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Piña colada

Piña

Michael Cera

Alpha Decay, 2011. Colección «Alpha Mini»

ISBN: 978-84-92837-32-8

64 páginas

7 €

Traducción de Mercedes Cebrián

Ilustraciones de Blanca Miró

Fran G. Matute

Permitidme una frikada: una de las últimas grandes escenas de la historia del cine fue protagonizada por Michael Cera en aquélla obra maestra espantosamente titulada en este país como Supersalidos (Greg Mottola, 2007). Os sitúo: escena de la fiesta. Cuando Evan, el personaje interpretado por Cera, es invitado a cantar por unos drogados (que lo confunden con otra persona) y el amigo se lanza a destrozar las primeras estrofas del «These eyes» del grupo canadiense Guess Who. ¿Ya le ponen cara? Sí, ese es el autor del relato que nos traemos hoy entre manos.

¿Y por qué le publican un relato a un actor de comedieta juvenil con cara de alelado? Os lo voy a confesar: porque ha escrito uno de los textos más redondos del año. Así de simple. En apenas 60 páginas. Como hacen los grandes maestros del género. Como hacen, por ejemplo, Rick Moody, David Sedaris, George Saunders, Michael Chabon

Fue idea de Dave Eggers incluir este Piña en una de las últimas ediciones de su McSweeny’s y fue el propio Eggers el primero en poner en solfa la calidad del relato. ¿Y qué es lo que tiene de meritorio? ¿Por qué cantamos sus alabanzas? Por su falta de pretensiones. Su candidez. Su ironía. Su inteligencia. Su precisión. Su sencillez. Su perfección.

La historia de Piña es la de un actor en horas bajas que deambula por Hollywood buscando su sitio, un nuevo papel que interpretar que lo desencasille y quizás, en el fondo, lo que busca sólo sea el sentido de la vida. Mal sitio para ello, Los Angeles. Imagino que muchas de las anécdotas que le ocurren a Carroll Silver -el protagonista de este relato- provienen de la propia experiencia de Cera (ese encuentro en el autoburger, tan arquetípico). Y sí, mucho hay en este relato del Cera de la excelente Nick y Norah, una noche de música y amor (Peter Sollet, 2008). Así que originalidad no es precisamente lo que ofrece Piña. Y sin embargo no nos ha importado lo más mínimo. ¿Cómo negarse a una historia en la que se visita -ilustración incluida- la mítica Amoeba Records? ¿Cómo obviar esos diálogos tan bizarros? ¿Esa historia de amor -si la podemos llamar así- tan disfuncional? La verdad, como crítico me cuesta explicar el éxito de este texto pero no puedo evitar haber sucumbido a él.

Hablábamos antes de falta de pretensión y creo que es ahí donde reside el acierto de un relato como Piña. Su frescura. El que Cera sea consciente de que está jugando en una liga que no es la suya. Dudo mucho que el actor se pase a la escritura, pero ahí quedará para siempre este texto. Un ‘one hit wonder’, como dicen en el mundo musical. Una nueva jugada del maestro Dave Eggers, ese gran gestor del talento ajeno. Uno tiene la sensación de que con este relato nos la han colado, amigos lectores. Nunca debió haberse publicado y sin embargo todos caen rendidos a sus pies. Disfruten de esta Piña colada. Es verdaderamente refrescante.

admin

7 comentarios

  1. Vaya, teniendo en cuenta su reseña de su primera incursión en la narrativa, y lo mucho que me irrita el Sr Cera como actor, sólo me queda esperar que se pase definitivamente a la escritura y deje de aparecer en las pantallas…

  2. Supongo que prefiero la actitud “sé que piensas que soy un gilipollas y me da igual” a “soy guay sin interrupciones” y su variante “debes tenerme pena porque, aunque me vea en estas desafortunadas circunstancias, en el fondo soy la mar de guay”.

  3. Yo los veo más como «chico sensible con problemas» (Eisenberg) vs «nerdo al que todo le sale bien» (Cera). Pero me gustan mucho los dos, la verdad… 😉

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