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Un valle (Inclán) de lágrimas

EDUARDO CRUZ ACILLONA | Llama la atención, antes incluso de abrir las páginas del libro, el título del mismo: Crisanta. Tan críptico, tan aséptico, tan anodino en comparación con los títulos de otras novelas anteriores a los que nos tiene acostumbrado el autor, tan barrocos (Antirresurrección), tan líricos (Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado), tan poéticos (El sonido de tu cabello), tan provocadores (La lluvia en la mazmorra), tan insinuadores (El humo en la botella). Incluso choca más si cabe cuando, una vez abierto el libro, nos topamos con un subtítulo (Una novela de fantasmas durante la Guerra Civil) y las tres partes de las que consta la novela (“La guerra y, en cambio, aquella mujer”, “Tinta invisible de los muertos”, y “Prométeme que no te quedarás a ese lado”), donde sí que nos encontramos al Juan Ramón Biedma que conocíamos y esperábamos.

Entonces, ¿qué o quién es Crisanta para merecer (cor)romper la ya tradicional línea estilística del autor y acaparar el protagonismo absoluto del título? Pues Crisanta es, precisamente, la protagonista indiscutible de la novela, una historia coral en la que los personajes secundarios hacen sobrados méritos para convertirse en protagonistas pero donde la fuerza arrolladora, la personalidad y el turbio pasado de Crisanta hacen que eclipse al resto a pesar de ser cooperadores necesarios del relato. Se entiende, ahora sí, que Crisanta presida por méritos propios el título de la historia. Una historia que transcurre en la convulsa Sevilla de 1936, en octubre, concretamente, cuando las batallas engordan la guerra a lo largo y ancho del país mientras la ciudad ejerce las funciones de retaguardia, alejada de bombas y carros de combate, una cotidianeidad sólo alterada por el toque de queda, la nocturnidad y el sanguinario libre albedrío de un asesino apellidado Queipo de Llano.

No se trata, ni mucho menos, de una novela sobre la Guerra Civil española. Pero ésta se convierte en personaje necesario para poder entender en su plenitud todo lo que el autor nos quiere contar a través de Crisanta, una “traficante” de arte que tiene la misión de recuperar un tríptico del siglo XVI de Jan Van Eyck, robado durante un saqueo en una iglesia de un pueblo de Huelva, para venderlo en el mercado negro del coleccionismo privado. En paralelo, los miembros de la Sociedad Mediúmnica de Sevilla, compuesta por un reducido número de miembros obsesionados con los fenómenos paranormales, ilusionados herederos de la tradición británica, se verán inmersos en la misión de desentrañar los escabrosos misterios en torno a una casa abandonada donde se suceden las desapariciones, las psicofonías y los movimientos de un ente, la casa, que pareciera con vida. Y, en tercer lugar, la frenética y estresante actividad que conllevan la represión y el fascismo (detenciones, torturas, encarcelamientos, fusilamientos, etc…) liderados por Díaz Mayordomo, brazo derecho de Queipo de Llano, un personaje sin filtros, abrupto, sádico, impenetrable e innegable merecedor de ostentar el puesto que ocupa. Estas tres sólidas columnas vienen a sustentar una historia global repleta de giros narrativos donde el esperpento y la acción se dan la mano, donde el horror y el honor transitan por las mismas oscuras avenidas y donde el espíritu de Valle Inclán y el de Chaves Nogales se tratan de tú en cada párrafo.

Como ya nos tiene acostumbrados Biedma, trátese de una novela desarrollada en la actualidad, en el sórdido Londres de finales del siglo XIX o, como es el caso, en la España bélica del 36, la ambientación y la contextualización son exquisitas. Se trata de un ejercicio de finura y precisión literaria el encaje de los acontecimientos históricos puestos al servicio de la trama de ficción. Un ejemplo perfecto de cómo una concreta y a la vez profusa documentación sobre un tiempo y un lugar determinados puede ponerse en manos de la imaginación no sólo no devorándola sino realzándola y dándole mayor verosimilitud a lo narrado.

Y una vez más, como también nos tiene acostumbrados, mucho nos tememos que ese enorme personaje que es Crisanta, como en sus anteriores obras lo fueron sus respectivos protagonistas, desaparecerá como lágrimas en la lluvia y su autor nos privará de disfrutar de una saga con ella de maestra de ceremonias. La buena noticia es que Juan Ramón Biedma, con su próxima novela, nos volverá a sorprender, nos volverá a deslumbrar y nos volverá a demostrar que estamos ante uno de los más grandes escritores de novela negra en Europa.

Crisanta (Alianza Editorial, 2023) | Juan Ramón Biedma | 440 págs. | 20,95€

admin

2 comentarios

  1. Que buena reseña ha hecho usted de Crisanta y qué acertados los comentarios acerca de su autor. Los tres ejes centrales de la novela, el arte que derrocha con su pluma en la contextualizacion histórica al servicio de la trama.
    Crisanta es un personaje muy rico que produce un especial interés desde el princiio de la novela. Es enigmático, fresco, atractivo e imprevisible que nos engancha al relato desde el minuto uno junto con el resto de personajes –yo no diría secundarios–que conforman un engranaje perfecto.
    Biedma es tan genuino y generoso que no hace sagas de sus personajes. En cada novela nos sorprende con su elegancia literaria para disfrute de quienes somos fieles lectores.
    Crisanta es una obra de arte literaria.

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