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Tacto a algas mojadas

SXO. Poesía Lúbrica

Varios autores

Editorial Ópera Prima, 2009

ISBN: 978-84-95461-39-1

100 páginas

15 euros

Ilya U. Topper

Se llama SXO. El título es, afortunadamente, la única concesión a esta manía (¿comercial?) de aparentar juventud o, más exactamente, el apocamiento propio de la peor adolescencia. El resto es poesía. Ni apocada ni juvenil. Poesía a secas o, mejor dicho, todo lo contrario: poesía lúbrica. Mojándolo todo.

La cuarta entrega de ‘Aldea poética’, una serie de antologías lanzada por la editorial madrileña Ópera Prima, se presenta respaldada por media docena de poetas de cierta proyección nacional: Luis Alberto de Cuenca, Ouka Leele, Jesús Munárriz, Belén Reyes, Fanny Rubio, Nancho Novo, Ángel Petisme y por supuesto Aute. Pero no son estos nombres, casi todos afines a un tono decente, los que le dan al librito su sabor –preludio de la miel– sino este curioseo de ir descubriendo el tacto a algas mojadas o encontrar «del cielo la caldera / al rebujo de tu falda«. Es el placer de darse de bruces con los desconocidos, con los que no tienen nombre que arriesgar, a quienes se les ocurrió un buen día agarrar un lápiz y poner en palabras lo de la otra noche. O lo del otro día en la cocina.
36 hombres y 28 mujeres se juntan en esta cama redonda de papel: aquí no hay ley cremallera, excepto aquélla que manda bajarla hasta el final. Hay quien lo hace despacio (como se acarician los huesos de los pájaros) y hay quien se lanza: «y ahora me inclino hacia delante / bajo el tirante / sale una teta arrogante«… Ah pero ¿se pueden utilizar en la poesía palabras a las que la Real Academia de la Lengua asigna el epíteto “voz malsonante”? se escuchó preguntar en la presentación tras recitarse este poema (entero, hasta donde imaginan). A mí sólo se me ocurre que suena mucho peor la palabra epíteto. Y que el lugar elegido para la presentación hacía juego al atrevimiento: Los placeres de Lola, una tienda erótica (y tetería y sala cultural) regentada por tres mujeres en el barrio de Lavapiés, donde por supuesto no se venden muñecas hinchables.
Así que ya saben: en lugar de tomarse tres cubalibres, gástense el dinero en poesía (como ya sugirió Brecht; sale a 23 céntimos el poema); quién sabe si resulta. Con todo, mi favorito es Minipimer: «Camiseta negra de tirantes. Pepita roja en el ombligo. Huelo a sudor, ajo, pan…» No se imaginan ustedes lo que da de sí un electrodoméstico cuando hace calor a la hora de hacer el gazpacho.

admin

Un comentario

  1. Heterogénea cuadrilla, por lo que parece. Me alegra especialmente que esté ahí el amigo Petisme, que por lo visto tiene poemario nuevo. Gracias por la pista.

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