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Una falsificación

Tú y yo
Niccolò Ammaniti
Anagrama, 2012. Colección «Panorama de Narrativas»
ISBN: 978-84-339-3371-3
136 páginas
14,90 €
Traducción de Juan Manuel Salmerón
José Martínez Ros
Mi experiencia previa como lector de Niccolò Ammaniti, sin duda el escritor italiano de la última década de mayor proyección internacional, se reduce a una sola novela: No tengo miedo -que también fue adaptada al cine con éxito-, y que presentaba los que podríamos considerar como principales rasgos de su obra: una prosa minimalista, un protagonista infantil o adolescente desde cuya perspectiva se narra la historia, un escenario claustrofóbico, en aquel caso un pueblo del sur de Italia en el que había más de un -aterrador- secreto que revelar.

Ahora nos llega Tú y yo, una delgada novela -en realidad, teniendo en cuenta la generosa tipografía elegida por Anagrama, podríamos hablar incluso de un relato alargado- precedida de un enorme éxito internacional, coronado en esta ocasión con una nueva adaptación al cine, dirigida nada más y nada menos que por Bernardo Bertolucci, que permanecía alejado de las cámaras desde la sensual y esteticista Soñadores. De nuevo, nos encontramos con un narrador preadolescente, en este caso de una familia pija, ferozmente introvertido, que -incapaz de confesarle a sus padres una mentirijilla: se ha inventado que unos (inexistentes) amigos del instituto lo han invitado a pasar con ellos unos días- se recluye durante unos días, y a escondidas, en el sótano, en compañía de videojuegos, novelas de Stephen King y comida enlatada. De repente, para pasmo de este pequeño discípulo del Holden Caulfield de Salinger, aparece casi por abracadabra una medio hermana, Olivia. Y todo se lía.

Olivia es un personaje cuya existencia se ve amenaza desde un primer momento por un vendaval de tópicos sentimentales y neorrománticos: atormentada (por supuesto) y vitalista, pero con un lado oscuro -se droga, incluso se sugiere que se prostituye-, y bella como un ángel leonardesco. Obviamente, a través de su presencia, el joven Lorenzo se iniciará en algunos misterios vitales (aunque no esperen nada muy atrevido o incestuoso, es una novela para todos los públicos) y, más obviamente aún, tendrá mucho que ver con el lacrimógeno y/o trágico final que, al parecer, ha conmocionado corazones de medio mundo.

Ammaniti es un escritor astuto, pero eso no lo convierte de forma necesario en el gran escritor que nos presentan muchas reseñas extasiadas que califican de “relato perfecto” esta novelilla. Si lo comparamos, por ejemplo, con un libro que tal vez tenga algunos puntos en común (aunque los personajes sean algo mayores, adentrándose en la adultez en lugar de en la primera juventud), entre ellos un fenomenal éxito, Tokio Blues (Norwegian Wood) de Haruki Murakami lo apreciamos con mayor claridad. En ambas novelas, hay una escena importante que transcurre en un hospital, con el protagonista haciendo compañía a un moribundo: no tardamos en advertir la diferencia entre la auténtica sensibilidad y contención del japonés y el desparrame sentimentaloide del italiano.

Seguro que para muchos lectores Tú y yo será una experiencia literaria impactante y emotiva y quizás crean que mi juicio sea injusto. Pero, para ser totalmente sinceros, a mí me ha parecido muy floja y, peor aún, una falsificación: una obra que finge ser algo que nunca llegará a ser. No sé si Ammaniti leía a Stephen King, como su protagonista, en su adolescencia, pero, si hubiera sido el caso, podría haber aprendido unas cuantas cosas acerca de la narrativa del maestro del terror.

admin

5 comentarios

  1. Por si no me había explicado con claridad: esta novela no es excelente, es una mierda. Un cordial saludo.

  2. El señor Martínez Ros, esparciando su proverbial simpatía. Y su molestísima petulancia. Por lo demás, esta novela es, efectivamente, una mierda, y el puto Tokio Blues de Murakami, otra (puta) mierda. Así que en empate va a quedar la cosa. (Como ven, usurpo por unos instantes el tono de Juez Superior del amigo que firma la reseña, conocido también por sus maravillosos golpes de humor, ironía, prudencia y ternura).

    No siga agriándose usted, hombre. Que seguro que aún está a tiempo…

    Saludos,

    Carlos Ruda.

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