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Todo sobre sí mismo

EDUARDO CRUZ ACILLONA | Volver a abrir una carpeta, ya casi olvidada, donde íbamos guardando nuestros textos, nuestros relatos, nuestros apuntes para la mejor novela del mundo, etc., siempre da cierto vértigo. Ahí, como en un álbum familiar de fotografías, se encuentran todos los unos que uno ha sido: el ingenuo, el valiente, el torpe, el ansioso, el soñador, el sesudo con infundadas ínfulas de ensayista… Y releer lo escrito puede llevarnos al humilde reconocimiento del gran tipo que fuimos, a la vergüenza ajena de no vernos reflejados en esos textos o la más sensata reflexión sobre el yo y las circunstancias, sean estas temporales o ambientales.

Hay, en ese sentido, quien opta por alimentar con sus textos el fuego de la chimenea o, en el mejor de los casos, reciclar el papel y utilizar la cara en blanco de cada folio para más prácticos menesteres como escribir la lista de la compra (ay, ese lujo de poema, titulado precisamente así, “La lista de la compra”, y que figura entre los primeros de ese magnífico poemario que firma Carlos Marzal y se titula Euforia)

Y hay también quien, tras la insistencia de su secretaria personal, vuelve a releerlos y a seleccionar un puñado de ellos para publicarlos. Y con la honestidad de hacerlo sin retoques ni reescrituras, tal y como los escribió el autor que era en cada época.

Este último es el caso de Pedro Almodóvar y su recién publicado El último sueño, un libro que se nos vende como una colección de relatos pero que es un crisol de textos variados donde caben, efectivamente, el relato de ficción, la confesión, la reflexión y el extracto robado a un presunto diario que, seguramente, jamás existió.

En la primera categoría, la del relato de ficción, la propuesta es variada, tanto en temática como en calidad. Así, “La visita”, que abre la colección de textos, nos remite a dos mundos muy significativos del director manchego: su educación en un colegio religioso y el travestismo (iba a escribir aquí “valga la redundancia”, pero me lo guardo para mejor ocasión). Aquí, y en el siguiente, “Demasiados cambios de género”, Almodóvar tira de recuerdos y nos retrotrae a algunas de sus películas más exitosas. Es cuando la referencia principal no es él mismo donde los textos flojean. A excepción de “La ceremonia del espejo”, que es una gran versión del personaje del conde Drácula pidiendo asilo y aislamiento en un convento perdido del mundo, nos encontramos con tres textos fallidos como adaptaciones de las historias de Juana la Loca (“Juana, la bella demente”) y Jesucristo en sus últimos días (“La redención”), por un lado, y el recurso de contar una vida en sentido inverso, comenzando por su fallecimiento y finalizando por su muerte en el útero de la madre (“Vida y muerte de Miguel”). Pero en el pódium de este apartado, nos encontramos con el excelente “Confesiones de una sex-symbol”, donde asistimos al nacimiento de ese personaje tan carismático como el propio autor (por algo será) que fue Patty Diphusa, acompañada por su amiga del alma Queti Pazzo y enfrentada a su archienemiga Fool Anna.

En otro orden de cosas, destaca, por su emotividad y por su sinceridad el texto que da nombre al libro, escrito el día que falleció su madre y donde Almodóvar desvela y detalla, a modo de agradecimiento final, cómo fue su madre quien, siendo él pequeño, le enseñó que la ficción es una piel que necesitamos que se nos pegue al cuerpo para hacernos la vida más feliz tanto a nosotros mismos como a los demás. Una lección magníficamente aprendida, sin duda.

Por su parte, “Amarga navidad”, título extraído de un disco de Chavela Vargas, conjuga con acierto sus propias cefaleas, angustias y migrañas, trasladadas en este caso a un personaje femenino, y su lado más guionista, al presentarnos un relato discontinuo estructurado en varias secuencias concretas, con saltos en el tiempo (elipsis y flashback)

Y es, precisamente, la cantante Chavela Vargas la protagonista de las reflexiones de “Adiós, volcán”, donde volvemos a descubrir al Almodóvar más intimista y más cercano. Y es en ese mismo tono confesional como vamos llegando al cierre del libro con los dos últimos textos, “Memoria de un día vacío” y “Una mala novela”, donde reflexiona en torno a su vida y a su manera de afrontar la escritura.

Es posible que el autor tenga razón cuando, en el prólogo, escribe que este libro “es una autobiografía fragmentada, incompleta y un poco críptica. Con todo, creo que el lector acabará obteniendo la máxima información de mí (…)”. Yo, personalmente, si quieren conocer al auténtico Pedro Almodóvar, les recomiendo no que vean sus películas, que sería lo tópico, sino que lean sus guiones. Unas y otros tienen que ver, claro, pero no son lo mismo.

El último sueño (Reservoir Books, 2023) | Pedro Almodóvar | 208 págs. | 19,90€

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