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Me acuerdo de «El Rincón del Vago»

9788416542741_Me acuerdoFRAN G. MATUTE | En 1978 Georges Perec publicó Je me souviens. A pesar de que a Perec ya lo había traducido Seix Barral en los sesenta y Anagrama se volcaría en darlo a conocer en los ochenta, hasta 2006 nadie pareció reparar en ese librito compuesto de 480 fragmentos que empezaban todos de la misma manera, con un «me acuerdo» que quedaba ahí colgado, sin llenarse de detalles, casi como el título de algo que podría escribirse más adelante. El libro, qué queréis que os diga, siempre me ha parecido muy poca cosa, una ocurrencia feliz: exprimir la memoria a base de recuerdos sueltos, un baile de nombres propios y detalles nimios. Pero es que la ocurrencia ni siquiera era de Perec, sino del artista pop Joe Brainard que años antes había publicado varios tomos con sus «I remember», si me apuran más interesantes que los del francés. En honor de Perec hay que decir que al comienzo de su libro confiesa que se ha basado en la obra de Brainard, siendo además la diferencia entre ambos clara: Brainard escribía recuerdos personales, lo que le obligaba a alargar cada entrada con detalles; Perec escribía recuerdos que además de personales sirvieran para un reconocimiento colectivo, así que le bastaba con citar marcas de cigarrillos o nombres de locutores, ciclistas, trabalenguas de colegio y cosas así. Como decía, en 2006 la editorial Berenice publicó por fin el mítico libro de Perec en traducción de Yolanda Morató. Llegaron a vender tres ediciones, de donde no se explica que la editorial cordobesa no renovara el contrato de edición para no perder los derechos. Luego Sexto Piso tradujo el libro de Brainard. Y ahora Impedimenta publica otra vez el Me acuerdo de Perec en una nueva traducción de Mercedes Cebrián.

Alertado por una conversación en una red social, en la que se ponía en tela de juicio «lo novedoso» de esta nueva traducción, me vi al poco comparando ambas versiones. Y sí, todo apunta a que quizás sea más justo afirmar que lo que aquí tenemos es una suerte de «revisión», a todos los niveles, de aquella primera traducción, sin que se haga referencia a este hecho en ningún momento. La sombra de la traductora onubense sobrevuela toda la edición, y como muestra un botón: para especificar la personalidad del libro de Perec se alude en la contraportada a su condición de «viaje a la memoria colectiva de un país«, que era (casualmente) el título del prólogo que firmó en su día Yolanda Morató para Berenice.

Perec pretendía con su ristra de recuerdos echados al tuntún sobre la página plasmar, en efecto, una memoria colectiva que, por lo tanto, se sujeta a dos imperativos: el espacio -Francia- y el tiempo -los años cincuenta y sesenta-. Su libro valía casi de examen para que el lector supiera si pertenecía a la misma generación que Perec: si el lector se acordaba de todo lo que se acordaba Perec, estaba claro que pertenecía a su generación, es decir, a pesar de las experiencias personales que cada uno atesorara, podía decirse que habían vivido lo mismo. Naturalmente un libro tan telegráfico como este es difícil que se traduzca dos veces -con un intervalo de poco más de diez años- sin que las coincidencias sean muchas. Como las ciencias avanzan una barbaridad, los especialistas llaman a esto «retraducción». Pero se diría que el defecto principal de la «retraducción» de Cebrián es haber tenido demasiado presente el trabajo de traducción anterior, y para evitar algunas coincidencias se acude a expresiones poco naturales, apelmazadas incluso. Un par de ejemplos: en vez de «¿Deberíamos decir seis y cuatro son once?» nos encontramos con un «¿Hay que decir si a estas seis agregamos aquellas cuatro ya tenemos las once?«; en vez del «eterno farolillo rojo» leemos «el sempiterno farolillo rojo«. En fin, no sé. Uno puede decir que no hay otra manera de traducir frases tan breves y leves, es verdad, pero por el mismo motivo si ya estaban traducidas tampoco es posible que un tercero sepa si quien «retraduce» lo hace teniendo a la vista la anterior traducción o solo Google Translate. Sin embargo, ¿por qué Cebrián traduce primero «Liceo» como «Instituto» para más tarde traducirlo como «Liceo»? Da un poco de pudor comprobar que es justo lo contrario de lo que hacía Morató en la edición de Berenice. Esta pugna, como decía antes, se percibe constante a lo largo de todo el texto.

Ahora, donde cualquier perito forense podría ver pruebas claras de que la nueva edición se ha hecho con la antigua abierta sobre un atril -o en una ventana del ordenador porque está ya en la red- es en las notas. En la edición de Berenice, Yolanda Morató decía que había basado sus notas en las investigaciones de Roland Brasseur, que había publicado un minucioso tocho titulado Je me souviens de Je me souviens: en ese libro se iba llenando de contenido uno por uno los «me acuerdo» de Perec, explicitando a qué hacían referencia. Morató agregaba de su cosecha alguna información. La nueva edición no ve necesidad de citar a nadie, y cualquier lector desprevenido podrá creer que la nueva traductora es una experta en los «me acuerdo» de Perec (que para algo ha traducido ya varios libros de este autor) pero todo apunta a que sabe lo que sabría cualquier propietario de la edición de Berenice (que no es poca cosa, oye). Pero quizás lo que más llame la atención es que la inmensa mayoría de las notas de Cebrián repiten las de Morató, corrigiendo alguna cosa, o ahorrando información cuando lo cree conveniente. A las pruebas hay que remitirse: en el «me acuerdo» 433, la edición Morató-Brasseur-Berenice anota: «La familia Duraton (1936) era un programa de Jean-Jacques Vital en Radio-Cité y también una película de Christian Stengel, de 1939«; Cebrián-Impedimenta dice «Título de un programa de radio de la emisora Radio-Cité, así como de un largometraje dirigido por Christian Stengel en 1939«. Así podría traer quince o veinte (o cincuenta) ejemplos como este, pero para no alargarnos mucho con esto, os dejo la prueba más alarmante: en el «me acuerdo» 28, donde Perec recuerda expresiones obscenas («guarras» en la traducción de Cebrián), Morató traduce una expresión de argot gay como «hacer pétalos de rosa«, que Cebrián traduce como «hacer agua de rosas«. Pero en la nota se comete la torpeza de decir: «hacer pétalos de rosa se refiere a la práctica de lamer la zona del ano.» ¿Por qué Cebrián habla en la nota de la expresión «hacer pétalos de rosa» si ella ha optado por traducirla como «hacer agua de rosas«? ¡Ups!

Que Mercedes Cebrián es una valiosa traductora no lo pone en duda nadie. Tampoco parece generar dudas que este libro, a la vista del resultado final, no necesitaba una nueva traducción. Que aquí se han hecho algunas (muchas) cosas mal, parece evidente. Con todo, como siempre, esta nueva edición de Impedimenta es muy bonita. Pero esta vez, lamentablemente, solo por fuera.

Me acuerdo (Impedimenta, 2017) de Georges Perec | 176 páginas | 17,95 € | Traducción de Mercedes Cebrián

admin

4 comentarios

  1. Me acuerdo… Así también funcionan las Meditaciones de M. Aurelio antes de Brainard y de Perec.

  2. Estoy siguiendo este asunto y no doy crédito. Sólo gente con la soberbia del dúo Redel/Cebrián puede permitirse este perfecto ejemplo de ¿cómo llamarlo? Un caso claro, más bien burdo, que resume a la perfección cómo funciona este país y cómo campan a sus anchas.

  3. Dice Mercedes Cebrián que nadie debería dudar de su capacidad como investigadora. Yo, desde luego, sí que dudo. Dudo mucho.
    Dice Mercedes Cebrián que no entiende cómo Yolanda Morató no recurre a los tribunales. Yo tampoco entiendo porqué Mercedes Cebrián no recurre a los tribunales y pone una demanda por calumnias. Quizá su capacidad investigadora no le deja saber lo cara y lenta que es la Justicia en España.
    Unos ejemplos de la capacidad investigadora de Mercedes Cebrián, solo una muestra.
    Nota al «Me acuerdo 7»
    Edición 2006/Morató: «El tac-tac es un juego en el que hay
    dos bolas suspendidas en los extremos de una cuerda con un
    anillo en el centro, por el que el jugador debe pasar el
    dedo. Fue muy popular debido a que en la película de Jean
    Yanne Tout le monde il est beau, tout le monde il est gentil
    (1972) un «tac-tac» causa la muerte a uno de los
    personajes del reparto».

    Edición 2017/Cebrián: «Juguete que estuvo de moda al comienzo
    de los años setenta. Consistía en dos bolas de plástico
    de color vivo unidas entre ellas por un cordel blanco al
    final del cual había una anilla de plástico. Al mover la
    anilla con la mano, las bolas entrechocaban. El objeto
    aparece en la película francesa Tout le monde il est beau,
    tout le monde il est gentil (1972) dirigida por Jean
    Yanne.

    Nota al «me acuerdo 19»:
    Edición de 2006/Morató: «Los versos en alemán son los dos
    primeros de «Die Lorelei», el poema de Heinrich
    Heine (1797-1856). El poema en inglés,
    «Daffodils» (1804) es de William
    Wordsworth(1770-1850). Perec ha olvidado el segundo verso y
    ha alterado los verbos en pasado del original.»

    Edición de 2017/Cebrán. «La cita en alemán
    corresponde a los dos primeros versos del poema «Die
    Loreley» de Heinrich Heine. La que está en inglés con
    algunos errores es el inicio de un poema de William
    Wordsworth comúnmente conocido como
    «Daffodils».

    Nota al «Me acuerdo 88»
    Edición de 2006/Morató: : «Jeroglífico de imposible
    traducción y que, de acuerdo a la ilustración (en página
    842 de Pour tout l’or des mots, de Claude Gagniere), se
    descompone en: un-sous-dard-noeud-vit.queue-
    deux-rats-pine-zob-scure («un soudard ne vit que de
    rapines obscures»)

    Edición de 2017/Cebrián: «Frase que remite a un
    jeroglífico intraducible. El original francés es
    «»un soudard ne vit que de rapines obscures»
    y se descompondría en las siguientes palabras en francés:
    «un-sous-dard-noeud-vit.queue-
    deux-rats-pine-zob-scure».

    Nota al «Me acuerdo 214»

    Edición de 2006/Morató : «Famoso caso en el que se acusó de
    «atentar contra la seguridad del Estado» al
    presidente del grupo parlamentario comunista. Jacques
    Duclos, por llevar en su coche palomas mensajeras la tarde
    de la manifestación contra Ridway, cuando en realidad se
    trataba de palomas que había comprado para comer.»

    Edición de 2017/Cebrián: «El presidente del grupo
    parlamentario Jacques Duclos fue detenido el 28 de mayo de
    1952 por llevar en su vehículo dos palomas mensajeras el
    mismo día en que se celebraba la manifestación contra el
    general estadounidense Ridgway en París. Finalmente fue
    liberado, pues se demostró que esas palomas iban a formar
    parte de un guiso, y no a ser lanzadas a favor de la paz
    durante el acto».

    Nota al «me acuerdo 407»
    Edición de 2006/Morató. «: «Dichos que, gráficamente,
    se asemejan al griego y al latín, pero no son más que
    transcripciones fonéticas del francés. «Ou qu’est
    la bonne Pauline? A la gare, elle pisse et fait caca!»
    (¿Dónde está la buena de Pauline?/ En la estacion,
    haciendo pipí y caca). «Cesar aime les gateaux a la
    crem et au rhum» (A César le gustan los pasteles de
    nata y ron)»

    Edición de 2017/Cebrián. «Transcripciones fonéticas
    del francés de frases que gráficamente parecen estar
    escritas en griego y latín, respectivamente: «Ou
    qu’est la bonne Pauline? A la gare, elle pisse et fait
    caca!» (¿Dónde está la buena de Pauline?/ En la
    estacion: haciendo pis y caca). «Cesar aime les gateaux
    a la crem et au rhum» (A César le gusta el pastel de
    nata al ron)»

    Nota al «me acuerdo 449»

    Edición de 2006/Morató . «Los calambures significan
    «¡Dispara hacia otra parte, que son mis
    piedras!», «¡Son abates ávidos y tontos!».
    «¡Nueve actores siempre llaman dos veces!»,
    «¡El abad irritado sale de la ducha de los
    niños!»

    Edición de 2017/Cebrián: «El significado de los
    calambures mencionados es: «¡Tira hacia otro lado, que
    son mis guijarros!», «¡Son unos abades tontos y
    avariciosos!», «¡Nueve actores siempre llaman dos
    veces!», «El abad irritado sale de la ducha de los
    niños!»

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