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Poesía de hoy para siempre

Después de la noticia

José Julio Cabanillas

Editorial Metropolisiana, 2011

ISBN: 978-84-614-7934-4

64 páginas

14 €

Jesús Cotta

De libro en libro, los temas de José Julio Cabanillas son los mismos, pero su voz es cada vez más nítida y hermosa y los hace nuevos cada vez que los canta. Y ahora nos obsequia con este libro de vuelo de pájaro, de imágenes sorprendentes y siempre naturales y, sobre todo, de emoción honda. Y la alegría lo preside, porque, aunque la muerte está presente en todo el libro, la infancia la viste de primavera y esperanza. De los misterios gozosos de la infancia a los misterios gloriosos de la muerte. Y al revés.

Empieza el libro con un poema fundacional, mítico, feérico, un cuento infantil que parece rememorado en el último instante de la vida, como un ‘Rosebud’ salvador, misterioso y dador de sentido, con el poeta niño como protagonista, a quien la poesía misma, que es la que habla, ha investido de niño y de poeta para siempre.

El poema «En tanto« es una honda prueba poética de que un tema tan habitual como la fugacidad del tiempo se torna nuevo y novísimo en la boca de un buen poeta, que logra esa proeza, para más inri, con una imagen tan clásica como la rosa. “Te coronan tus pétalos: tú eres, rosa, tu reina”. Enhorabuena.

«El sol del unicornio» es un poema grabado en nácar y plata, un canto bellísimo y esperanzador para quienes desesperan ante la muerte.

Y con «La nube« uno tiene la sensación de que los recuerdos más vívidos de la infancia nos regresan hasta las manos como estrellas fugaces. Y uno se queda sin comprender cómo es posible que hayan desaparecido si uno es esos recuerdos, si la felicidad y el sentido total estaban en ellos.

Con «Nadas» dan muchas ganas de creer en Dios, porque, si existe, se transfigura de pronto incluso lo más insignificante en algo importante y único, como, según dice María Zambrano, hace también la poesía, que rescata las cosas de su insignificancia. En este poema, Dios y poesía se juntan para convertir en maravilloso lo cotidiano y en grande lo diminuto.

Y «Marzo« es una ventana privilegiada que el poeta nos abre al “agua del mil brotar que nadie estanca” y hay que guardar un silencio atónito ante la revelación de toda esa belleza que está a nuestro alcance, pero que nos pasa inadvertida y que la poesía rescata para aumentar el número de cosas hermosas en el universo. Cada vez que uno esté triste y piense que la vida no vale la pena y que el mundo es un asco, lea esta hermosura de soneto. Lo recomiendo.

Nos contaba hace poco un amigo, que ha sido prejurado en varios premios, que, para ganar un premio de poesía, uno debe abstenerse de estrofas clásicas, de titular los poemas, para que parezca un libro unitario, y que es bueno citar a algún poeta venerado entre los entendidísimos y, por supuesto, nada de referirse a Dios y a lo espiritual, sino a lo que, dentro de lo material, parece menos material: aire, luz, ámbito, espacio, agua… En fin, libros de tema y verso blancos (aunque también se valora mucho un toque de realismo sucio).

Pues bien, este libro no cumple ninguno de esos requisitos: junto a los endecasílabos blancos, hay algunos sonetos estupendos y algún romance, y los poemas están titulados y aun así el libro es unitario y no hay ningún poeta citado y aun así bebe de toda una tradición milenaria y no solo toca todas las cosas que se pueden tocar sino que además habla de Dios sin pudor ninguno, es más, va “de la mano caliente del Dios vivo”. Qué descaro. Y todo eso es lo que hace que este libro valga realmente la pena.

Y, bueno, después de llevarnos en un vuelo de águila caudalosa al nisporero, a los grillos, a la luna, a la gata Jueves, a la niña que murió, a las calles que pasaba el Divinísimo “montado en su carroza de frágil tintineo”; después de mostrarnos al ciervo que viene a llevarse a su amado fray Juan a otro reino, después de presentarnos a “loco enero de pelo en remolino”, este libro delicado, intenso, labrado, precioso y personalísimo acaba con una conversación de vencejos. ¿Qué más se puede pedir?

admin

4 comentarios

  1. No tienen nada que ver con la reseña pero acabo de leer «Deriva» de Alberto Marina, publicada en 2008 por Metropolisiana y es un artefacto altamente recomendable…

  2. Gracias, Javier. Un abrazo.

    Fran, para mí la editorial Metropolisiana ha sido todo un descubrimiento, así que le seguiré la pista al libro del que hablas. Un abrazo.

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