FLORA JORDÁN | Llegué media hora antes de lo previsto a la librería Alberti el día de la presentación de Null Island en Madrid. Es algo raro en mí, puesto que las distancias en la capital son extremas, y a menudo llego justa o tarde a estos eventos literarios. Sin embargo, ese día, el 20 de noviembre, yo venía de unas jornadas en el Ministerio de Educación y en vez de pasar por casa me fui directamente a la librería. No llevaba paraguas y llegué hecha un trapo, pero la generosidad y la calidez de Lola, la dueña y alma de la Alberti, fueron clave para que yo me comprara el libro y empezara a leer sin parar hasta que Javier Moreno y José Ovejero empezaron la presentación. Para entonces yo ya iba por la página 27 y me había quedado hipnotizada por la sentencia mágica de una maestra de la infancia del narrador: Como no soy río me doy la vuelta cuando quiero. ¿Puede existir una forma más tierna y radical a la vez para expresar la libertad en cuanto a la toma de decisiones de las mujeres? Como no soy río me doy la vuelta cuando quiero funcionaría perfectamente como un lema feminista, pero va mucho más allá, es toda una sabiduría de siglos concentrada en diez palabras que transmite la maestra al autor o al narrador. La educación como base de todo. La síntesis como eje vertebrador de esta novela apasionante que aquí nos ocupa.
Null Island no es una novela al uso, puesto que no sigue los cánones estrictos ni los recursos narrativos que del género se espera. Es un paso más. Una evolución del propio género literario, puesto que trasciende incluso lo metaliterario como podrá apreciar el lector.
En primer lugar destacaría la riqueza de matices, el uso de un lenguaje culto mezclado con lo pop y las redes sociales, hasta tal punto que parece que nos fundimos en esa realidad líquida de Bauman tan acuñada, una realidad que nadie consigue comprender del todo. El autor y/o narrador que también se funde(n) nos hace(n) reflexionar sobre temas trascendentes y humanos desde el ensayo (o “microensayo” como apunta Basilio Pujante), pero también desde lo lírico y la dimensión onírica. Su capacidad de evocar a través de los objetos y los sueños es sublime.
Es difícil saber cómo Javier Moreno ha conseguido mezclar el tono serio y culto con frases de estados de Facebook haciéndonos creer que está a la misma altura de sus lectores y sonar totalmente natural. Ése puede ser su gran don en esta novela y su gran secreto. No es un autor que sermonea sobre algo o nos da claves para entender mejor nuestro entorno, sólo se hace preguntas y se vale de un anti-héroe post-moderno para “arañarnos” y “asomarse al magma que se esconde tras la superficie pulida de las cosas” (pág. 18) que para él es el origen y la finalidad de la escritura.
Además de todo lo citado anteriormente, es una novela llena de verdad y de grandes disparos elocuentes. El ingenio y la capacidad irónica del autor no conocen límites. Puede que algunas ráfagas de pensamientos hayan pasado por nuestra mente en algún momento, pero nadie los ha codificado como Javier Moreno en una novela hasta ahora. Numerosos destellos y vías de conocimiento se nos abren con él.
El tema central de la novela es la impotencia y en un país donde el 20% de la población masculina sufre este trastorno sexual, esta novela es más necesaria que nunca, puesto que todavía es un tema tabú que hay que recuperar y visibilizar, pero también porque desde la literatura casi siempre se ha tratado de modo irónico o sarcástico. La impotencia masculina ha sido un recurso habitual en la literatura picaresca. Libros como El Decamerón, de Boccaccio, están repletos de historias de maridos impotentes cuyas ansiosas esposas se desfogan con otros hombres más jóvenes y vigorosos. El mismo Cervantes relató una historia muy similar en su comedia El viejo celoso. Pero, probablemente, la novela que convirtió la impotencia en materia de escándalo fue El amante de lady Chatterley (1927), del británico D. H. Lawrence. La historia ya la conocemos, la joven esposa de un aristócrata británico que está ”sexualmente incapacitado” tras ser herido en la guerra se entrega a los brazos de un fornido guardabosques.(https://www.quo.es/ser-humano/g37446/la-impotencia-a-traves-de-los-tiempos/). Sin embargo, en Null Island, la impotencia no es motivo de mofa, sino de pena, frustración y aislamiento, la no capacidad de satisfacer a uno mismo y a la persona que se ama, y esto es lo más revolucionario: el narrador no sólo piensa en sí mismo con respecto a su trastorno, no es una reflexión falocéntrica, sino que ve también los efectos que puede llegar a tener en su pareja, Marta y su dimensión creativa, pues tanto la impotencia sexual como la falta de creatividad literaria están totalmente ligadas en la novela.
Centrémonos ahora en Marta, el personaje femenino central de Null Island: la pareja del escritor impotente que ha dejado su trabajo de funcionario para dedicarse a “vivir de la literatura”. “El discreto encanto del secreto” es el último capítulo de la primera parte de la novela, “Falacia” y es aquí donde podemos acercarnos definitivamente al universo emocional íntimo femenino de Marta, pues el autor le cede todo el protagonismo y este capítulo a modo de diario está escrito por ella como ejercicio de su taller de narrativa, pero al mismo tiempo como cura psicológica.
En estas páginas reconocemos a una mujer inteligente, urbanita y fuerte que trabaja en el medio audiovisual, que siente una profunda admiración por su pareja y que al mismo tiempo ha estado educada en los cánones del amor romántico como podemos apreciar en su siguiente afirmación “Amar a alguien es abandonarse a su suerte. Buena o mala. En la salud y en la enfermedad, dicen en las bodas” (pág. 144) o en “Creo que la intimidad es un secreto, que la pareja debe sustentarse en un secreto (…) (pág.142). Las mujeres hemos sido educadas en estos parámetros, en justificar al otro, tapar o minimizar los efectos devastadores de una relación que no funciona por diversos motivos, pero también hemos aprendido a no ser ríos y a darnos la vuelta cuando queremos…Por eso, la evolución de este personaje resulta tan interesante, por el sorprendente giro que da en la segunda parte de la novela.
Finalmente, la atmósfera descrita en el congreso de Soria es una delicia. La descripción del ambiente, los profesores y alumnos, la propia ciudad de Soria como personaje, el encuentro con la joven y misteriosa Elvira (nombre cargado de significado intencionado en la novela), etc. hacen que no podamos dejar de leer esta fantástica novela de Javier Moreno que sin duda tiene ya un reconocimiento sobresaliente por parte de la crítica y los lectores. No duden en visitar y habitar Null Island, el no lugar, 0º 0º, el centro mismo de nuestro ser.
Null Island (Candaya, 2019) | Javier Moreno | 224 páginas | 16 euros
Muchas gracias, Flora, por esta reseña estupenda. Este fin de semana cojo mi copia.