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Rajoyniana. Cuanto peor para todos, mejor para mí

JUAN CARLOS SIERRA | Hay libros con apariencia ligera, liviana o amable que luego resultan más graves, profundos e incómodos de lo esperado. Es lo que le ocurre a Malismo. La ostentación del mal como propaganda, de Mauro Entrialgo. Echando un vistazo a su portada, uno puede llegar a pensar que, bueno, parece un libro fácil, divertido, suave. Luego, te vas a la contracubierta, lees la primera frase –“Llamamos ‘malismo’ al antiintuitivo mecanismo propagandístico que consiste en la ostentación pública de acciones o deseos tradicionalmente reprobables con la finalidad de conseguir un beneficio social, electoral o comercial”-, terminas el párrafo –“Es una eficiente fórmula publicitaria que ya no se dirige contra los poderosos, sino que es una herramienta de estos”-, y esa primera impresión se desvanece, y te lanzas a su lectura a pecho descubierto, porque a priori parece que puede proporcionar algunas respuestas a eso que te lleva descolocando desde hace ya más de una década y que entiendes que ha devenido en el auge de lo que nunca creíste que podría resurgir, porque la historia reciente de Europa y de España nos habría vacunado suficientemente contra cualquiera de las caras de la hidra fascista. De modo que más allá de la clamorosa y generalizada indigencia en formación histórica y de la inopia política de gran parte de la población –yo creí erróneamente que solo española-, existen otros entresijos sociológicos, psicológicos y propagandísticos –tanto monta- que explican el panorama que se nos está quedando en eso que llamamos el mundo desarrollado, es decir, fundamentalmente en nuestra vieja Europa, en Estados Unidos y en parte de Sudamérica, donde los discursos y las prácticas claramente fascistas se están llevando el gato al agua o, mejor dicho, el voto a las urnas.

Esto es lo que va a encontrar quien se acerque al libro que nos ocupa en esta reseña. A esta estrategia de manipulación el autor la bautiza con el nombre elegido para este ensayo, ‘malismo’, un vocablo construido frente a ese otro pretendidamente despectivo y antónimo que es ‘buenismo’. Siguiendo inspiradoramente la cita de Ursula K. Le Guin que encabeza el libro, “Conocer el nombre significa controlar la cosa”, Entrialgo nombra específicamente un fenómeno contemporáneo, le pone cara lingüística, porque es absolutamente necesario, porque de no ser así, seguiríamos dando tumbos, chocando perplejos contra una realidad que se nos ha vuelto del revés, una existencia donde lo que antes era despreciable ahora goza de un desmedido éxito político, mediático, cotidiano,…

Este es, creo, el mayor mérito de Malismo: nombrar y explicar de forma razonada las entretelas de algo que rompe todos los mínimos consensos internacionales, todos los principios éticos que creíamos consolidados, todas las lógicas de socialización asentadas, aceptadas, elevadas a los altares del diálogo, de la búsqueda democrática del acuerdo, de la justicia social, del cuidado de nuestros semejantes y de nuestro medioambiente,… Sin embargo, por extraño que parezca, todo este movimiento ‘malista’ ha alcanzado en los últimos años una popularidad brutal gracias a ciertas estrategias procedentes del mundo de la publicidad que son capaces de vender un producto a priori invendible, la maldad. Y es que en publicidad a veces las lógicas contradicen a la lógica. 

El resurgimiento de la ultraderecha tiene que ver con esta tendencia al ‘malismo’, a la glorificación de la maldad haciéndola pasar por algo que mola, ya que posee un componente antisistema muy potente. Esto explica a personajes tan siniestramente actuales como Miguel Ángel Rodríguez y a sus secuaces, especialmente a su jefa. También entre la intelectualidad, sea eso lo que sea, hay tipos broncos que han hecho de los desplantes ‘malistas’ su modus vivendi desde antes incluso de que se detectara el fenómeno. Estamos hablando en concreto de Arturo Pérez Reverte y su chulería, vanguardia fanfarrona y bravucona de sapos y culebras ‘malistas’ en redes sociales, en artículos de opinión o en sus intervenciones televisivas junto a su amigo Pablo Motos, por ejemplo. En la página 96 del libro, aparece un claro ejemplo de esta actitud ‘malista’: ante las lágrimas de Miguel Ángel Moratinos en el acto de traspaso de cartera a Trinidad Jiménez en el Ministerio de Exteriores, el escritor cartagenero esputa testosterónico en redes: “Vi llorar a Moratinos. Ni para eso tiene huevos”. En aquellos tiempos ‘premalistas’ cosechó, como era lógico, algunos reproches por su clamorosa falta de empatía y de sensibilidad, pero el exceso verbal parece que forma parte de la leyenda de Pérez Reverte y, por supuesto, el personaje no iba a defraudar; en su respuesta no pidió perdón ni se arredró – “A la política y a los ministerios se va llorado de casa”- y además detectó los beneficios de su mala baba -“2.000 seguidores nuevos en 24 horas, gracias al extinto ministro. Si lo llego a saber, lo insulto mucho antes”-.  

Hablando de adelantados del ‘malismo’, recordemos con Entrialgo en la página 112 de su libro lo que dijo el actual presidente de Estados Unidos, aquello de que él podría disparar a plena luz del día a un transeúnte en la Quinta Avenida y no perdería ni un solo voto. Y lo ha demostrado. Y lo está demostrando día tras día. Y da pavor, porque hay una cantidad ingente de votantes (en USA y en el resto del planeta) dispuesta a santificar esta lógica ilógica ‘malista’, a apoyar a un demente en Norteamérica, pero también en Argentina, en Brasil, en Italia, en Hungría, en Rumanía,… o en España. Porque resulta que “…las acciones malvadas producen un beneficio en la consideración popular de aquel que las realiza”. Es decir, que cuanto peor mejor, como dijo en uno de sus galimatías lingüísticos (y conceptuales) Mariano Rajoy desde la tribuna del Congreso de los Diputados: “Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político”. El ‘malismo’, de todas formas, no descansa y no hay que tomárselo a broma, de modo que está bien que alguien como Mauro Entrialgo nos lo explique.

Para su exposición en el ensayo que comentamos, el autor utiliza un lenguaje actualizado, cercano en muchas ocasiones a la moderna jerga digital, que por momentos puede resultar, no obstante, algo confusa para lectores de ciertas edades y contextos. A través de ese vocabulario mainstream, de su léxico plagado de neologismos, entiendo que el autor busca la complicidad de lectores de una franja de edad poco provecta, que son muy probablemente también a quienes podría ir más intencionadamente dirigido el libro. En cualquier caso, el tono divulgativo general del ensayo y la estrategia de exposición –tesis acompañada de ejemplos variados extraídos de la realidad más próxima- ayudan a ampliar su potencial espectro lector puesto que Malismo va de algo que nos apela a todos, independientemente de nuestra edad.

Este último libro de Mauro Entrialgo está escrito desde la idea ilustrada –quizá algo ingenua a estas alturas del partido- de que unos cuantos argumentos bien armados, basados en datos objetivos, contrastables, fehacientes y bien explicados valen más que mil bulos o mil exabruptos matones. Sin embargo, el propio libro lo dice, el ‘malismo’ -y toda la inmundicia ideológica que lo rodea- está hecho de vísceras, de tripas, de emociones primarias,…  Así es complicado que un texto meritorio como el de Entrialgo pueda servir para darle la vuelta a una situación como la que vivimos, aunque también puede ser que realmente la función del libro sea mucho más modesta: simplemente ofrecernos, en la estela de la cita de Le Guin, un nombre para explicar un fenómeno complejo, una etiqueta que nos sirva además para salvar nuestra perplejidad, para que se nos quite la cara de tontos cuando observemos la desvergüenza, la cara dura, la prepotencia y la ramplonería intelectual de los malos.

Lo que está claro es que como sociedad y como individuos todo esto hay que hacérselo mirar bien, como hace el autor en el epílogo del libro, y, sobre todo, hay que tener presente que los malos no pueden volver a ganar, que nunca fue tan fácil ser antifascista. Y para ello, entre otras cosas, hay que leer Malismo. La ostentación del mal como propaganda.

Malismo. La ostentación del mal como propaganda. (Capitán Swing, 2024) | Mauro Entrialgo | 160 páginas | 18,5 €

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