Muchacho de oro, muchacha esmeralda
Yiyun Li
Galaxia Gutenberg, 2013. Colección «Narrativa Nova»
ISBN: 978-84-15472-56-8
240 páginas
21,90 €
Traducción de Laura Martín de Dios
José Martínez Ros
Este libro -una de las mejores colecciones de relatos que he leído en los últimos años- puede atraer la atención de los que, a través de su literatura, quieren acercarse a la realidad y a la cultura, cada vez más presente, de la China contemporánea, un coloso cuyo ascenso es observado con expectación o temor en el resto del mundo. Sin embargo, hay que señalar que no hallarán en él ningún rastro de exotismo. Yiyun Li, la autora de Muchacho de oro, muchacha esmeralda presta en especial su atención a los miembros más débiles, a los aspectos más ocultos y, a menudo amargos, de su sociedad: a los ancianos, los niños y, sobre todo, a las mujeres.
En los largos relatos -a menudo, casi micronovelas- de este libro, explora un puñado de vidas que, en la mayoría de los casos, se encuentran en un punto de no retorno: personas que recuerdan su juventud, el momento en que tal vez su vida pudo tomar otro rumbo, pero no lo hizo; y lo hacen, a menudo, desde la soledad, el tedio y la nada del presente, cautivas del inevitable paso del tiempo. Aunque, en algunos casos, han cambiado de ciudad o, incluso de país, no pueden huir de si mismos. Como en el famoso poema del poeta alejandrino Kavafis, La ciudad, al haber desperdiciado su vida en el pequeño lugar en que nacieron, la han destruido en cualquier rincón del mundo. Unos relatos perfectamente universales escritos con una prosa detallista, sencilla, pero minuciosa, que, si hubieran sido trasladados a otro tiempo, a otras circunstancias, podrían haber sido firmados por Chéjov. O por Raymond Carver, su lejano discípulo norteamericano.
Los protagonistas pueden ser una mujer de mediana edad, solitaria, que evoca el periodo de su servicio militar y la relación de amistad y desconfianza que mantuvo con una de sus superiores; una adolescente en guerra con el mundo que escribe un blog para vengarse de su padre, que la ha abandonado a ella y a su madre por otra mujer; una pareja que se enfrentan a la difícil decisión de volver a ser padres, o no, tras la reciente pérdida de un hijo; o incluso una peculiar agencia de detectives formada por un grupo de ancianas que ayudan a mujeres engañadas por sus maridos. Mi relato favorito de Muchacho de oro, muchacha esmeralda es «Calle jardín, número tres», una delicada, cotidiana y, a la vez, inmensamente triste historia de amor sin esperanzas que podría haber sido filmada por Wong Kar-Wai.
Demasiado inteletual