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Reseñando al reseñista

978848472925[1]

 

Lecturas buenas y malas

José Luis García Martín

Renacimiento, 2014. Colección «Los cuatro vientos»

ISBN: 978-84-8472-925-9

345 páginas

20 €

 

 

Juan Carlos Sierra

Es un poco raro que se publique un volumen que recopile reseñas recientes de un crítico literario. La mayoría de ellas están ligadas a la fecha de caducidad de las revistas especializadas, los suplementos culturales o los blogs; y la mayoría de ellos –me refiero a los críticos literarios, en sentido genérico- suele ser consciente de la fugacidad de los medios en los que escriben. No obstante, de cuando en cuando aparece un volumen aquí y allá de críticos cuya trayectoria, prestigio y ojo analítico se encuentran entre lo más granado de la profesión –si es que a esto se le puede atribuir dicho apelativo-, como es el caso de José Luis García Martín.

También resulta algo poco habitual que un editor en su sano juicio se atreva a publicar un volumen de estas características, ya que los potenciales lectores de este libro se reducirán al exiguo grupo de quienes ejercen la misma labor que el autor, es decir, a los compañeros de faena crítica -y no a todos- o, por pura curiosidad o morbo, al más reducido conjunto de escritores que puedan leerse como protagonistas de algunas de las reseñas recogidas. Es más que probable que el libro resulte deficitario para el editor, lo que se puede interpretar de forma extrema: o bien como miopía empresarial o como puro amor al arte. Vaya usted a saber. No obstante, a propósito de este asunto, recuerdo lo que le he oído decir en más de una ocasión a Ramiro Domínguez, director de la editorial Sílex: “Para publicar lo que a uno le apetece, a veces hay que sacar libros alimenticios”. Evidentemente, Buenas y malas lecturas no se ajusta a esta segunda categoría.

Y para concluir con las rarezas, he de admitir que puede parecer algo extravagante reseñar un libro de reseñas.

En un principio, se puede llegar a pensar que Lecturas buenas y malas se trata de una recopilación de textos más o menos dispersos que el autor ha seleccionado para darlos al público como un todo más o menos coherente. Sin embargo, en el periódico con el que colabora José Luis García Martín, La Nueva España, este afirma que «se tiende a pensar que se trata de una recopilación, cuando lo cierto es que son textos pensados de antemano para este formato«. No es que pretenda enmendarle la plana al autor, lo cual sería una osadía por mi parte -cada uno sabe lo que hace con sus obras o lo que dice sobre ellas-, pero resulta algo extraño pensar que el devenir caótico de las mesas de novedades y de las lecturas personales y profesionales ofrezcan la oportunidad de pensar a priori en una colección bien planificada de reseñas que luego se darán a la imprenta en forma de libro. Pero vaya usted a saber.

Lo que quizá cumpla con esta condición previsora y organizada es la primera parte del libro titulada «Criticar por criticar (A modo de prólogo)». Se trata de un conjunto de aforismos acerca del oficio de escribir -novela, poesía, ensayo, reseñas,…- y sobre las relaciones complejas, contradictorias y paradójicas entre creadores y críticos. En ellos se destila ironía, humor y mala leche a partes iguales y se enuncia -entre veras y bromas- una serie de asertos que no todo el mundo está dispuesto a admitir ni a expresar en público, además de alguna que otra ‘boutade’.

Avanzando en la lectura del libro, nos encontramos con reseñas de lo más variado: biografías, autobiografías, memorias, vida y miserias del mundillo literario y crítico, ediciones sospechosas,… y, por supuesto, poesía, género en el que José Luis García Martín se encuentra cómodo a ambos lados de la barrera, como creador y como crítico. Asimismo, hacia la mitad del volumen, aparecen tres entrevistas bajo el título de «Charlas de café» cuyo protagonista es el autor del libro, pero de las que sospechamos que también es él el responsable de las preguntas. Se trata de un interesante juego en el que José Luis García Martín se pone en bandeja la oportunidad de tratar muy cervantinamente -yo solo reproduzco lo que me he encontrado o solo respondo a lo que me preguntan- algunos puntos de vista propios que de otra manera resultaría algo pretencioso poner sobre la mesa.

Tras la lectura de estas Lecturas buenas y malas el reseñista que reseña al reseñista saca algunas conclusiones/aprendizajes. A saber. Primero, que se puede escribir sobre la obra de otros, aunque sean amigos, con el cuchillo entre los dientes si es necesario, siempre y cuando la hoja y el mango estén bien trabajados, limpios y se conozca hasta los altos hornos donde se fundió el metal y el árbol del que se extrajo la madera. Segundo, que existe la justicia poética o, al menos, el crítico ha de aspirar a ella, caiga quien caiga, porque tiene una responsabilidad ineludible con el lector de sus reseñas, por muy minoritario que sea. Tercero, que no hay vacas sagradas, a pesar de lo que digan los suplementos literarios oficiales -en este sentido, son dignos de mención los varapalos que reciben Fernando Savater o Pere Gimferrer, por poner dos casos muy contemporáneos e ilustrativos-. Y cuarto, que en cualquier libro, por muy bueno que nos parezca, hay sombras que hay que intentar desvelar y que a veces estas contribuyen a la grandeza de esa obra.

Así que siguiendo este «tetrálogo», y centrándome especialmente en el último punto, adelantamos un ‘pero’ que se repite en más de una de las reseñas leídas en Buenas y malas lecturas y en el que espero no haber caído escribiendo esta reseña. A veces el autor se entretiene demasiado en anécdotas del libro objeto de su análisis -pienso, por ejemplo, en la dedicada a la biografía que sobre Luis Cernuda escribió nuestro compañero «estadista» Antonio Rivero Taravillo– e incluso las extiende, gracias a su poso lector, más allá de donde la obra reseñada ha querido llegar, dejando para los últimos párrafos una visión de conjunto del libro a la que le falta su armazón argumental.

A pesar de esto o quizá precisamente por esto mismo, queda claro que José Luis García Martín sigue manteniendo una excelente salud como crítico literario como queda demostrado en estas Lecturas buenas y malas, obra que cualquier aprendiz de reseñista debería de tener en cuenta antes de ponerse a escribir, por su responsabilidad con su tarea y, sobre todo, por respeto a quienes lo lean.

admin

2 comentarios

  1. «Se puede escribir sobre la obra de otros, aunque sean amigos, con el cuchillo entre los dientes si es necesario, siempre y cuando la hoja y el mango estén bien trabajados, limpios y se conozca hasta los altos hornos donde se fundió el metal y el árbol del que se extrajo la madera». Me ha encantado esta frase. Intento aplicármela. Por eso me gusta reseñar libros que hablan de cosas cercanas, cosas que casualmente conozco. Sería lo ideal: que un crítico sepa siempre mejor que el autor de qué está hablando. Y que aplique el mismo golpe certero a quien tenga delante, enemigo o amigo.

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