La torre herida por el rayo
Fernando Arrabal
Automática, 2012
ISBN: 978-84-1550-901-1
280 páginas
17 €
Premio Nadal 1982
José Martínez Ros
Fernando Arrabal es un ejemplo clásico de artista cuyos logros, en cierto modo, están opacados por su propia personalidad y su biografía, lo que no deja de ser manifiestamente injusto, ya que, sin duda, se trata de uno de los escritores españoles más relevantes a nivel mundial de la segunda mitad del siglo XX. Hijo de una oficial ejecutado por negarse a participar en el alzamiento contra la República (crimen que le ha obsesionado toda su vida); ganador a los nueve años de un concurso de “superdotados”; joven exiliado en París donde funda el Movimiento Pánico junto a Jodorowsky y Roland Topor; amigo de Raymond Queneau, Boris Vian, Joan Miró, Jean Genet, Darío Fo, Umberto Eco o Eugene Ionesco, con los que fundó la patafísica (la ciencia de las soluciones imaginarias, las formas inexactas, la incompetencia, las incongruencias y las excepciones) de la que continúa siendo uno de sus «sátrapas trascendentes”; condecorado con la Legión de Honor por Francia mientras el régimen franquista lo consideraba uno de los cinco exiliados más peligrosos cuyo regreso estaba terminantemente prohibido; y, por último, protagonista de uno de los momentos más excéntricos y descacharrantes de la historia de la televisión. Pintor, director de cine, grafómano (sus obras completas ocupan decenas y decenas de miles de páginas), autor del ‘best-seller’ mundial Carta a Franco (entre otras trece novelas), ensayista, poeta, compositor de óperas, lo que le dio la fama -y lo que está más vivo de su obra- es su teatro. Piezas como Carta de amor, El arquitecto y el emperador de Asiria, Fando y Lis y otras muchas que han sido llevadas una y otra vez a escenarios de todo el mundo.
Y, de repente, nos encontramos ante una de sus novelas, La torre herida por el rayo, publicada originalmente en 1982, ganadora del Premio Nadal, y reeditada ahora por Automática, una editorial joven y atrevida. ¿Qué podemos esperar? ¿Un texto surrealista, una confesión, una delirio barroco y prepotente al estilo de las incursiones en la narrativa de Dalí? Nada de eso: para nuestro asombro, simplemente se trata de una buena, y muy original, novela.
Arrabal, con una prosa tersa y perfecta, nos presenta a dos personajes, dos genios ajedrecistas enfrentados en el campeonato del mundo, el español Elías Tarsis y el francés Marc Amary. Ambos llevan a la espalda dos biografías tremebundas que evocan durante la partida decisiva. El dionisiaco y temperamental Tarsis ha sido, entre otras cosas, joyero, proxeneta y fraile; su oponente, el gélido Amary (que, además, tiene personalidad múltiple) nació en un retrete durante una recepción diplomática en la India, es un brillante científico y el líder de una célula estalinista que acaba de secuestrar a un miembro del Politburó soviético (lo que permite a Arrabal satirizar las ilusiones totalitarias de buena parte de la intelectualidad europea de la época). No esperen una lucha caballerosa.
Por supuesto, con semejante sinopsis llena de elementos góticos, folletinescos o puramente ‘pulp’ La torre herida por el rayo es sólo, en su superficie, realista y apenas oculta su condición de carnavalesca y brillante fantasmagoría, emparentada con la estética deformante del último Valle-Inclán o de Buñuel, quizás uno de sus referentes más obvios. Sus fabulosos personajes podrían haber sido sustituidos por Fu Manchú y el Doctor No, o por Magneto y el Joker o, incluso, los dos payasos asesinos de Balada triste de trompeta de Álex De la Iglesia. Como toda obra genuinamente innovadora, puede generar incomprensión, alarma, rechazo. Pero si el lector es capaz de entrar en su juego, La torre herida por el rayo resulta tan sorprendente como divertida.