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Poesía contra los agujeros negros

JUAN CARLOS SIERRA | Después de cinco años de relativo silencio poético o, dicho de otro modo, transcurridos cinco años tras la publicación de Poemas pequeñoburgueses (Renacimiento, 2016), Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, 1966)vuelve a los versos con un nuevo libro, Horizonte de sucesos, también publicado en la editorial sevillana Renacimiento.

Un lustro en la vida de cualquiera puede dar mucho de sí, sobre todo si se le cruza, por poner un caso, una pandemia. Pero más allá de lo histórico de este acontecimiento -este sí que lo es, y no cada uno de los tres o cuatro Barça-Madrid de cada temporada-, lo importante es qué hace cada uno con esos cinco años de más y, en el caso que nos ocupa, qué hace poéticamente Juan Bonilla con ellos. Y lo que comprobamos en este nuevo libro, ya que hemos sacado el tema de la pandemia que aún sufrimos, es que no se le da cancha a este episodio desgraciado o, al menos, no de una forma explícita, evidente. Y esto, para empezar a valorar el nuevo poemario del escritor jerezano, ya es de agradecer en un ecosistema literario amenazado por un colosal terremoto editorial de publicaciones en torno a la pandemia, el confinamiento, el posconfinamiento, la desescalada, la vacunación, el movimiento negacionista, Miguel Bosé, los pijos cabreados del barrio de Salamanca, los opinadores expontáneos -o sea, todos-, los virólogos de primera hora,… Así que absténganse lectores ávidos de una explicación lírica acerca de los últimos acontecimientos y bienvenidos los lectores habituales de la obra poética de Juan Bonilla, en particular, y de la poesía de varios quilates, en general.

En Horizonte de sucesos nos topamos con un autor y una forma de acercarse a los versos que ya estaban en Poemas Pequeñoburgueses, pero con los matices que proporcionan el paso del tiempo y la sensibilidad del poeta respecto al transcurrir de los años. Si desde la atalaya de los 50 Juan Bonilla jugaba a quitarle dramatismo a la vida a través de una ironía liberadora y más o menos constante, este recurso ahora da la impresión de encontrarse más matizado, más rebajado, aunque afortunadamente no ausente, porque se halla en los genes poéticos de Juan Bonilla. El rictus que dibuja una sonrisa en el lector, la liberación del guiño humorístico, siguen ahí, pero la balanza se ha vencido hacia un tono algo más grave quizá en este Horizonte de sucesos, sin caer en el patetismo, no obstante.

El horizonte de lo inevitable, de la muerte, se encuentra al fondo de muchos de los poemas del libro que reseñamos. Su presencia, más o menos explícita, se repite con mayor frecuencia que en entregas anteriores de Juan Bonilla. El tiempo predominante de estos poemas es, por tanto, el presente continuo, la constatación de lo que está sucediendo, que trata de evitar las trampas elegíacas del pasado y muestra una perspectiva algo escéptica sobre un futuro ahora más incierto que nunca, a pesar de la certeza sobre la proximidad de su final.

Sin embargo o quizá precisamente por esta conciencia de finitud, se canta en paralelo a la vida, que es celebrada con entusiasmo, pero sin ingenuidades ni alharacas. En este sentido, llama especialmente la atención la mirada a lo cercano, a lo cotidiano, a lo aparentemente insignificante; también a los cuidados del amor y a su capacidad salvífica en esta suerte de naufragio al que se va pareciendo la vida.

La perspectiva ha girado. La mirada de Juan Bonilla en estos poemas de Horizonte de sucesos no se corresponde con la del cuerpo; he ahí quizá lo más trágico y paradójico de lo que cuentan estos poemas. ‘Nada nuevo’ se llama uno de los poemas centrales de este libro -poema central tanto por su posición en la arquitectura del poemario como por su relevancia significativa en el conjunto-. “Todo envejece menos la mirada” dice el verso final. Parece que solo desde la conservación de ese deslumbramiento propio de la juventud es posible vencer, aunque solo sea poéticamente, a lo inevitable, a la muerte y al deterioro del cuerpo (o viceversa). Si esos ojos y su capacidad de asombro, de indagación, de sospecha, envejecen al mismo ritmo que el rostro que los soportan, estamos perdidos.

Por lo tanto, también la poesía nos podrá salvar, aunque sea de forma momentánea, de ese agujero negro que inevitablemente nos succionará. Porque, como apunta Juan Bonilla en el último párrafo de las páginas introductorias de este libro, los gestos, los acontecimientos, las ideas, las canciones, los amores,… que logren descolgarse, aunque sea fugazmente, de esa fuerza succionadora y de los que la poesía pueda dar fe, generarán una energía, una luz, una radiación, un calambre,… en quien los lea convertidos en versos que de alguna manera se convertirán en antónimos del final al que todo está abocado. Y habrá merecido la pena resistirse, rebelarse poéticamente.

Y, precisamente por eso, este Horizonte de sucesos de Juan Bonilla también habrá merecido la pena, porque es poesía contra los agujeros negros.

Horizonte de sucesos (Renacimiento, 2021) | Juan Bonilla | 136 páginas | 15,90 euros

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