Mientras miraba, la presa se rompió con un sonido atronador y dio paso a una salvaje inundación. La casualidad de que presenciara aquel espectáculo me pareció milagrosa. “Me alegré al borde del miedo”, como describía Emerson la exaltación que a veces le invadía al aire libre. Por un instante casi me desmayo al ver que yo no era el centro del universo, sino que formaba parte de él.
CAROLINA EXTREMERA | De poder elegir un súper poder, ¿cuál elegiríamos? La respuesta a esta pregunta puede variar mucho según la edad de la persona que la contesta. Cuando somos niños, todos queremos volar. Despreocupados por cómo reaccionaría el mundo si se nos viera flotando, solo buscamos algo simple que nos haga disfrutar. A los veinte, deseosos de viajar, escasos de dinero y conscientes de lo mucho que tardaríamos en llegar volando hasta Tokio, elegimos el teletransporte. Al llegar a los treinta, todos hemos cometido ya suficientes errores como para empezar a pensar que el súper poder que necesitamos es el viaje temporal. Una y otra vez nos imaginamos cómo volvemos para cambiar aquello de lo que nos arrepentimos.
A partir de los cuarenta es el momento de dejarse de historias: el gran súper poder que de verdad queremos es la invulnerabilidad física.
Eso es lo que, de alguna forma, lleva buscando Alison Bechdel desde niña y en la última entrega de sus memorias gráficas, El secreto de la fuerza sobrehumana, nos cuenta por qué, a partir de cuándo y cómo se dedica a lograrlo. En el prólogo se dibuja a sí misma realizando una cantidad casi impensable de actividades físicas mientras nos va contando cómo se ha ido sumando a todas las modas del fitness de las seis décadas que ha vivido y nos hace una introducción a lo que van a ser los temas del libro: la motivación para hacer ejercicio, la repercusión que ha tenido en sus experiencias o la búsqueda de una conexión entre el cuerpo y la mente. Es una biografía en la que aborda cada década de su vida – desde los años sesenta hasta la década de los dos mil diez – a través del deporte que realizaba en cada época.
A pesar de que me lesiono sistemática y definitivamente con cada deporte que intento, me fascinan las personas que son capaces de hacer ejercicios duros y envidio esa energía, concentración y euforia que Murakami dice sentir al correr. Sin embargo, no creo que haya que sentir un especial interés por el deporte para disfrutar de este cómic. Bechdel aborda muchas cuestiones y va más allá de un mero análisis de la motivación para endurecer el cuerpo. Lo que ella cuenta es una búsqueda de toda una vida, la búsqueda de cierta trascendencia, de una forma de escapar del cuerpo a través de un dominio de sus funciones. Creo que no es difícil pensar que la idea de encontrar algo que nos ayude a entendernos y a profundizar en la existencia como tal, fuera de las circunstancias adversas que nos rodean, es una idea común a casi todos los seres humanos, deportistas o no. Ese sentimiento de romper nuestros límites, como cuando pasamos mucho tiempo sin dormir o leemos de una tacada un libro largo, esa sensación de formar parte de un todo más grande que podemos experimentar tal vez al borde de un lago, en una catedral gótica o en un concierto de heavy metal y que otras personas encuentran en el ejercicio y en la meditación.
Es importante recalcar que El secreto de la fuerza sobrehumana no es, de ninguna manera y a pesar de la presencia constante del yoga, la nutrición y el ejercicio, un libro de bienestar o auto ayuda. No hay que perder de vista que, sobre todo, se trata de sus memorias y a lo largo de cada década la vemos cambiar físicamente pero también la vemos crecer como persona, asumir su sexualidad y la política que conlleva su elección de vida y también equivocarse, fracasar y volver a tropezar con la misma piedra varias veces. Como ocurre en Fun Home – la maravillosa primera parte de su autobiografía gráfica, que recomiendo muchísimo -, también aquí la literatura tiene un papel fundamental y Bechdel intercala las anécdotas de su vida con momentos de la biografía de escritores que emprendieron una búsqueda parecida a la suya, como los trascendentalistas Emerson, Thoreau y Margaret Fuller, la poeta Adrienne Rich, Jack Kerouac y los hermanos Wordsworth junto con Coleridge. Es curioso como se ríe constantemente de sí misma – “¡Esta devoción por la forma física es para fascistas! Y yo soy feminista, por el amor de Dios” – y cómo, sin embargo, trata con respeto y seriedad a los otros escritores, incluso a Jack Kerouac, a pesar de reconocer que, por supuesto, no es más que un capullo misógino.
En cuanto al dibujo, destacan tanto las escenas muy dinámicas, en las que se nota el movimiento asociado a ese vigor que la autora describe como los momentos de contemplación en los que el paisaje ocupa una página completa y las revelaciones, que no siempre son respuestas, flotan en el aire.
Que el título no nos despiste. Estamos ante un libro, como todos los de Bechdel, que trata sobre los grandes temas. El miedo a la vulnerabilidad física que te lleva a practicar artes marciales, el activismo político, la sensación de terror y frustración que te embarga al darte cuenta de que la edad no te permite realizar las actividades que creías que te definían y, por supuesto, el gran tema por excelencia: el deseo de prolongar los años en los que merezca la pena vivir. Toda búsqueda existencial es, al fin y al cabo, huir de la idea de la muerte.
Trascender: estar o ir más allá de algo. Ciertamente, ese día corrí más allá de lo que pensaba. Pero superé algo más allá del límite físico. Los límites de mi propio ser parecían diluirse al fundirme con el aire húmedo de la tarde. ¿Lo había encontrado? ¡El secreto de la fuerza sobrehumana!
El secreto de la fuerza sobrehumana (Reservoir Books, 2021) |Alison Bechdel | Traducción de Rocío de la Maya | 245 págs. | 21.90€