0

‘Be water, my friend’

244_RH29396.jpg

 

Esto es agua

David Foster Wallace

Literatura Random House, 2014

ISBN: 978-84-3972-939-6

144 páginas

9,90 €

Traducción de Javier Calvo Perales

 

 

Fran G. Matute

Me imagino que eso de ser extremadamente inteligente, en el sentido más cerebral del término, tiene que ser toda una tortura. No hay más que ver el caso de David Foster Wallace (en adelante, DFW). Pienso que solo si se vive en la inopia (cierta inopia, algo de inopia, no una inopia absoluta) puede uno subsistir en este mundo de forma equilibrada. Imaginen, por un instante, que disfrutan de un exceso de clarividencia: al contrario de lo que se pueda pensar, todo se vuelve mucho más complejo. La toma de decisiones, por ejemplo, se convierte en un drama por el abanico de opciones reales que se le despliega a uno ante los ojos. La mera autoconciencia de tus actos, de tu entorno, te hace más vulnerable si cabe, ya que todo será analizado y medido antes de su ejecución por temor a esa cosa imperdonable que para tu intelecto es el error. La acción se transforma prácticamente en un imposible, nos volveríamos inoperantes. Definitivamente, bajo estas circunstancias, hace falta un contrapeso para tirar para adelante, algo que nos ayude a relativizar el día a día, a hacerlo más cercano, más “humano”. En éstas estaba, creo yo, DFW cuando impartió su célebre conferencia Esto es agua en la ceremonia de graduación de la Universidad de Kenyon (Ohio) un 21 de mayo de 2005.

No debería tener nada de particular que un profesor de universidad como DFW pronuncie un discurso en un ámbito académico pero lo cierto es que esto solo lo hizo una vez, la tarde de autos, lo que otorga a este texto cierto grado de singularidad. Más allá de este detalle, ¿es muy relevante lo que dice DFW en Esto es agua? No, no lo creo. El propio DFW no para de negarse la mayor afirmando una y otra vez que todo lo que está contando es una perogrullada. Eso sí, también deja caer que en las perogrulladas suele haber grandes dosis de “verdad”, por lo que no por serlo deben ser desdeñadas así sin más. Dejémoslo entonces en que Esto es agua es, en primera instancia, un ejercicio ingenioso de ‘coaching’ (eso que está tan de moda ahora) para la vida, y que resulta ingenioso más que por lo que dice porque lo firma DFW que ya sabemos que era un cachondo. Pero también se puede decir que Esto es agua no es nada más, no trasciende, precisamente porque DFW adapta su contenido a la platea a la que se dirige, esto es, un buen puñado de recién licenciados que escuchan boquiabiertos lo que ese señor con un pañuelo en la cabeza les está contando acerca de unos peces que nadan y cuatro ideas sueltas más.

En esencia, de lo que habla DFW es de soportar la rutina, del aburrimiento que conlleva la vida laboral, del hecho de que estamos programados culturalmente hablando para creer que somos el centro del universo y que todo gira a nuestro alrededor, y que esta especie de preconfiguración que todos padecemos nos lleva a olvidar que, las más de las veces, podemos elegir hacer las cosas de otra manera y que ahí es donde reside la mayor de las libertades, quizás la única verdadera a la que uno pueda acceder. Y para ello tenemos que ser conscientes de que, como a los peces de su parábola, estamos rodeados de agua. Muy gestáltico todo, ¿verdad? Casi zen. Pero insisto, creo que lo importante del discurso no es el “mensaje” en sí sino el por qué DFW ha elegido hablar de ello a esos adultos en potencia. Tiene que ver con aprender a pensar, que es lo mismo que aprender a vivir. Tiene que ver con saber relativizar las cosas, con empatizar con quienes nos rodean. Tiene que ver, en último grado, “con llegar a los treinta años, o incluso a los cincuenta, sin querer pegarte un tiro en la cabeza” (página 136).

Qué distinto resulta leer esta conferencia sabiendo que DFW se suicidó a los tres años de pronunciarla. No os podéis ni imaginar el sentido -el doble sentido, de hecho- que cobra ahora cada una de sus frases. DFW fracasó estrepitosamente en su labor de mentor, no fue capaz de cumplir con ninguna de sus prescripciones, lo que convierte a Esto es agua en su texto más irónico, con diferencia. Puede que sea una obra menor si atendemos al conjunto de su producción, una curiosidad casi, pero lo cierto es que aquí se encuentran (sin pretenderlo) las palabras más tristes de cuantas ha firmado DFW en toda su carrera ya que ponen de manifiesto que, en su extremada inteligencia, el autor de La broma infinita fue tan consciente del agua que lo rodeaba que terminó ahogándose, sin remedio, en ella.

admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *