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Otro ladrillo para el muro

ninos_salvajesJOSÉ MARTÍNEZ ROS | En 2010, en la Esmerald City Comic Com de Seattle, el editor jefe de Image, la principal editorial de cómic “independiente” norteamericano, Eric Stephenson, conoció a un joven veinteañero checo que llevaba leyendo cómics desde los cuatro años y que acababa de trasladarse a Estados Unidos con el objetivo de escribir aquellos tebeos que le hubiera gustado leer. Ese joven se llamaba Ales Kot y, actualmente, tras varias obras publicadas, tanto en Image, como en los dos gigantes de la industria, Marvel y DC, se le considera una de las mayores promesas del medio. Stephenson quedó tan impresionado que, inmediatamente, le encargó su primer proyecto. Al día siguiente, en otra afortunada coincidencia, Kot conoció a un joven dibujante llamado Riley Rossmo. A los pocos meses, se publicaba en Image su primera obra conjunta, ese Niños salvajes que ahora nos trae ECC.

Así pues, Niños salvajes (Wild children en el original) es la carta de presentación tanto de su guionista como de su dibujante en la industria del cómic estadounidense. De ese modo tenemos que juzgarla: la obra de dos veinteañeros con un extraordinario talento, un filtrado de distintas influencias que se presenta ante nosotros como un provocativo canto a favor de la rebeldía juvenil y al valor de la individualidad frente al adoctrinamiento por parte de las instituciones de la sociedad actual.

Niños salvajes empieza cuando un grupo de estudiantes secuestra a varios de sus profesores en el típico instituto norteamericano, en una escena que parece evocar ciertos hechos como la matanza de Columbine. Sin embargo, pronto la historia da un giro: los jóvenes insisten en que no quieren hacer daño a nadie y que su objetivo es desvelar, ante el mayor número de espectadores una verdad oculta que nos afecta a todos… Por su brevedad y concisión, se trata de una obra casi más metafísica que literaria. Es una obra con un mensaje encerrado dentro de cada uno de los múltiples recursos textuales y gráficos que Kot y Rossmo utilizan para crear una atmósfera onírica, hipnótica.

Entre las influencias más obvias que se advierten en una primera lectura, hay que destacar a Grant Morrison, con su mezcla de metaficción y surrealismo (de hecho Kot no duda en rendirle homenaje invocando Los invisibles dentro de su propio cómic), así como del Situacionismo de Guy Debord y otros autores. Es más, en cierto modo, Niños salvajes es una obra de arte situacionista clásica: una situación que hemos visto cientos de veces en películas o series de televisión o cómics -un secuestro- es distorsionada por sus autores hasta convertirse en algo muy distinto: una lectura crítica de nuestro mundo.

Pero no os preocupéis: Kot y Rossmo saben enmascarar todas sus “ideas”, las cargas de profundidad que lanzan contra el condicionamiento mental que nos imponen desde la infancia, con una narrativa veloz y brillante. Así que no olvidéis sus nombres, porque, sin duda, van a ser los autores de algunos de los mejores cómics que leeréis en un futuro muy cercano. [Publicado en Notodo]

Niños salvajes (ECC, 2015), de Ales Kot y Riley Rossmo | 64 páginas | 6,50 € | Traducción de David Fernández

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