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¡Temblad nazis!

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El botones de verde caqui

Olivier Schwartz, Yann y Laurence Croix

Dib·buks, 2015

ISBN: 978-84-15850-66-3

64 páginas

16 €

Traducción de Diego Álvarez Fernández

 

José María Moraga

La vida, en ocasiones, te hace pequeños regalos en forma de agradables sorpresas que te saltan a la vista desde los anaqueles de las librerías. Dicen mis amigos que eso me pasa porque soy un friki; no sabría decirles: como no soy friki no sé cómo son. Lo que sí sé es que desde hace años mi personaje favorito de tebeo es Spirou, el niño zangolotino vestido de botones, un cruce chungalé entre Tintín y el Botones Sacarino (si se me permite el anacronismo). Entre los tebeos que considero formativos destaco a Mortadelo & cía, Zipi y Zape, Superlópez, Tintín, Astérix, las series de Marvel The ‘Nam y G.I. Joe y las aventuras de Spirou y Fantasio. A lo mejor no soy el más ‘cool’ ni el más ortodoxo, pero siempre he tenido muy claro que si los villanos iban a temblar, mejor que fuese al enfrentarse a esta formidable pareja de héroes belgas. Por eso me he puesto tan contento al comprobar que la editorial Dib·buks acaba de publicar en España Le Groom vert-de-gris (2009), una singularísima aventura de Spirou.

En realidad, El botones de verde caqui (incómoda pero adecuada traducción) es una historieta sacada de una serie de episodios de Spirou al margen de la cronología oficial, una suerte de ‘what if?’ (Marvel lleva casi cuarenta años haciéndolo, con ese nombre). Grandes autores invitados escriben y dibujan un número único y dan rienda suelta en él a su peculiar mundo autoral. En paralelo discurre la serie “normal” de Spirou, que de vez en cuando cambia de autor (como pueda hacerlo Spiderman), ambientada en un presente más o menos futurista. Dib·buks anuncia que habrá más madera durante el 2015 con el número 51 de esta serie regular (obra de Vehlmann & Yoann) y varios volúmenes integrales dedicados a rescatar autores clásicos de Spirou.

¿Y El botones de verde caqui? Para este número, Spirou y Fantasio vuelven a la Bruselas de 1942, en plena Guerra Mundial, ocupada por los nazis. De hecho, la primera viñeta, que presenta un Palais de Justice bruselense rodeado por tropas alemanas con una enorme bandera con la cruz gamada, tiene una cierto tufo a aquella aldea gala que “resiste ahora y siempre al invasor”: “1942, la bota nazi aplasta Bruselas con mano de hierro en casco de acero”. Arranca así un cómic que es a la vez una trepidante historia de aventuras ambientada en la 2ª Guerra (la mejor época posible para las aventuras, estaréis de acuerdo) y un precioso homenaje al rico mundo de ‘la BD’ franco-belga. Siempre había pensado que el “botones” Spirou era más falso que el “periodista” Tintín, aunque en sus comienzos ambos héroes belgas sí que desempeñaran -más o menos- sus labores titulares. Aquí por fin se justifica que Spirou vaya vestido siempre con un uniforme de botones antiguo (algo que ha hecho en las situaciones menos apropiadas y más rocambolescas), porque es el botones de un hotel. Para esta aventura, empero, el vistoso color rojo de su atuendo se ha trocado en el verde militar al que hace referencia el título, más acorde con los tiempos de guerra. Spirou, siempre patriota, no duda en desfigurar un cartel de propaganda de la Legión Valonia (por simplificar, la rama belga de las SS) camino del trabajo, y no tardará en verse envuelto en una intriga antinazi que le llevará a demostrar su heroísmo en hora tan decisiva para su país.

Para el interesado en la Segunda Guerra Mundial, este cómic supondrá una auténtica curiosidad acerca de unos episodios no muy conocidos, con sus chistes sobre el racionamiento, sus enjambres de Heinkels He-111 sobre Bruselas, sus carros Sherman por las calles belgas, su cuestión judía, su resistencia, su colaboracionismo y posterior represión… A mí, fanático de la Guerra y (lo admito) bastante fan de Bélgica, lo que más me ha fascinado es ver cobrar vida ante mis ojos una Bruselas altamente germanizada durante la ocupación, algo que no es de extrañar si se recuerda que los nazis consideraban Bélgica prácticamente su patio trasero (sobre todo la parte flamenca), y que en Gante requisaron el famoso políptico del Cordero de Van Eyck para su delirante proyecto de “Museo de Arte Ario”. Para el interesado en el cómic francófono, El botones de verde caqui es un homenaje a la tradición, repleto de guiños y citas eruditas, como esa maqueta del famoso cohete a la luna del profesor Tornasol que los nazis (muy aficionados a la balística, por lo que sea) poseen. No es el único guiño al universo Hergé: el propio dibujante se cuela en una viñeta y otros de sus personajes también lo hacen, como el hijoputa de Müller, al que el uniforme nazi le viene como anillo al dedo (todo muy gracioso, porque Spirou y Tintín fueron durante años publicaciones rivales).

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Más citas-homenaje, a Franquin (el gran renovador de Spirou en los años 50 y 60), a Blake y Mortimer, a Boris Vian, a muchos otros personajes que resultaría tedioso nombrar… Pero esto no es “El museo imaginario de Spirou”: El botones verde caqui es ante todo una estupenda aventura a la altura de las más trepidantes del personaje titular y sus adláteres, no tan infantil como otras: extrañamente atractiva para los adultos. Tampoco es El dictador y el champiñón, aquí los uniformados no parecen nazis: son nazis, y el dictador es directamente Hitler. Se tratan temas crudos, tristes, aunque no se llega a la seriedad de un Maus ni nada que se le parezca de lejos. El guionista Yann es el reputado poseedor de un peculiar universo propio y aquí así lo demuestra; en ocasiones ha sido comparado con Alan Moore (no sé si justamente, la verdad).

Como suele ser habitual, termino la reseña con un párrafo en el que explícitamente valoro el libro: El botones de verde caqui es un tebeo, tiene 64 páginas y cuesta 16 euros. Si esto es suficiente para echaros para atrás entonces no sois mis amigos. Si -en cambio- sois de los que valoran las cosas bonitas y bien hechas y tenéis curiosidad para apreciar un producto de calidad (y sabéis que los libros, sean del género que sean, no se compran al peso)… supongo que ya os estaréis poniendo el abrigo para ir a pillarlo.

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