LUIS ANTONIO SIERRA | Entre las funciones que tiene la literatura, una de ellas es la de explicar el mundo, lo cual sirve en ocasiones para que el propio autor-narrador regrese a esa realidad que dejó tiempo atrás, se recree en ella, la ficcione y logre, al igual que el lector de su obra, entender ese mundo por el que transitó. A veces, echar la vista atrás se hace desde un punto de vista de lo más íntimo – la autoficción de la que tanto se habla últimamente –, en otros momentos esa mirada se amplifica hacia un contexto más general, y también se puede dar el caso de mezclar ambas perspectivas. Hay quienes critican con dureza esta manera de entender la literatura argumentando que no puede ser calificada como tal ya que en estas obras lo que se hace es, simplemente, registrar casi a modo de diario las vivencias, recuerdos y experiencias del narrador y que la ficción – elemento clave en la concepción tradicional de lo que es una novela – brilla por su ausencia. Hay otros que rebaten este argumento dudando de la veracidad de los recuerdos ya que, entienden, estos son recreaciones del pasado que van evolucionando con el tiempo y, por lo tanto, dejando de ser un fiel reflejo de la realidad y pasando, por lo tanto, a ser otro tipo de creación de ficción bañada con una pátina de realidad, pero que las hace alejarse de la convención clásica de lo que es y no es ficción. Por otra parte, quienes defienden el valor literario de la autoficción entienden que, para hacer literatura de la buena, el creador tiene que saber de qué está hablando, es decir, ser un especialista, un dios del asunto; y ¿qué argumento es más conocido para cualquier narrador que sus propias experiencias vitales sobre las que, aparentemente, nadie sabe más que él?
En este marco de la autoficción – con matices – se sitúa la segunda novela de Uxue Alberdi, La trastienda. No nos sorprende que la bertsolari recurra a esta forma de narrar ya que, en cierta manera, sigue la línea de lo que hizo con su primera y maravillosa novela Janisjoplin. Y, la verdad, aunque pueda parecer repetitivo recurrir al mismo aparataje narrativo, si todo esto se hace con maestría, utilizando el lenguaje apropiado, dando espacio a cada personaje para explicarse y entenderse, y marcando el contexto histórico – muy importante también – con sus tiempos adecuados, el resultado es una novela que da gusto leer y que se disfruta desde la primera a la última página.
Como decíamos más arriba, la literatura nos puede ayudar a entender el mundo y La trastienda es un muy buen ejemplo de esto. La localización de la mercería-sastrería-librería-… que abren Izaskun y Marijo, las dos hermanas alrededor de las cuales gira la narración, nos traslada al País Vasco de las últimas cuatro décadas, en concreto a la localidad de Elgóibar, aunque podría ser cualquier mediana ciudad de la región. Estas hermanas también vienen a representar un hecho realmente histórico, esto es, la progresiva emancipación – ahora algunos lo llaman empoderamiento – femenina en un contexto tradicional y bastante conservador, y cómo a la sociedad española, en general, y a la sociedad vasca, en particular, no le ha quedado más remedio que ir asumiendo este hecho década tras década. Desde un punto de vista más material – en el sentido histórico e ideológico del término –, la tienda de las hermanas representa también un modo de vida, de organización socioeconómica y de cómo se entienden las ciudades y las relaciones personales – y comerciales –, modelo que se encuentra en vías de extinción. Alberdi, quizás desde la nostalgia, nos destaca fundamentalmente los aspectos positivos de esta manera de entender la vida. Nos recuerda el dicho de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Puede que en lo fundamental sea así, pero hay otros matices importantes que no podemos dejar pasar por alto y que el lector tendrá que valorar por sí mismo.
Finalmente, tendríamos que subrayar que, aparte de Izaskun y Marijo, por la novela desfilan otros personajes dignos de mencionar, de los cuales habría que destacar – tanto por su presencia como porque se trata de una novela con un eje familiar, al fin y al cabo – a los padres de ambas: él, fallecido hace bastante tiempo y personaje inspirador para ellas, y la madre, recientemente fallecida, reflejo de esa clase media baja aspiracionista que tanto abundó y sigue haciéndolo.
En definitiva, hay que leer La trastienda por muchas razones: como novela histórica, como alegato feminista, como retrato de una época que puede no volver jamás, etc. Son muchas novelas dentro de una novela y eso le da mucha más trascendencia a esta obra.
La trastienda. (Consonni, 2022) | Uxue Alberdi | Traducción de Arrate Hidalgo|180 páginas | 19,90 euros.