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Pérdida y horizonte

reseña alejandro

ALEJANDRO LUQUE |  Borges solía decir que la garantía irrefutable del origen árabe de Las mil y una noches es que en sus páginas no aparece un solo camello. Dato que todavía debemos verificar al cien por cien, pero que no deja de tener –como todas las ocurrencias del argentino– su gracia. Lo mismo cabría decir de la poesía de Abdul Hadi Sadoun, irrefutablemente iraquí porque en ella no aparecen camellos ni palmeras ni oasis, y mucho menos coches bomba o kalashnikovs. Sadoun es iraquí de un modo natural, nada enfático. Lleva varios años residiendo en España, conectado con maestros como Lorca, Alberti, Machado, Juan Ramón Jiménez, Aleixandre o el propio Borges a través del noble ejercicio de la traducción, lo que le permite el supremo atrevimiento de escribir versos en una lengua como el español, tan distinta de la suya materna.

Eso es algo que temerariamente ensayan muchos autores árabes; y digo temerariamente no porque la lengua de Cervantes sea un coto vedado ni mucho menos, sino porque con demasiada frecuencia salen derrotados de la prueba, condenados a remedar a algunos nombres señeros, pero sin fortuna en la empresa de tomar al asalto, con determinación, ese tesoro secular y atreverse a revolucionarlo. En el caso de Sadoun, es encomiable su voluntad de conectar una lírica contemporánea con sonoridades andalusíes y poemas árabes clásicos, lo que da lugar a piezas de desigual valor.

El atractivo título de este libro es Todos escriben sobre el amor menos tú, lo que sugiere la existencia de fuerzas mayores que distraen al poeta de su atávica vocación amorosa. Esto es cierto solo en parte, pues la poesía amorosa asoma en estas páginas, y a mi modo de ver no siempre en las más afortunadas. La sentimentalidad parece siempre una apuesta segura, pero a menudo olvidamos que nos expone a algunos enemigos mortales como los lugares comunes, la demasiada confesionalidad o el exceso de almíbar.

Vaya por delante, pues, que Sadoun es un poeta en busca de una voz, y que más allá de los resultados es la propia búsqueda el atributo principal de su faena. En este sentido, es también en esa profesión de desarraigo que articulan algunos de sus poemas donde más firme resuena su discurso: “Soy hijo de ciudades,/ nací en una gran ciudad/ y en otra grande vivo”, dice en un poema que transmite muy bien esa soledad paradójica y feroz que todos hemos sentido alguna vez, que se siente como en ninguna otra parte en las grandes y superpobladas urbes.

Curiosamente, el autor también parece crecerse cuando apuesta por el poema breve de índole más o menos filosófica, donde los ritmos y las sonoridades funcionan a la perfección: “En los libros/ inventamos la historia,/ en la palabra, la vida./ ¿En qué rincón de la memoria/ –oh Hacedor de los huecos–/ sembramos el olvido?”.

En efecto, hay en estos poemas de cuatro, cinco o seis versos un aire de copla flamenca, sin necesidad de rima, que conecta al bagdadí con don Antonio Machado y con Federico, sin dejar de tener ese rumor oriental de fuentes y aljibes tan grato a los cultivadores del mito. Nada que objetar a estos guiños, pero en próximas entregas el autor de Escribir en cuneiforme y Memorias de un perro iraquí debe atreverse a ir más allá. La tradición –la árabe iraquí como la española– solo tiene sentido si se asimila para construir algo nuevo a partir de ella. Y él, que participa de una y otra, tal vez esté mejor facultado que nadie para sintetizarlas y ponerlas al día.

Amor y dolor, desolación y esperanza, pérdida y horizonte, sueño y realidad son algunos de los polos en los que se mueve la poética de este viajero de la lengua. Seguiremos sus pasos con la fe en que, con el timón bien agarrado y los adecuados instrumentos de orientación, tocará en el porvenir muchos puertos hospitalarios.

Publicado anteriormente en la revista M’Sur.

Todos escriben poemas de amor menos tú (Bala Perdida, 2018) | Abdul Hadi Sadoun | 74 páginas | 11 euros

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