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Los eslabones entre generaciones han de romperse cada poco tiempo

ALFONSO GARCÍA-VILLALBA | Es en El mito de la belleza donde Naomi Wolf apunta la frase que da título a este texto: “Los eslabones entre generaciones han de romperse cada poco tiempo”. Tal afirmación es un credo que comparten románticos, dadaístas o situacionistas (por poner algunos ejemplos). El movimiento punk también, como ya expusiera Greil Marcus en el ensayo Rastros de carmín. Una historia secreta del siglo XX, volumen en el que incluía (en la nómina de rupturistas con la tradición) a los ya mencionados situacionistas y dadaístas (e incluso algunas herejías medievales). El punk es, como no (y siguiendo la línea anterior), ruptura: fractura con la tradición, con el orden.

A lo largo de esta historia sobre mujeres dentro del punk aparecen toda una serie de nombres que han ido configurando la evolución de este movimiento no solamente musical. Kathleen Hanna, cantante de Bikini Kill y Le Tigre, es uno de esos rostros que definen el dramatis personae que La venganza de las punks compone, un libro que (por momentos) seduce y que (en algunas de sus páginas) desanima debido, tal vez, a la elección de algunas figuras que poco tienen que ver con el punk (tal sería el caso de la cantante indonesia Kartika Jahja que, por estética y sonido, está lejos de las sonoridades propias del punk o el postpunk, que también tendría cabida aquí). Sin embargo, la figura de Kathleen Hanna adquiere en estas páginas brillo y resonancia y aparece dibujada como una verdadera agitadora y activista cultural (tal y como se puede comprobar también en el documental en torno a su persona: The Punk Singer de Sini Anderson). La autora, Vivien Goldman, acierta a la hora de presentarnos a la mujer que acuñó el concepto del Girl Power (y que luego usurparían y reblandecerían las Spice Girls) o que, en una noche de borrachera, fuera ella quien inventara para Kurt Cobain ese título (entre lo revolucionario y lo publicitario) que fue “Smell like teen spirit” en la discografía de Nirvana (cuatro palabras que regaló al cantante de la banda de Seattle). Así que la sombra de Kathleen Hanna es más alargada de lo que se pueda pensar en un primer momento: ya sea en la historia del pop o dentro de las páginas de este libro donde es modelo/ejemplo/icono (y no solamente para el movimiento Riot Grrrl sino para nuevas generaciones de mujeres y hombres dentro de la música popular).

Vivien Goldman consigue, a lo largo de más de doscientas páginas, acercar al lector un punk hecho (casi) exclusivamente por mujeres y donde destacan los nombres de bandas como The Raincoats, The Slits, ESG, Bush Tetras, Au Pairs o Lizzy Mercier Descloux, sin olvidar grupos más recientes como Skinny Girl Diet o Big Joanie (no sería arriesgado afirmar que Kathleen Hanna hace de puente entre esas dos generaciones de grupos y cantantes, cosa en la que se podría haber incidido más en este ensayo). 

La autora muestra un punk que (además de agitación) es diversión (y liberación): una patada al statu quo, una forma de liberar la mente, de escapar de las reglas y crear unas propias (en consonancia con el DIY). Como en otras historias sobre el punk y el postpunk (pensemos en Gillian McCain, Simon Reynolds o Jon Savage) se incide en las limitaciones y en los errores, en sacar partido de tales defectos para así ganar en creatividad y originalidad. El punk es suplir todo eso que no sabemos hacer a derechas con una lucidez y una sensibilidad que rompa con los hábitos y modos consensuados.

La venganza de las punks es un libro con altibajos, una obra desigual tal vez por su heterogeneidad (de hecho –y como se dijo antes- algunas artistas presentes en el mencionado dramatis personae poco tienen que ver con el punk ya sea con sus nuevos o antiguos modos: un error, desde mi punto de vista, que podría haber evitado Goldman). Indudablemente acumular datos, hacer listas o censos puede ser (a veces o con frecuencia) algo completamente subjetivo (al igual que escribir una crítica en torno a un largometraje, una exposición de arte o un libro sobre el punk).

La venganza de las punks. Una historia feminista de la música: de Poly Styren a Pussy Riot (Contra, 2020) | Vivien Goldman | 256 páginas |18,90€ | Traducción de Carolina Smith de la Fuente.

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