
LUIS ANTONIO SIERRA | Llegué tarde a Supersubmarina. Mientras la banda alcanzaba su apogeo, yo estaba inmerso en otros sonidos, otros ritmos, ajenos a la efervescencia musical que rodeaba al grupo de Baeza. A pesar de la cercanía geográfica en los orígenes y de los comentarios entusiastas que escuchaba en la radio o entre amigos, nunca presté la atención que merecían. Ahora, tras descubrir su música y adentrarme en Algo que sirva como luz, la biografía escrita por Fernando Navarro, no puedo evitar lamentar no haberlos escuchado antes. Sin duda, habría hecho lo posible por asistir a alguno de sus conciertos, por vivir en directo la energía que desprendían y que tanto se refleja en las grabaciones que han quedado como testimonio de su talento.
El libro de Navarro se presenta como una biografía periodística de Supersubmarina, una de esas narraciones que trascienden lo musical para convertirse en un relato humano profundamente conmovedor. La banda baezana emergió en la escena indie española con una frescura y una autenticidad que rápidamente les granjeó un lugar en el corazón de muchos seguidores. Su música era tan luminosa como las letras de sus canciones. Pero esa luz se apagó – queremos pensar que provisionalmente – un 14 de agosto de 2016. Volviendo de dar un concierto en el festival Medusa de Cullera el grupo sufrió un tremendo accidente de tráfico en el kilómetro 168 de la carretera N-322 a su paso por Úbeda, a apenas 10 kilómetros de Baeza. Un choque fronto-lateral entre el monovolumen de Supersubmarina y una furgoneta de reparto de pan marca un antes y un después en la historia de la banda y es el eje central del libro de Navarro.
Fernando Navarro, periodista y crítico musical, se enfrenta a la tarea de narrar la historia de ese grupo que se construyó desde la modestia en ese pequeño pueblo andaluz y que alcanzó cotas inesperadas de éxito. Pero también cuenta historias de amistad, de música, de lucha, así como de pérdida y de cómo seguir adelante cuando todo parece derrumbarse. Sin embargo, aunque la historia en sí es desgarradora y tiene un calado emocional enorme, la manera en que está escrita no siempre logra transmitir esa fuerza. Navarro parece querer dotar al libro de un tono literario que no siempre consigue enriquecer la narración. El uso de repeticiones innecesarias, de circunloquios que el lector no acaba de saber dónde lo quieren llevar o la presencia de ciertas asociaciones de ideas algo forzadas le restan por momentos cierta coherencia a un libro enmarcado por su naturaleza en el género del ensayo periodístico. A pesar de las pegas estilísticas que este reseñista encuentra, es imposible no conmoverse con la historia que se esconde detrás de las palabras.
Navarro sugiere que Supersubmarina subsiste, de momento y hasta que no vuelva el grupo a los escenarios (ojalá), en las grabaciones, en el recuerdo de sus seguidores y en los conciertos tributo que se organizan en distintos lugares de la geografía patria. Y, en cierto modo, es verdad: la música de la banda sigue viva, y su legado perdura. Pero no se puede evitar la sensación de que, más allá de eso, lo que queda es una historia trágica en tanto en cuanto la proyección de la banda se truncó hace casi una década y todavía sigue en un estado de pausa del que a corto plazo parece que no van a salir los de Baeza.
En definitiva, Algo que sirva como luz, aunque el estilo de Navarro no siempre acierta, es un libro que sirve como homenaje a una banda que, a pesar de su corta existencia, ha dejado una huella imborrable en la música española. Para quienes llegamos tarde a Supersubmarina, este libro es una oportunidad para acercarse a su legado y, quizás, para entender por qué tantas personas los llevan en el corazón.
Algo que sirva como luz. (Aguilar, 2024) | Fernando Navarro | 384 páginas | 19,90 euros.