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Los grandes clásicos de antaño

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El mapa del caos

Félix J. Palma

Plaza & Janés, 2014

ISBN: 978-84-01343-45-2

672 páginas

21,90 €

 

 

 

Luis Manuel Ruiz

En 2008, Félix J. Palma se elevó inopinadamente con el Premio Ateneo de Sevilla gracias a una novela que era el primer, y definitivo, puñetazo del ‘steampunk’ en España. El mapa del tiempo recogía con una portentosa intuición los principales iconos del movimiento, imprimiéndoles a la vez una obvia marca de autor. Palma eligió una trama de narraciones entrelazadas, la sazonó con guiños cultos al universo de la ciencia ficción y con una suave ironía, prodigó los episodios sentimentales o simplemente maravillosos, y eligió como protagonista, ‘noblesse oblige’, al artífice último de todo ese cosmos de terciopelo y cobre, Herbert George Wells. El cóctel resultante fue saludado, con razón, como “la mejor novela de ciencia ficción escrita en castellano”, un canto a la imaginación que puso a Palma en una encrucijada nada fácil. Él sabía que había mucho más retrofuturismo que explorar y no tardó en anunciar que El mapa del tiempo era sólo el primer acorde de una Trilogía Victoriana, que ha mantenido a su autor ocupado la friolera de siete años, primero con El mapa del cielo, y que se amplía ahora con este El mapa del caos, de intención conclusiva.

El homenaje a Wells, que en el título inicial se centraba en La máquina del tiempo, toma como objetivo en el segundo La guerra de los mundos, y en este que ahora nos ocupa El hombre invisible. Personajes y situaciones comunes, a veces distorsionadas por los saltos en el espacio y el tiempo, pueblan las tres novelas: aparte del propio Wells y su esposa Jane, el millonario Murray, primero rival y luego amigo del alma del héroe, y su querida Emma Harlow, descuellan entre la muchedumbre de figurantes invitados a la función. Entre los que habría que contar a una larga ristra de secundarios que Palma ha reclutado entre lo más granado de la Inglaterra decimonónica: Henry James, Bram Stoker, Lewis Carroll y muchos más aparecen aquí y allá para salpimentar la acción con un poco de guasa cómplice y añadir nuevos guiños a la lista.

En esta tercera entrega, la acción se inclina del lado de la literatura policíaca y de misterio. Las alusiones no se limitan a hacer de Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, uno de los protagonistas expresos del argumento, ni a ofrecer pistas sobre la redacción de una de sus obras capitales, El sabueso de los Baskerville, sino que aportan nuevos detectives y métodos de investigación en que se reflejan los grandes clásicos de antaño. Existe en los sótanos del Museo de Historia Natural de Londres una sala conocida como Cámara de las Maravillas, donde la División Especial de Scotland Yard, encargada de solventar todos los asuntos que escapan al gobierno de la lógica, atesora sus principales hallazgos. Allí pasa sus horas, entretenido en remover recuerdos, el inspector Cornelius Clayton, cuya mano izquierda es un mecanismo de hierro y madera. Cuando Clayton, en compañía de su mentor, el inspector Sinclair, sea encargado de supervisar la sesión de espiritismo de la simpar Lady Ámbar con el fin de desenmascarar una posible superchería, se verá embarcado en la mayor aventura que jamás pudo barruntar: un viaje que le llevará a descubrir la existencia de mundos paralelos, parecidos uno a otro como gotas de lluvia, y el frágil equilibrio que los mantiene unidos sobre el envés de esa hoja que es la realidad.

En fin: una nueva ocasión para celebrar el talento de uno de nuestros más afamados escritores fantásticos, que conserva su pulso intacto después de los tres tomos de su Trilogía Victoriana, repleta de avatares, amor, muerte y lo que se encuentre más allá, con la que homenajea a H.G. Wells y sus obras.

[Publicado en Mercurio]

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