0

Lo bueno si breve

el-idioma-materno

 

El idioma materno

Fabio Morábito

Sexto Piso, 2014

ISBN: 978-84-15601-73-9

184 páginas

16 €

 

 

 

Antonio Rivero Taravillo 

Un libro de poemas no debería contener solo vagidos sentimentales, lo mismo que una novela no debería limitarse a narrar de forma más o menos ágil unos hechos. Ambos –la novela, el libro de poemas– ganan si la ficción incluye el lirismo, si los versos cuentan una historia o trascienden una anécdota de la que parten hasta buscar el universal. Un ensayo, igualmente, puede caer en una prosa académica para la que es necesario el Omeprazol; mejor es que tenga la concisión del poema, el trabajo de la prosa cuidada. Los textos que componen El idioma materno de Fabio Morábito son de diversa naturaleza a pesar de su idéntica extensión (página y media) y, juntos, componen un libro delicioso en el que hay un poco de todos los géneros arriba mencionados, más el memorialístico. Es un libro híbrido y brillante, como una orquídea.

La lengua en la que dijo sus primeras palabras Morábito era el italiano (solo empezó a expresarse en español cuando siendo él apenas un adolescente su familia se trasladó a México). Hoy es reputado narrador y traductor (magnífica su edición bilingüe de Montale), pero sobre todo poeta; un poeta lento (cuando se dedica a un género deja plantados a los demás) y magnífico (compruébelo quien lo dude su reciente Delante de un prado una vaca).

El libro va entrelazando temas y asuntos, y hasta algunos personajes: por qué y cómo se escribe, el subrayar las páginas, Kafka… El humor tierno atempera mucho de los dicho, y se manifiesta como otra faceta más de la inteligencia. Pero predomina la reflexión sobre los vericuetos del lenguaje oral o escrito y hasta el gestual, y también los entresijos de la creación, con ideas tan acertadas como esta: “Sólo debería escribirse para paliar alguna carencia de lectura. Ahí donde advertimos un hueco en nuestra biblioteca, a falta de cierto libro en particular, se justifica que tomemos la pluma para, de la manera más decorosa posible, escribirlo nosotros.”

Sin ser en ello excepción, pero muy señaladamente, los autores mexicanos han elevado el texto corto, mezcla de cuento y crónica, artículo, columna o microensayo, a la categoría de obra de arte. Pienso en páginas de Roberto Bolaño (en realidad chileno, pero con muchos años de residencia en el país), Guillermo Sheridan, y en la novedad editorial de Juan Villoro ¿Hay vida en la tierra? Fabio Morábito nos ha entregado uno de estos libros apasionantes. Lo demuestran, por ejemplo, “El justificante perfecto”, sobre la dificultad de un escritor verdadero, literario, al redactar una nota banal, prosa diaria; o “Surcos”, toda una lección de cómo el escritor ha de rehuir el acomodo, lo fácil.

admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *