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La España inacabada

Lugares fuera de sitio

RAFAEL CASTAÑO | Al final de su leidísimo y fascinante ensayo La España vacía, Sergio del Molino critica «el cultivo de un idioma neutro que a veces suena a inglés traducido», tan de moda entre muchos de los jóvenes autores españoles contemporáneos. Del Molino dice lo que piensa, porque el suyo es un estilo carpetovetónico, de afijaciones castizas y símiles gastronómicos, colmado de ristras de adjetivos y sinónimos.

Puede serle chocante al lector de esta reseña que la comience con una reflexión sobre el lenguaje. Lo entendería, porque normalmente estos textos empiezan con una anécdota o, directamente, entrando en el melón del libro o de su autor. Pero es que echo de menos que se escriba más así, aunque aún, como un residuo tóxico de los años del NO-DO, este estilo suene en la voz de mi mente con el tonillo nasal y cantarín con el que se glosaban los logros del régimen en blanco y negro.

Tal vez mi inicio dé pie a otro desconcierto, porque esta crítica arranca con una cita de La España vacía. Lo explico: Lugares fuera de sitio –dicho por el señor del Molino– viene a ser la coda de aquel libro, o una continuación, o un sobrante muy vistoso, con el que el autor zaragozano-madrileño-valenciano ha confeccionado una deliciosa bilogía sobre España, nuestra España, escrita así, con posesivo noventayochista.

Si en la primera parte de esta exploración del Molino elaboraba un contundente cocido con referencias eminentemente históricas y literarias, en Lugares fuera de sitio la protagonista es la historia de nuestro país, ese mosaico de tribus, países e imperios previos, vinculada aquí a la geografía y a los modos alucinados y excéntricos con los que el pasado cristaliza en el presente.

Si antes partía de una inquietud que vertebra mil acercamientos posibles –la conciencia de habitar un país desgajado, ajeno a su memoria y, por tanto, a sí mismo–, en este último libro adopta una mirada mucho más deductiva. Parte de una idea muy sencilla –hablar de los enclaves y fronteras porosas de nuestra geografía– para estudiarlos, con mayor o menor profundidad, y tratar de hallar la explicación de su existencia y, especialmente, de su permanencia.

Si el anterior recibió el Premio de los Libreros de Madrid al Mejor Ensayo y el Premio Cálamo al Libro del Año, así como los elogios de autores como Marta Sanz, Andrés Barba, Antonio Muñoz Molina o Enric González, Lugares fuera de sitio se ha editado bajo la vitola del Premio Espasa de Ensayo, lo que deja un regustillo agridulce en comparación. Prefiero el recorrido del primero –edición y posterior reconocimiento– al del segundo.

Pese a no estar a la altura del primero, que es buenísimo, del Molino vende su repaso a la geografía delirante como una cura contra los nacionalismos, y consigue al menos entretenernos e instruirnos, que no es poco. Si en La España vacía se partía de una libertad azarosa e intuitiva que justificaba casi cualquier digresión, aquí se echa en falta una mayor regularidad, ya que el camino se demora en las primeras etapas, las de Gibraltar y el norte africano, para acelerar más tarde el paso, con lo que algunos capítulos resultan algo superfluos o descuidados.

Por otro lado, y a pesar de declararse a veces como un diletante al que debemos perdonarle algún inevitable gazapo, rechina a veces una mirada demasiado periodística, la de aquel que, por mucho abarcar, y como diría mi amigo Óscar Díaz, posee un océano de saberes de unos pocos centímetros de profundidad.

A pesar de estas carencias, que como digo no son de peso, Sergio del Molino vuelve a demostrar que es uno de los escritores con mejor dominio del español peninsular. Coincidí con él hace unos meses y comprobé que habla igual que escribe, lo cual es un don y a veces es también ligeramente latoso. Pero yo a la gente curiosa y erudita le perdono lo que haga falta.

Más hoy que hace unos años, el principal valor que puede extraérsele a estas páginas queda resumido en estas dos citas. Página 229: «Se juzga el aburrimiento como algo negativo e indeseable, cuando constituye uno de los grandes logros democráticos». Página 284: «Quienes creemos que a los nacionalismos disgregadores y etnicistas como el vasco y el catalán se puede oponer una idea de nación abierta y fuerte fundada en el principio liberal de igualdad, debemos esforzarnos por eliminar cualquier forma de marginalidad y cualquier sentimiento de exclusión». Contra irredentismos y desquiciados llamamientos, palabras así muestran el daño –y la reparación– que las propias palabras pueden tener en mapas y territorios, en los cuerpos. España es un cuerpo en eterna (des)composición.

Lugares fuera de sitio (Espasa, 2018) | Sergio del Molino | 312 páginas | 19,90 € | | Premio Espasa de Ensayo 2018

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