loco que sea el planteamiento; un edificio de buenos cimientos que a veces es poco valorado, y que se sostiene gracias al concienzudo y solitario trabajo del novelista. Sin embargo, he de reconocer que cuando a la solidez se le añade la belleza, el resultado no puede ser otro que redondo, o al menos cercano a esa redondez que encarna la forma de nuestro castigado planeta.

La geometría del tiempo, la última novela publicada por la incombustible e hiperactiva escritora Lola Almeyda, poeta reconocida y recientemente cuasi premiada novelista, me ha suscitado unos sentimientos parecidos a los que acabo de relatar. Su sólida estructura, con nueve capítulos sobre cinco mujeres unidas en torno al tren y a la migración, y la belleza de sus imágenes literarias me han proporcionado una lectura firme y bella a un tiempo. Nueve capítulos escritos con trazo de compás, en sus acepciones de herramienta matemática y de ritmo o cadencia musical, cinco historias, aunque en realidad quizás solo sean tres, en torno a la migración en la Andalucía de los años 60 del siglo pasado, desde esa España rural que se vaciaba, y continúa vaciándose gracias al capitalismo extractivo, a esa otra España que vacía, que continúa vaciando sin piedad, esa España dura y clasista, acultural y obsesionada por el dinero y el poder como patrias únicas sobre las que izar la bandera que nos arrojan.

Una buena novela es una buena historia que cuenta muchas historias, y esta lo es. Sin duda, es un fresco de esa migración que convierte la Andalucía rural en un desierto y que dona la sangre de sus hijos e hijas para saciar la sed infinita de los Eldorado de la época: Europa Central, Barcelona, Madrid, Bilbao… Y también es una nítida representación de lo que significaba ser mujer en una época. Historias de mujeres que, a veces con intención, y la mayoría de las veces sin ella, se ven obligadas a salir de ellas mismas y del papel que les asigna la sociedad, esto es, no ser nada salvo para el beneficio y la utilidad de otros, los hombres: material reproductivo fungible, instrumentos de gozo, criadoras de familias… Seres que solo tienen sentido de existir al servicio de las necesidades de los hombres. Un ejemplo diáfano de esto es la frase que una de las protagonistas, Mariana, pronuncia ante el marido que la acaba de abandonar:

¿Para quién crees que puedo vivir ahora?

La nueva novela de Almeyda es una obra de mujeres que deben salir del papel que les ha asignado la sociedad para asumir su propio destino, para dibujarlo sin la participación de quienes creían estar en el derecho de señalarles el camino. Pero también lo es de hombres. De hombres cuyo poder es la fuerza o el dinero, de españolitos que en cuanto gozan de algo parecido al triunfo, pobres ellos, tratan de borrar su pasado, de afeitarse el vello de la dehesa (sin láser, de ahí que deban estar todo el tiempo reafirmándose en sus actos) tal y como desde tiempos inmemoriales lo hacían los aspirantes a cristianos viejos, deseosos de enterrar la mierda propia que les hizo llegar a lo que eran. Y también es una historia de geometrías, de triángulos como representan diferentes personajes de nombres intencionadamente parecidos: María, Marina y Mariana; María, Luisa y Manuela. Y de otros triángulos como los que representan la tierra que se abandona, la sierra minera de Huelva, Eldorado migratorio y el tren que los une en ese correlato que tan bien representa ese otro viaje, el interior, que narra la novela. Aunque…

Hay gente que se queda siempre en los lugares que abandona.

Y es que el fracaso transforma muchas veces el lugar de huida en otro Eldorado como refugio para curar las heridas.

La geometría del tiempo, última novela de la autora sotieleña, curiosamente fue la primera novela que escribió, y que ha publicado después de cumplir setenta y cinco años. Ha tardado tanto tiempo, dice la escritora, por respeto a los personajes y a la historia, y para ello ha sufrido, como la novela, idas y venidas, cambios y reestructuraciones hasta llegar a su estación termini. Un viaje que, sin duda, ha merecido la pena.

La geometría del tiempo (Editorial Bucéfalo, 2023) | María Dolores Almeyda|314 páginas| 24,00 € |

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