El viaje a pie de Johann Sebastian
Carlos Pardo
Periférica, 2014
ISBN: 978-84-16291-00-7
229 páginas
18,50 €
Juan Carlos Sierra
Tras Vida de Pablo, Carlos Pardo insiste en el género autobiográfico con El viaje a pie de Johann Sebastian. No sé quién abrió el melón de lo autobiográfico en la reciente literatura española -quizá fuera el mismo Carlos Pardo con su novela anterior-, pero de las noticias en materia narrativa que me han llegado últimamente la mayoría confluye en esta estrategia compositiva -desde los más consagrados como Antonio Muñoz Molina en su última novela Como la sombra que se va a los más jóvenes como Vicente Valero con Los extraños o el propio Pardo-. Bien es cierto que no es uno un devorador de narrativa patria o foránea, por falta de tiempo y a veces por decepciones demasiado frescas en la memoria lectora; así que esta afirmación no tiene más valor que la de lo estrictamente «autobiográfico».
Sea como sea, me resulta un fenómeno peculiar. Desde un punto de vista más bien superficial, se podría decir que a estos escritores les falta imaginación para construir un artefacto literario y, por consiguiente, van a lo fácil. Sin embargo, partiendo del hecho de que en el fondo y en algún sentido cualquier novela es autobiográfica –Sara Mesa ‘dixit’en este blog hace poco a propósito del escritor y aristócrata inglés Edward St. Aubyn-, de lo que se trata es de analizar no tanto el esfuerzo imaginativo del escritor, sino el valor literario intrínseco del relato.
En el caso de El viaje a pie de Johann Sebastian los méritos sobran, pero para mí la principal virtud de esta novela reside en subvertir de algún modo la naturaleza del género narrativo, en particular, y de la literatura, en general.
Siempre he oído decir -e incluso he experimentado- que los libros ordenan el caos de la realidad, le dan sentido -un sentido-. Entiendo que, desechada la objetividad, este depende fundamentalmente de la estructura en la que se presenta esa realidad, decidida subjetivamente por el autor. En cualquier caso, esa nueva realidad de ficción no puede ser realista, porque traiciona el devenir caótico y simultáneo de lo que venimos llamando vida o realidad.
Carlos Pardo, por el contrario, es radicalmente realista en toda su novela, salvo en el relato central del libro, donde se narra desde la ficción más tradicional el viaje a pie -casi 500 km.- que el joven Bach habría realizado con apenas veinte años desde Arnstadt hasta Lübeck para formarse junto al organista Dietrich Buxtehude, su maestro. Y es curiosamente este relato el que, a propósito de la manera de componer del joven Johann Sebastian, ofrece una de las claves del conjunto de la obra de Pardo: la digresión, las líneas de fuga, lo aparentemente secundario y anecdótico que se convierte en protagonista involuntario pero decisivo de la realidad y, en consecuencia, del relato. Es decir, la condición más básica y natural de la vida traspuesta al artefacto literario dentro de las coordenadas de la autobiografía. No se trata, pues, de ofrecer un sentido, un orden, sino más bien de crear las condiciones literarias para ser realista de este otro modo.
A esta apuesta radical en la estructura, en la composición, hay que añadir otro riesgo más que el autor madrileño asume, porque el género lo pide y hay que ser honesto, ya que cuando uno ha elegido un camino, cuando uno se ha comprometido con la palabra y la literatura, hay que ser coherente. Me refiero a la sinceridad, sin medir las consecuencias que pueda reportar al otro lado de las páginas escritas. Desde esta posición, las proyecciones generacionales, históricas y sociales más o menos amables -y, por tanto, ficticias-, pero sobre todo las personales y familiares se derrumban; los mitos se precipitan desde el Olimpo de una narración estándar edulcorada al barro de las relaciones más cercanas, en las que, ya se sabe, “donde hay confianza da asco”.
Knut Hamsun escribió en Hambre la historia de un individuo que había decidido ser escritor a cualquier precio, que lo apostó todo a esa carta. Salvando las diferencias, Carlos Pardo me recuerda a ese personaje de Hamsun. Un libro como El viaje a pie de Johann Sebastian, en su radicalidad y sinceridad, puede no gustar a crítica y público, porque no es una novela fácil, lineal, amable,… no se está cómodo en ella por lo que cuenta y cómo lo hace. Pero “Esta insistencia es mi libertad. Y esta suplantación, la vida escrita, aunque poco fiel, es la vida que he elegido”, afirma Carlos Pardo en la página 97.
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