José María Conget
Pre-textos, 2010
ISBN: 978-84-92913-37-4
174 páginas
15 euros
Juan Carlos Sierra
Este año 2010 la cofradía de los ‘congetianos’ está de enhorabuena, ya que en apenas tres meses se ha podido topar con dos títulos nuevos del escritor aragonés: Espectros, parpadeos y Shazam! – publicado por la editorial sevillana Point de lunettes-, un libro que recoge artículos dispersos aquí y allá sobre literatura, cine y comics –sus tres pasiones-, y La ciudad desplazada, un conjunto de cuentos auténticamente ‘made in’ José María Conget.
Este año 2010 la cofradía de los ‘congetianos’ está de enhorabuena, ya que en apenas tres meses se ha podido topar con dos títulos nuevos del escritor aragonés: Espectros, parpadeos y Shazam! – publicado por la editorial sevillana Point de lunettes-, un libro que recoge artículos dispersos aquí y allá sobre literatura, cine y comics –sus tres pasiones-, y La ciudad desplazada, un conjunto de cuentos auténticamente ‘made in’ José María Conget.
Quien conozca un poco la biografía de este escritor zaragozano sabrá que, tras su paso por algunas de las ciudades en las que uno siempre ha soñado vivir, es decir, Nueva York, Londres y París, dejó las maletas aparcadas en Sevilla; que el mismo año que se jubiló de su puesto como profesor de Secundaria sufrió un infarto, del que se encuentra felizmente recuperado; que, como ya se ha dicho antes, atesora una vasta cultura literaria, cinematográfica y de TBOs; que, aun habiendo dejado muy pronto su ciudad natal, Zaragoza, mantiene casa en su ciudad natal y una relación estrecha con algunos de sus paisanos –José Luis Borau, Ignacio Martínez de Pisón y todos los escritores del ‘maño-power’-.
Pues, bien, en cada uno de los relatos que componen La ciudad desplazada se pueden detectar todas estas circunstancias biográficas de José María Conget. Verbi gratia, ‘Despedida’ donde el protagonista guarda cama, temores y despedidas en la UCI por un infarto, ‘El cazador de libros’ en el que aparece la obsesión por la literatura desde “un rascacielos de Lexington Avenue con la calle 42”, ‘Fútbol antiguo’ que saca a la luz de la escritura nostalgias familiares zaragocistas, ‘Quillomamona’, que habla de un profesor de Secundaria a punto de jubilarse o ‘La ciudad desplazada’ que no es otra que Londres contemplada desde la distancia del tiempo y de la literatura.
Visto y dicho así, cualquiera podría concluir que estamos ante unos textos sin aparente interés literario y muy apetitosos para los amantes de los chismes sobre escritores. Sin embargo, quedarse en esta lectura superficial no solo perjudicaría al lector, sino que además estaríamos cometiendo una injusticia contra el autor y su obra.
Por encima o por debajo de lo eminentemente biográfico, que entiendo que no sirve más que de muleta donde apoyar el artificio literario, se encuentra lo que de verdad le interesa explicar a José María Conget. Se podía decir que a partir de la anécdota, más o menos cercana a la vida del autor, cada uno de los cuentos trata de poner sobre la mesa un perfil determinado, un matiz distinto de la condición humana cuando se enfrenta a una de sus emociones más determinantes, el amor. Pero entendiendo a éste en un sentido muy amplio: el viaje por las aduanas conflictivas entre el amor y la amistad –‘Variaciones sobre un tema’ o ‘Navarra-104’-, su capacidad para desbaratar otros amores, digamos, más literarios –‘El cazador de libros’-, sus relaciones con el azar –‘Encuentro casual en una estación de autobuses’-, sus intersecciones con la nostalgia –‘Fútbol antiguo’ e incluso ‘Despedida- o las caras insospechadas que nos presenta cuando menos lo esperamos –‘Quillomamona’-.
Y, por supuesto, el amor a la literatura, al juego de la ficción que baraja las cartas de lo real y de lo imaginado, de la vida y del sueño, como ocurre en el relato que le da título al libro –‘La ciudad desplazada-. Todo un aviso a navegantes o, más bien, para polizones chismosos de este libro.
¿Qué es verdad y qué es invención? ¿Dónde empieza el sueño y acaba la vida –o viceversa-? ¿Cuándo habla el Conget persona y cuándo el personaje? ¿Acaso la propia biografía no es una novela de una calidad literaria decepcionante?
Menos mal que en las manos de José María Conget estamos literariamente a salvo.
Te reconozco que no conocía a este escritor zaragozano, pero me has llamado mucho su atención con su obra… Ahora mismo estoy leyendo a un paisano suyo, Miguel Serrano Larraz, que es también muy recomendable…
Si no lo conoces aún, Fran, no te lo pierdas. Yo echaré un ojo a Serrano Larraz si me lo recomiendas. Bienvenido a Estado Crítico.