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Mujeres puteadas en cualquier latitud

LUIS ANTONIO SIERRA | Aunque soy más partidario de la lucha de clases, he de reconocer, sin ambages, que el avance social más sobresaliente en el último cuarto de siglo ha sido el protagonizado por el feminismo en su lucha por la igualdad de género y contra el patriarcado. Para comprobar que lo que digo no es falaz, solo hace falta ver la virulenta reacción de muchos representantes de las masculinidades hegemónicas ante decisiones políticas claramente feministas – sí, la política, eso que algunos creen que no sirve para nada y que desprecian, pero que sin embargo condiciona hasta el más mínimo detalle de nuestras vidas. En cierta manera, es comprensible la respuesta que el patriarcado da ante los avances del feminismo ya que estos suponen una clara amenaza a su posición hegemónica.

Por otro lado, al igual que la lucha de clases, la del feminismo también es una cuestión internacionalista, esto es, no entiende de fronteras y, sin duda, hay lugares más permeables a la introducción de medidas de carácter feminista que otros. Ya que el libro que reseñamos, El círculo de mujeres de la doctora Tan, de Lisa Lee, se encuadra en la China de la dinastía Ming, habrá que mencionar que la sociedad china no se ha distinguido, precisamente, por su carácter abierto a los cambios y menos los tendentes a la igualdad entre hombres y mujeres. Las raíces del patriarcado chino, como en muchas otras latitudes, se hunden en tiempos inmemoriales y aunque recientemente la sociedad se ha occidentalizado en esa suerte de régimen capitalistocomunista – tremendo oxímoron – que impera y la posición de la mujer ha avanzado, sin embargo, la igualdad entre hombres y mujeres dista de ser una realidad similar a la que, por ejemplo, se va consiguiendo en nuestro país.

Podemos pensar que la estructura social de la China que Lisa See nos presenta se acerca a la realidad de la época en los elementos objetivos ya que el ejercicio de documentación que ha hecho la autora parece bastante extenso y extensivo. Sin embargo, no podemos obviar el hecho de que Lisa See, a pesar de sus antecedentes familiares asiáticos, no deja de ser una mujer occidental que escribe fundamentalmente para un público occidental, lo cual condiciona enormemente el contenido subjetivo de la obra, acomodado a los gustos de dicho público. Esto se puede comprobar fácilmente al comparar el tono de la novela con obras de autores nativos como Yan Lianke (La muerte del sol, El sueño de la aldea Ding, Los Besos de Lenin, …), o de Mo Yan (Sorgo rojo).

En cuanto al contenido y los elementos objetivos de la novela de See, hay que recalcar la circunstancia alrededor de la cual se desarrolla toda la trama, esto es, la posición de sometimiento de las mujeres respecto a los hombres dentro de la sociedad china de la época; ninguna novedad, por otra parte, para los estándares de esos tiempos. La sumisión tampoco entiende de clases, si bien es cierto que, dentro de la desgracia que supone haber nacido mujer, ser pobre implica una doble desdicha ya que, al menos, aquellas mujeres pertenecientes a las elites sociales disfrutaban de unas comodidades que otras no tenían. Estas mujeres de las clases altas también padecían sus sufrimientos particulares como la auténtica tortura a la que eran sometidas desde muy pequeñas con el vendado de pies, algo que no sufrían las mujeres de las clases más bajas ya que tenían que trabajar y el vendado hubiera imposibilitado sus labores (la tradición del vendado de pies permaneció hasta mediados del siglo XX cuando fue prohibida por el gobierno de Mao Tse-Tung).

Otro clásico del patriarcado es la consideración de la mujer como mera mercancía, lo que en el caso de la novela de Lisa See se comprueba, por ejemplo, en la consideración que se tiene de las concubinas que se compran y se venden a merced de las apetencias de los señores – o incluso de sus mujeres –, o la consideración material de la mujer como productora de descendencia, dándole prioridad a los hijos varones y asumiendo la prole femenina como un mal menor.

Desde luego, el común denominador en todas las situaciones que nos presenta la narradora es el de la total y completa sumisión de la mujer a los requerimientos del orden social establecido por el patriarcado. El rol que la protagonista asume y que resalta su independencia a pesar de las ataduras sociales va, nos atreveríamos a decir, más en línea con esos elementos subjetivos que mencionábamos antes que puedan satisfacer el inconsciente ideológico del público occidental. Así pues, los lectores de esta parte del mundo nos sentiremos atraídos por asuntos como el triunfo – más o menos efímero – del amor romántico, la autonomía vital de la protagonista o de su abuela, el trato de igual a igual entre sus abuelos, o la relación sucintamente lésbica con su amiga. Este hecho, aparentemente desvirtuador de la verosimilitud de la historia, posee un aspecto positivo que es que el lector de estas latitudes, si es mínimamente curioso, pueda interesarse y ampliar sus conocimientos sobre una cultura milenaria y tremendamente interesante.

El círculo de mujeres de la doctora Tan. (Salamandra, 2024) | Lisa See |Traducción de Patricia Antón de Vez | 448 páginas | 23 euros

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