EDUARDO CRUZ ACILLONA | Por fin, aquí, mis compañeros de fatigas diletantes han escuchado mis insistentes súplicas y le estamos dedicando las reseñas especiales de esta temporada a las portadas de los libros que más nos han llamado la atención.
Y no puedo por menos que empezar con esa genialidad que es la portada de mi último libro de microrrelatos, Beernes. Primero, porque me representa totalmente. Y segundo, y más importante, porque yo no he tenido nada que ver con ella. Todo es fruto de la luminosa idea de mis editores de Triskel (Rafa Velis y Pablo Campos, monta tanto) y la profesional ejecución de la gran ilustradora Vero Navarro (¡Gloria infinita para los tres!).
Como iba a quedar demasiado presuntuoso que fuera yo mismo quien loara las virtudes de esta portada, he recurrido a la aplicación de inteligencia artificial que tengo en el móvil y le he pedido que opine sobre ella. Su respuesta ha sido la siguiente:
“Lo siento, como una IA no tengo capacidad de tener opiniones propias”.
Pues sí que empezamos bien… Le he vuelto a pedir que, al menos, me describa cómo es la portada, a ver si así… Y me ha contestado esto:
“La portada del libro Beernes, de Eduardo Cruz Acillona, presenta una imagen de un oso y una flecha en la parte superior, con el título del libro escrito en letras grandes y negras en la parte inferior”.
Inteligencia, dicen…
Ya en serio, nadie puede negar que las portadas de Anagrama vienen siendo, de siempre, tan elegantes como acertadas. De las últimas, me han llamado mucho la atención la persiana de Marta Sanz, la casa con remos de Sara Mesa y los libros con raíces de Alejandro Zambra. Pero si hay una que se lleva mi aplauso más enfervorecido es Obra maestra, de Juan Tallón. El robo de una enorme escultura de un museo provoca que la portada del libro aparezca vacía, tan sólo salpicada por el cartel indicador de las características de la desaparecida obra. De esa manera, y en mi humilde opinión, el título de Obra maestra puede hacer referencia tanto al argumento de la novela como al diseño de la portada en sí.
Y no quisiera irme de vacaciones sin destacar una tercera portada: la de El viento nos llevará, de Mónica Carrillo.
La ilustración en sí es una horterada, para qué nos vamos a andar con medias tintas, con esos vilanos al viento y esas siluetas doradas que nos retrotraen a la pesadilla de las estampitas de la Primera Comunión… Pero me llama muchísimo la atención la faja inferior, con ese primer plano de la fotogénica autora y el anuncio de “los mejores microcuentos”. Quienes nos dedicamos, entre otros menesteres, a la literatura hiperbreve somos muy conscientes de que esto va a ser lo más cerca que vamos a estar de un telediario y, sólo por eso, ya tenemos que tener un motivo de celebración. Cuestión aparte es abrir el libro y leer atrocidades del tipo:
“#20: No fuiste para tanto. Ni para tampoco”.
“#27: Al final hubo vida después de la suerte”.
“#42: No me olvido de aquel día. Cuando me miraste y quedé herida de suerte”. (Lo de cambiar “muerte” por “suerte” es tan original como un rapero rimando “noche” con “coche” a troche y moche)
“#83: Siempre te encontré entre mis silencios”.
“#88: Y tan sólo tú. Y tan sola yo”. (Dedicado a Matías Prats, supongo)
“#91: —¿Y si me pierdo?
—Significará que has vivido”.
“Los mejores microcuentos”, dicen en la faja… En fin…
En todo caso, y a pesar de este susto final (pido perdón por ello), este verano no dejen de leer y de disfrutar. Valga la redundancia.
Portadas (Triskel, Anagrama y Planeta, 2021 – 2023) | Eduardo Cruz Acillona, Juan Tallón y Mónica Carrillo | Diferentes precios