Acuarela & A. Machado, 2010
Jabo H. Pizarroso
Hay libros que convocan a la arborescente prolectura de otros libros. No se trata de meterse en una laberinto de cajas chinas. Pero se parece. Digo con esto que existen libros así, libros que empiezan en un libro y acaban en y con muchos libros, y este libro acerca de Orwell es uno de ellos. Son libros que no se quedan en sí mismos. Son libros que abren una y más puertas. Son libros que no son en absoluto aguas estancadas donde por casualidad chapotea un lector para no volver a nadar allí otra vez. Son libros que han llegado para quedarse y fructificar y traer a nuestro presente autores como Orwell.
Este libro otorga la inmensa suerte, algo poco usual hoy en día, de trazar un camino de lectura, una hoja de ruta originaria y libre para todo aquel que le echa mano y se pasa una tarde arropado bajo sus páginas.
Con un excelente, lúcido y práctico prólogo, escritor por Amador Fernández-Savater, de una aplicación actual, que reflexiona sobre los autores que hoy por hoy la izquierda necesita y ya no sólo la izquierda, el hombre decente, que pal caso es lo mismo, para detener o al menos abrir los ojos frente al liberal-capital, que deviene totalitarismo y fascismo de a poquito.
Extraña pensar en la similitud de nuestra época y los años treinta del XX, para seguir leyendo con rabiosa actualidad: Terror y Miseria del Tercer Reich, por ejemplo, de Brecht, que renace también a sorbos de lecturas.
El genial y cada vez más profético autor de
1984 fue un hombre que vivió en un colegio llamado St. Cyprian, una institución para ricos, hijo de la clase pudiente. Una clase a la que él pertenecía como invitado sin derecho a cubierto ni mesa debido a las estrecheces económicas que atravesaron sus padres. Pasó su infancia allí y se educó allí.
Tosco Fidel dice de aquello, «
Orwell me dice que (…) los sufrimientos de un niño inadaptado en un internado son quizá el único equivalente que quepa encontrar en Inglaterra del aislamiento experimentado por un individuo disidente en una sociedad totalitaria«.
Acabados los estudios se enroló como soldado en el ejército imperial inglés y estuvo en Birmania. Luego empezó a publicar y poco a poco su cercanía con los humildes, con los más pobres (“Ella sabía muy bien lo que pasaba y comprendía tan bien como yo lo horrible que era su vida, lo horrible que era estar allí arrodillada con aquel frío en las sucias losas de un patio trasero metiendo un palo por el desagüe de un fregadero”) le llevó a reforzar un compromiso curioso, fundado y fundamental en toda su obra con los de abajo, “los que sufren y padecen la historia”, en palabras de Albert Camus al recibir el Nobel.
Tras su paso por el ejército inglés, y la publicación de sus primeros títulos, Orwell se va a España. Año 1936. Preguntado por su editor, Orwell responde sin miramientos. “Hay que detener ese fascismo”. Su inmersión en la realidad española de 1936, en la Barcelona revolucionaria, es bautismal, casi tanto como el momento en el que años antes se disfraza de pobre, de mendigo para acercarse a las ruinas de los más desfavorecidos, y en una tasca de un barrio londinense, el borracho que Orwell piensa que le va a golpear o atracar, le abraza y le palmea para invitarle a tomar una taza de té. Orwell escribe “ Tomé una taza de té. Fue como un bautismo”.
España y la Guerra, la revolución española, fueron para Orwell su conversión al socialismo humano y su aversión del totalitarismo. Sufrió casi en carne propia las purgas estalinistas contra el POUM, el partido en el que militaba. Por una izquierda humana, una izquierda que no esté ciega, pelea y bregará desde entonces convirtiéndose en aliado sin querer de los grupos reaccionarios que sólo ven en él al instigador lógico y locuaz del sovietismo ruso.
La ceguera de buena parte de la intelectualidad de izquierdas y las acechanzas que sobre Orwell ha maquinado la derecha para apropiárselo totalmente, han llegado a esqueletizar el discurso y el argumentario y la crítica que despliega 1984. Cuando ese libro como la casi totalidad de Orwell lo único que hace es pelear por el hombre decente y pelear contra el poder, pelea contra la necedad que parte de muchos hombres de disponer de los otros mediante el poder, ya sea éste el de la burocrática mesa, el sillón de cuero de un despacho ministerial o el mercenario y esclavo asiento de un banco al que asisten los pobres mendigantes asustados, los hombres normales y cuerdos, los que nunca tendrán las manos manchadas de sangre.
El comunismo y el marxismo han sido tan doctrinariamente ortodoxos que han creado tantos jesuitas como jesuitas ha hecho la iglesia. Simples marionetas que perpetúan las condiciones de falta de libertad y de igualdad en cualquier época. Orwell, y así lo reivindica el autor de este libro, con total convicción y con excelente argumentación, está en esa línea de fuego. Y como dice Orwell en el anexo de citas que aparecen en la última parte del libro que “La verdadera diferencia (entre la derecha y la izquierda) no está entre conservadores y revolucionarios, sino entre partidarios de la autoridad y partidarios de la libertad”, o “ Un ser humano normal no aspira al Reino de los Cielos, solo querría que la vida terrestre continuara”.
De la mano de Simon Leys y de Jean-Claude Michéa, este acercamiento a Orwell que siempre sabe a poco nos acerca a un autor que no está muerto y que muchos han querido matar aniquilando la fuerza de sus contradicciones y sus planteamientos. Pero el hecho de no estar muerto no quiere decir que los que lo han vivificado hasta hoy lo hayan resucitado en su totalidad. Leamos sin ceguera 1984, sin gafas antisoviéticas 3D solamente, leamos 1984 como el trasunto de la sociedad de hoy y volvamos sobre todo a Homenaje a Cataluña. ¿Por qué?, por lo de siempre, por pura decencia. Y cuidadito con la verdad, y en esto se parece George tanto a Cioran que uno se ríe de los orígenes de estas cosas, y vuelto a citar a Orwell, «Y si poseéis la verdad, os parecerá muy natural forzar a los demás a pensar como vosotros».
Un hombre comprometido y libre. Por eso me gusta. Y habrá que leerlo.
Gran peronaje y mejor escritor. Me encantan todos y cada uno de los escritos.
Un saludo!