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No eres normal, como el resto de nosotros

9788426402646CAROLINA LEÓN | “Eres normal, como el resto de nosotros, y la gente normal debería llevar una vida normal. Como el resto de nosotros aquí, en Jardines Tranquilos”, le espeta la vecina acosadora del encantador suburbio al protagonista-narrador del cuento llamado “Newton”, que se enfrenta a toda una comunidad biempensante por ser un solitario y aficionado a la lectura de “genios”. Puede que haya un tema común a todos los cuentos de esta sublime colección y ése sea el asedio de la normalidad. Puede que sea, si no, el tiempo y los interrogantes que se quedan en los meandros vitales que no transitamos (un tema recurrente en Winterson). O puede que el tema compartido esté, quizá, en este otro segmento del personaje que consagra su vida a recorrer el mundo que primero imaginó denodadamente: “Lo curioso es que, por muy distintas que sean, a todos nos preocupan las mismas cosas, es decir, una misma cosa: cómo vivir”. Elección frente a determinismos.

Tanto en la ilusión de normalidad como en el asalto de lo fantástico -otra constante de estos cuentos-, una evidencia remonta la mayor parte de sus páginas: no hay reglas. Meterse en ellos y extraerles todo el jugo consiste en, idealmente, dejar atrás cualquier idea preconcebida de lo que un cuento ha de ser. A partir de ese punto cero, la escritura ampulosa, desvergonzada, pseudo-mística y precisa de la inglesa crece dentro del lector-lectora como una hiedra. Y se está tan bien así: lo prometo.

Pero no quiero decir que haya caos. Sí quiero decir que en la mezcla andrógina de escritura punk, fraseo desbocado, prosa elegante y precisa en otros momentos, puntos de vista interiores, apocados o trascendentes, personajes en situaciones inverosímiles (ése que trabaja de “soñador” en la sociedad que no duerme, ésa que se presenta a un proceso de selección para “catadora de té”), personajes inverosímiles en sí mismos, aliento mítico, elementos fantásticos y preguntas metafísicas de sus narradores, estos cuentos son un canto a la mejor virtud de la literatura, la de la alegría de contar (y dejarse contar) historias.

No hay caos, pero hay vericuetos. La autora propone una escena, para acto seguido contarte otra cosa. Donde pensabas que un personaje se movía por los límites de lo “normal”, te susurra un aliento fantástico (como la narradora de “Veinticuatro horas en la vida de un perro” que se siente atrapada en lo que sabe éste, el animal). Donde creías que el paradigma era el de la fantasía, nada más que pasiones humanas mueven los hilos del relato (la relectura de la brutal violación de “Orión” a Artemisa). En estas páginas se encuentra el mejor relato de amor lésbico (y caníbal) que me haya encontrado nunca (“La poética del sexo”, propuesto como una entrevista a partir de estereotipos), y algunos de los relatos más misteriosos que me he topado en tiempo (las “Desaparición I” y “Desaparición II”). El personaje/narrador de “El mundo y otros lugares” que sale de una vida sin comodidades, que dispara la fantasía, para llegar a una libertad en la que se pierde a sí mismo. O el de “El hombre verde”, que ve agredida su estabilidad de suburbio de clase media por lo salvaje, no domesticado, sensual y libre como un caballo.

Todos, o casi todos entre estos narradores, se ven asediados por la fuerza de sumergirse en lo social, en los papeles asignados, o zafarse en ilusorias salidas personales de final incierto: “¿Cuál es entonces el secreto de la existencia?”, se pregunta otro: “¿La banalidad de la convención o la banalidad de la individualización?”. Algo que, he aprendido, es un tema muy Winterson. Algunos triunfan en la mediocridad y otros sucumben. Y nadie juzga.

Pocos libros me han hecho disfrutar tanto en los últimos meses que este volumen, pero la condición es no esperar nada. Y si Winterson es capaz de esta ausencia de complejos escritores -todo vale, como digo, pero es un todo de una precisión alucinógena hasta cuando fracasa-, se merece encontrar un buen montón de lectores desacomplejados. Vale que sé que son legión por el mundo, que no es un talento a descubrir -aunque yo la haya descubierto hace unos meses-, pero aquí quiero subrayar una sola cosa: su literatura es una puerta abierta al goce. A ese goce que debería ser algo más frecuente al leer.

El mundo y otros lugares (Lumen, 2015), de Jeanette Winterson | 224 páginas | 17,90 € | Traducción de Alejandro (Justis) Palomas

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