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Sesión de voyeurismo

Marga

 

Marga

Marga Gil Roësset

Fundación José Manuel Lara, 2014

ISBN: 978-84-1567-305-7

93 páginas

15,90 €

Edición de Juan Ramón Jiménez

 

 

Rafael Roblas Caride

La historia arranca cuando un par de hermanas, casi unas niñas, depositan en casa de Juan Ramón Jiménez un libro de cuentos originales, rendidas ambas por la admiración hacia la mujer del Nobel, Zenobia Camprubí. Corría el año 1923 y el citado volumen estaba ilustrado con los impresionantes dibujos de la menor de ellas. Ahí, en ese preciso momento, sin que ninguno de sus protagonistas lo presagiara, comenzaría a nacer el “caso Marga”, uno de los episodios más tremendamente trágicos de la intrahistoria de la literatura española del siglo XX.

Marga Gil Roësset (1910-1934) pronto se había convertido en una firme promesa de las Artes Plásticas hispanas, no obstante, la muerte truncaría su prometedora evolución al toparse con la gigantesca figura del «Andaluz Universal». Una admiración rayana en lo devocional y, finalmente, la extremada sensibilidad de la joven precipitarían el drama que acompañó al matrimonio Jiménez Camprubí durante el resto de sus vidas. De este modo, ocurrió que la joven Marga, ofrecida voluntariamente para esculpir sendos retratos de la pareja, termina enamorándose en cuerpo y alma del moguereño durante las largas horas de estancia transcurridas en la residencia familiar del poeta. Juan Ramón, entre el distanciamiento y la fidelidad hacia su mujer, no corresponde a su inesperada admiradora, obligándola así a tomar una fatal decisión: poner fin a su vida con un pistoletazo en la sien. Al parecer, previamente la escultora había dejado en manos del creador de Platero un cartapacio que contenía la confesión de sus más íntimos sentimientos. Tras el desenlace trágico, Juan Ramón y Zenobia dedican grandes esfuerzos para impedir que la obra y la memoria de la infortunada joven cayeran en el olvido, y así consta que el futuro Nobel intentó en varias ocasiones ordenar los escritos de aquel cartapacio entregado por Marga, planificando un guión lírico y ampliando la obra con textos propios inéditos. El libro juanramoniano llevaría el explícito título de Marga, aunque, dicho proyecto terminara naufragando y perdiéndose el manuscrito en manos ajenas a sus protagonistas durante años y años tras el exilio americano de Juan Ramón. Así, el proyecto del volumen se olvida y Marga Gil Roësset va poco a poco desvaneciéndose como un fantasma.

De este modo llegamos al año 1997, cuando la revista El Cultural rescata el caso, despertando la curiosidad de los entendidos y el morbo en el público general, ávido de carnaza literaria… o de otra más común. Pero han tenido que transcurrir casi dos décadas más para que el anhelado Marga vea la luz de la mano de la Fundación José Manuel Lara, conociéndose la totalidad del diario de la infortunada escultora. Nace así esta preciosa edición, prologada por los valiosos textos de Carmen Hernández Pinzón (sobrina nieta de Juan Ramón) y de Marga Clark (sobrina de la precoz artista plástica), que no sólo justifican el rescate de la misma después de tantos años de olvidos, sino que también aportan importantísimos testimonios familiares y datos inéditos que completan el puzle de la historia.

Dicho todo lo anterior, puede entenderse que el acercamiento y el posterior estudio por parte de los especialistas sobre el diario de Marga se justifica en gran medida a partir de la tragedia del hecho motiva su escritura, por  más que en él lleguen a vislumbrarse evidentes aciertos estilísticos tras los balbuceos de su autora. En otras palabras, Marga -excluyendo los poemas de Juan Ramón y las cartas de Zenobia que lo completan- no es una obra literaria canónica, esto es, con una vocación estética creadora per se, sino más bien el desgarrado grito de un desesperado amor no correspondido que culmina en el suicidio. De ahí, y después veremos un ejemplo de ello, la continua sensación que persigue al lector del libro de haber traspasado los límites de lo más íntimo de la joven durante la lectura, transformándose así en un voyeur que suplanta al propio Juan Ramón como destinatario final -y único- del diario.

Pero antes, detengámonos en los aciertos estilísticos del escrito, así como en sus peculiaridades. En primer lugar destaca el mimetismo casi religioso de la joven con el universo juanramoniano, asimilando tanto sus tics ortográficos (“estraña, “imajinéis) como sus expresiones (“parece que soy yo la que amanezco, azul y nueva”). Por otro lado, también sorprende el acentuado lirismo que caracteriza gran parte de sus pensamientos:

Mi amor es ¡infinito!…

…La muerte es… infinita…

el mar… es infinito…

la soledad infinita

… … … yo con ellos

…¡contigo!…

…Mañana tú ya sabes…

yo… con lo infinito…

Paradójicamente, este elevado lirismo, en determinados momentos, distrae del trágico fin al lector, que puede entender el “morir como una metafórica manera de afrontar el final de la relación amorosa. Sin embargo, siempre la historia acude recordando su cruel cita para recalcar que la expresión de Marga no entiende de hipérboles y habla de lo que habla:

…Y es que…

Ya no quiero vivir sin ti […]

…Y como sin ti… es que ni quiero, ni me importa nada…

…lo mejor es morirme…

                    …y para morirse cuando aún se es joven…pues…hay que matarse…

La muerte de Marga no es una exageración literaria, así que la lectura del diario conmueve e impresiona a partes iguales, sumergiendo al espectador en la infortunada decisión y llevándolo a preguntarse, tal y como antes se apuntó, sobre la vulnerabilidad de la intimidad de Marga. ¿No es este diario un elemento particular y reservado exclusivamente a sus protagonistas? ¿Es realmente acertado optar por su publicación? Claramente -y esto lo explica Hernández Pinzón en el prólogo- la decisión inicial de compilar el texto de Marga y editarlo en forma de libro fue del propio Juan Ramón, como homenaje a la artista…:

… es tan bello lo que escribió y fue tan valiente y tan decidida por su imajen, que me parece un crimen (matarlo del todo), una falta de humanidad, no dejar en la vida su “fantasía”.

Precisamente, cuatro poemas de Juan Ramón (“Siesta”, “Espacio”, “Lugar” y “Aurora”), junto con un breve texto titulado “Marga” de evidente vocación prologuista acompañan el cuerpo central del volumen. Cierran este apartado los esbozos y notas encontrados en la carpetilla elaborada por Juan Ramón a la muerte de la joven. Por último, y también como ampliación a la historia de Marga, se publican dos narraciones de Zenobia, originalmente redactadas en inglés y traducidas al español por Graciela Palau de Nemes, que delimitan los perfiles del drama, así como varios fragmentos de una “Historia de Marga” inconclusa que dan fe de la conmoción que el caso debió de causar también en el ánimo de la Camprubí. La edición se completa con un exhaustivo archivo gráfico que reproduce tanto fotografías de época como abundantes manuscritos del diario y  documentos adyacentes, con lo que la curiosidad del filólogo queda ampliamente saciada.

*  *  *

 “Marga, quiero contar tu historia, porque tarde o temprano la contarán los que no te conocieron o no te entendieron”. La autora de la cita, Zenobia Camprubí, a buen seguro celebraría con satisfacción el nacimiento de este Marga. Juan Ramón también. Queda de este modo cumplido el deseo de ambos y la memoria de la infortunada joven rescatada de manera veraz. Sólo por esta deuda de gratitud póstumamente saldada merece la pena acercarse a esta edición de la Fundación José Manuel Lara, y más teniendo en cuenta estos prosaicos tiempos en los que nadie muere de amor. Al menos fuera de los boleros…

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