CARLOS FRONTERA | Que Dino Buzzati bebía los vientos por Kafka es algo que no se le escapa a nadie —a nadie que los haya leído, claro—. La influencia del de Praga es más que notoria en la obra del italiano. Lo cual no es ni malo ni bueno. ¿En qué escritor no ha influido Kafka se quiera o no, aunque sea de refilón, tangencialmente, de oídas? Siete plantas, el libro que nos convoca, es quizá una de las piezas de Buzzati en la que se hace más evidente ese influjo, rezuma El proceso por todos los poros de sus letras, condimentado con cuarto y mitad de La divina comedia, de Dante Alighieri.
Siete plantas se publicó por primera vez en la revista La Lettura en 1937, más tarde pasaría a formar parte del libro Los siete mensajeros (1942) y más tarde aún se incluiría en las antologías Sesenta relatos (1958) y La boutique del misterio (1968). Siete plantas es un cuento, no lo había dicho todavía. Algo hay que concederle a Dino Buzzati: no es lo mismo publicarlo en 1937, 12 años después de que viese la luz El proceso de Franz Kafka, que hacerlo en el siglo que hace el equis equis palito. Quiero decir: los lectores de 2018 estamos más maleados, hemos leído el ciento y la madre de libros basados/inspirados/influenciados por la obra de Kafka; no es lo mismo, no debía de ser para nada lo mismo para un lector de pongamos 1930. Con esto quiero decir que hay un valor añadido, o al menos así lo intuyo, en las primeras veces. Uno es más condescendiente con las primeras veces, a las primeras veces se les perdona torpezas, precipitaciones e incluso imitaciones que luego no.
Un lector del siglo que hace el equis equis palito, decía, que haya leído a Kafka y a Dante, adivina o presupone enseguida lo que sucederá en Siete plantas, pero es algo que a Dino Buzzati se le perdona. Primero, por eso de las primeras veces; y segundo, porque Siete plantas es un cuentazo, un verdadero cuentazo que da gusto leer se adivine o no lo que vendrá a continuación. Siete plantas narra las desventuras de Giuseppe Corte, que acude a una famosa clínica aquejado de una enfermedad que se trataba exclusivamente allí y de la que sólo sabemos que le provocaba algo de fiebre. La clínica tiene siete plantas. «Los enfermos eran distribuidos en una u otra planta según la gravedad. La séptima, o sea la última, era para los casos más leves. La sexta estaba destinada a pacientes menos graves, pero a los que no se podía descuidar. En la quinta se trataban las afecciones más serias, y así sucesivamente, planta por planta. En la segunda estaban los enfermos muy graves. En la primera, los desahuciados».
Pues bien, el bueno de Giuseppe ingresa en la planta siete tras una revisión rutinaria y poco a poco se ve envuelto en un pifostio burocrático de favores, malentendidos y un algo turbio que se presiente de fondo, que le lleva a descender de planta en planta, sin entender del todo el motivo ni las intenciones. El lenguaje empleado por Dino Buzzati es sobrio, directo, seco, en consonancia con la atmósfera que se respira en la clínica y con el trato en apariencia amable pero también cortante que le dispensan los médicos y enfermeros al protagonista. En ese sentido, no hay concesiones para el lector, que siente el mismo agobio y confusión que sufre Giuseppe. El cuento encierra una crítica nada velada al sistema médico y al modo frío, protocolario, inhumano, con que tratan a los pacientes ante la enfermedad y la muerte. Italia, 1937. Aunque no sólo Italia, 1937. El siglo que hace el equis equis palito tampoco se libra de.
La edición viene acompañada de las ilustraciones de Juan Berrio, un dibujante del que he leído recientemente su cómic Siete sitios sin ti —reparo ahora en la coincidencia del siete— y que es capaz de reflejar en tan sólo unos trazos la soledad, la melancolía, la tristeza, con una enorme sutileza y sensibilidad. Las ilustraciones de Siete plantas dejan traslucir el abatimiento de Giuseppe, su descenso a los infiernos, así como el ambiente opresor e impersonal de la clínica en la que ingresa.
En suma, un acierto de la editorial Nórdica el rescate de Siete plantas de Dino Buzzati, aderezado con las ilustraciones de Juan Berrio.
Siete plantas (Nórdica, 2018), de Dino Buzzati | 64 páginas | 15 euros | Ilustraciones de Juan Berrio | Traducción de Miguel Ángel Cuevas