EDUARDO CRUZ ACILLONA | Corre el año 1968 cuando un joven Enrique Vila-Matas utiliza el pseudónimo de Mary Holmes, habitual en la redacción de la revista, para firmar una entrevista a Marlon Brando publicada en Fotogramas. En realidad, la entrevista original, en inglés, la realiza la periodista norteamericana Julie Gilmore, siendo la función de él la de traducirla para la revista. Pero quizás imitando a su querido Bartleby, el personaje creado por Herman Melvile, exclamó aquello de “preferiría no hacerlo” y en vez de traducirla se la inventó de principio a fin.
El equipo de investigación de Estado Crítico ha logrado contactar con Julie Gilmore y conocer sus opiniones al respecto, que a continuación transcribimos en exclusiva:
E.C.: ¿Cómo le sentó que un prácticamente aprendiz de periodismo ignorara su entrevista y se inventara una versión para publicarla en castellano?
J.G.: Como usted comprenderá, fatal. Ese desprecio al compañerismo y a la ética periodística no la había sufrido jamás. Era una usurpación de identidad en toda regla. Y era convertir en ficción el rigor periodístico. Inaudito. Aunque también debo reconocer que el resultado es magnífico. La verdad es que el chaval ya apuntaba buenas maneras. No me extraña nada el éxito que tiene hoy en día.
E.C.: El libro Ocho entrevistas inventadas contiene un segundo artículo publicado diez años más tarde en la revista Dezine en el que se reconoce abiertamente el engaño y se transcribe traducida su entrevista con Brando…
J.G.: Otra vuelva de tuerca más en la mente enferma, literariamente hablando, del señor Vila-Matas. Una nueva invención de dicha entrevista. Magistral, eso sí. Parece seguir al pie de la letra aquel dicho de “No dejes que la realidad te arruine un buen titular” pero llevado hasta sus últimas consecuencias. Ya desde el principio se nota cómo va construyendo su mundo narrativo, su poética, digamos, su estilo, tan singular como rico, original y sorprendente. Me descubro ante su arte. Lástima que haya sido a mi costa.
E.C.: Parece que la fórmula le salió bien porque continuó haciendo lo mismo con una entrevista al bailarín Nuréyev…
J.G.: Esa entrevista es caso aparte. La noche anterior a su cita ambos coincidieron en un bar y tuvieron un altercado en la barra que se saldó con una bofetada del artista al periodista. Éste, contrariado, decidió no acudir al día siguiente al hotel donde se alojaba Nuyérev e inventarse, una vez más, la entrevista. Con un, de nuevo, brillante resultado. E incluyendo respuestas que, vistas con la perspectiva del tiempo, ya hacen ver al lector cómo de sólida se está forjando la personalidad del que ya es uno de los más grandes escritores en lengua española.
E.C.: En los casos del filósofo Cornelius Castoriadis y del escritor Anthony Burgess, utiliza un método un tanto diferente.
J.G.: Sí, en esos casos, se presenta a la entrevista, pero con una entrevista ya hecha, sacada de retazos de otras que ha recopilado como documentación. Una muestra más de su inquieta imaginación, de su actitud incómoda ante la simple evidencia de los hechos y queriendo reflejarla desde más y más variados prismas. Lo mismo, o parecido, sucede con las entrevistas a Patricia Highsmith, Juan Antonio Bardem o Francisco Rovira Beleta. Esta manera de escribir, que ya se ha convertido en marca absolutamente consolidada en la escritura de Vila-Matas, recuerda mucho a lo que hacían los miembros del movimiento literario francés OuLiPo. Como explicaba Marcel Benabou, uno de sus fundadores junto a Raymond Queneau, “¿Y qué es un autor oulipiano? Es una rata que construye ella misma el laberinto del cual se propone salir. ¿Un laberinto de qué? De palabras, sonidos, frases, párrafos, capítulos, bibliotecas, prosa, poesía, y todo eso”. No en vano, el libro se cierra con un capítulo recopilatorio y titulado “Recuerdos inventados” que nos lleva directamente al “Me acuerdo” de Queneau y, posteriormente, de Georges Perec. Y yendo más lejos aún, fíjese que sus actuales artículos en el diario El País los firma bajo el título de Café Perec… Su influencia parece determinante.
E.C.: De haber sabido todo esto en aquella época, ¿qué habría hecho?
J.G.: Matar a Vila-Matas, obviamente. Pero nos habríamos perdido a un inmenso escritor como ha venido demostrando que es desde entonces. Un genio que ha sabido romper la barrera que separa la realidad de la ficción, al autor del protagonista, al narrador del narrado, y que ha llevado dicha relación a un nivel imposible de rechazar para un lector exigente. Este libro por el que me viene preguntando, Ocho entrevistas inventadas, es un magnífico testimonio de cómo surgió el germen de todo lo que ha llegado a ser hoy en día.
E.C.: Aun así, la noto contrariada.
J.G.: Sí, pero no por él, sino por ustedes. Sospecho que esta entrevista también se la están inventando…
Ocho entrevistas inventadas (H&O Editores) | Enrique Vila – Matas | 114 págs. | 13,90€