Intento de escapada
Miguel Ángel Hernández
Anagrama, 2013. Colección “Narrativas Hispánicas”
ISBN: 978-84-339-9760-9
248 páginas
16,90 €
José Martínez Ros
“Si un tipo sale al escenario del Carnegie Hall y vomita sobre el público, seguro que encuentras a alguien que lo llame arte” Woody Allen
Intento de escapada es la primera novela de Miguel Ángel Hernández y hay, al menos, un par de alicientes para iniciar su lectura: en primer lugar, ha merecido ser publicada por la prestigiosa Anagrama, todo un honor para un autor novel; y, segundo, su ambientación, el tema que recorre: los aspectos más oscuros, por no decir realmente tenebrosos, del arte contemporáneo. Y por arte contemporáneo no me refiero a los pintores, escultores o arquitectos ni a los fotógrafos, sino a una variedad más reciente, y por eso mismo, la más estrictamente contemporánea: los autores de instalaciones efímeras, los que crean arte, o algo que cierta parte del público considera arte, con su propio cuerpo, los que se ofrecen a sí mismos como parte del espectáculo, los devotos de la ‘performance’, aquellos que intentan convertir en un mensaje significativo la transgresión.
Este último aspecto es el que suele atraer más la atención de la prensa y generar más debate. Hemos visto algunas que, de verdad, nos enfrentan a aspectos incómodos de nuestra existencia que querríamos olvidar, que golpean nuestra conciencia, como aquel artista norteamericano gravemente enfermo cuya última obra fue un larga filmación de su agonía y muerte. Pero también otras de dudoso gusto, en el que la pura transgresión, el mero deseo de ofender devora cualquier discurso, si es que tal existe -crucifijos expuestos en bolsas llenas de orina, por ejemplo-, cuando no repugnantes desde todo punto de vista mínimamente moral y hasta delictivos -por ejemplo, un tristemente famoso vídeo en el que un supuesto artista dejaba morir de hambre y sed a un perro ante la cámara-…
La historia de Intento de escapada, a pesar de esta ambientación ultracontemporánea, es archiclásica: un joven inadaptado, pero al mismo tiempo incapaz de hacer algo útil con su inconformismo, Marcos, un estudiante de Bellas Artes de una ciudad de provincias, es el protagonista que se adentra en un mundo que le atrae por lo mismo que, posteriormente, le hará temer por su seguridad y su cordura: porque representa el riesgo, la aventura, el deseo de hacer algo perdurable. Helena, la profesora que le actúa como catalizadora de todas sus ambiciones insatisfechas, es al mismo tiempo la obvia ‘femme fatale’ y la puerta hacia ese mundo atractivo y abyecto que le tienta y le asusta. Y por último, Jacobo Montes, el gran artista “social” es la perfecta encarnación de una época en la que la estética ha consumido todo rastro de ética.
Intento de escapada, como primera novela, atesora unas cuantas virtudes: su escenario, una pequeña capital de provincias (durante la “década del ladrillo”, parecía haberse establecido entre las distintas comunidades autónomas una no poco absurda competición por ver cuál construía el centro de arte contemporáneo más lujoso, de diseño más vanguardista, mientra que buena parte de su patrimonio histórico seguía siendo expoliado o cayéndose a pedazos) aburrida, pero llena de ocultos puntos oscuros; el dibujo de unos personajes creíbles que evolucionan en sus páginas de un modo que no ofende la inteligencia del lector; y una trama muy clásica -al fin y al cabo, Marcos emprende su propio “viaje al corazón de las tinieblas”-, pero que el autor reviste con formas lo bastante modernas, pirueta metaliteraria incluida, para resultar atractiva. En los debe, hay que decir que la escritura de Miguel Ángel Hernández no está a menudo a la altura de sus ideas, cuando no se vuelve en muchas páginas demasiado gris y pobre.
A pesar de ello, hay que concluir que Anagrama, siguiendo una de sus mejores tradiciones, ha vuelto a descubrir a un joven autor que tiene cosas que contar y al que merece la pena seguirle la pista.
[Publicado en Notodo]
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