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Nuevos aires en la dramaturgia

Grooming

Paco Bezerra

Artezblai, 2012

ISBN: 978-84-939657-0-9

65 páginas

9 €

Joaquín Blanes

Sin duda hay una nueva hornada (me gusta esta palabra, me recuerda al pan recién hecho, al tacto crujiente de la corteza y a la ternura de su miga caliente); una nueva hornada de dramaturgos que están abriéndose paso entre la vieja escuela de Sinisterra o Alonso de Santos y genialidad incontestable de Juan Mayorga o Juan Cavestany (sólo hay que ver Hamelín o Urtain para apreciar estos dones).

Autores como Juan Carlos Rubio, que dentro de una corriente, digamos, más comercial, escribe y pone en escena obras con una estructura muy singular (Humo o Tres); otros como David Desola que con La charca inútil o Gracia Morales con NN12 llenan el escenario con problemas sociales enriqueciéndolos con una sensibilidad inusitada y muy atractiva. Hay otros, más bien otra, como Angélica Lidell, que buscan romper la tranquilidad del patio de butacas y hacen que se remuevan los espectadores en sus asientos, incómodos ante la brutalidad de lo que están viendo, que no es más que un reflejo singular de nuestras propias miserias.

El caso de Paco Bezerra es curioso, porque, si no recuerdo mal, es el primer dramaturgo que obtiene el Premio Nacional de Literatura Dramática sin haber estrenado una pieza en condiciones, cuando digo en condiciones me refiero en un teatro conocido y con una compañía formal. Este almeriense sorprendió con su obra Dentro de la tierra, porque tiene la particularidad de afrontar temas sociales bastante delicados de poner en escena, porque hieren la sensibilidad del espectador acomodado, del espectador del teatro comercial, del espectador herencia de la astracanada de Pedro Muñoz Seca y su Don Mendo.

Ahora publica Grooming en Artezblai Editorial y El Teatro de La Abadía, dirigido por José Luis Gómez, estrenó el pasado 1 de febrero en Madrid la puesta en escena de esta obra. Paco Bezerra carece de poética, tiene un lenguaje directo, lleno de referencias cinematográficas y actuales, no escribe pensando en lo onírico sino en la expresión directa. Juega con el secreto dramático, bastante previsible en esta obra, y con el intercambio de roles, protagonista-antagonista, el hombre es un lobo para el hombre, nadie es candoroso ‘per se’, nadie es malo sin una disfunción atávica. Esto ya lo mostró hace mucho Tenesse Williams con sus complejos personajes de El zoo de cristal o en Un tranvía llamado deseo, la bondad y la maldad habitan en el interior de las personas y se muestra o aflora según qué condiciones.

Sin embargo, Paco Bezerra tiene un don, que es el ritmo en los diálogos, la propensión a presentar con humor situaciones frágiles o molestas; aunque realizar una felación en el teatro ya no es cosa de asombro, acostumbrados a La Fura del Baus o a la mismísima Angélica Lidell. Una cuestión que resulta más gratuita que necesaria para el desarrollo de la trama, tal vez por esa tendencia postmoderna de poner en guardia o desagradar al público para llamarle la atención; hay otras maneras para incomodar al público, basta con el tema que se trata, hubiese bastando con la tensión que se genera en ese ‘chat’ que mantienen los dos protagonistas. En este caso la obra no precisa de ese detalle felatorio porque la obra en sí es molesta por el tema, el ciberacoso sexual a menores, es decir, ‘grooming’, anglicismo que agrada tanto a la psicología moderna. Como bien dice la protagonista: “Te diré por qué: este país está lleno de paletos que piensan que el castellano es poco técnico y que estas cosas quedan mejor en un idioma que nadie entiende.”

El cambio de roles es esperado en todo momento, porque con sólo dos personajes en la obra, se sabe, que la sumisión y la dominación se intercambiarán en cualquier momento. La cuestión es en qué momento y por qué razón, y para eso, tendrán que leer la obra, ir a verla al teatro o ambas cosas.

En este caso y aunque se trate de una crítica del libro, como en todo lo referente al teatro, una obra se escribe con la intención de ser representada. Ningún dramaturgo escribe para publicar, esto es un extra que, tal y como está el mundo de la edición teatral en este país, es una hazaña que sólo se atreven a realizar determinadas editoriales: Alianza porque tiene a los clásicos, Tusquets porque tiene, entre otros a Dürrenmatt, La uÑa Rota en pequeñas dosis y Ñaque y Artezblai porque tienen una vocación y una valentía que ni siquiera el mal momento que pasa la publicación teatral les hace perder la ilusión y el arrojo que deberían tener otras editoriales.

La puesta en escena que ha realizado José Luis Gómez es excepcional, tal vez el tempo, como dice un buen amigo, el “tempo Abadía” la haga en determinados momentos excesivamente lenta; pero Gómez le ha sacado partido en varias cuestiones: la primera en el universo onírico que la obra original no destaca, el tema de Alicia en el país de las maravillas, ese comienzo con el conejo es formidable; la segunda es que ha sabido interpretar con sabiduría el humor que esconde el texto y que José Luis Gómez ha querido mostrar con algunos guiños muy divertidos como el detalle del coche. Lo que es cierto es que el teatro afronta un nuevo reto y es que tiene que abrirse a las nuevas tecnologías, algo que ya está en la obra de Bezerra y que la dirección de escena ha sabido incluir justificadamente como un elemento más que ayuda a la historia a completarla y no a proyectar elementos anodinos que no apoyan el texto sino que lo entorpecen o acallan.

admin

2 comentarios

  1. Ojalá pronto veamos algo de este joven por Alicante. Este estadista es nuevo, ¿no? Me gusta su querencia por el pan crujiente.

  2. Gracias, Mariluz por tu comentario «crujiente», soy de la vieja guardia y estoy en reserva. De vez en cuando me llaman a filas y me incorporo encantado, especialmente en teatro, que es lo que suelo leer con más continuidad.
    Saludos.

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