Impresionante documento encontrado por Sara Mesa en su viaje a 1955: un artículo de la revista neoyorquina Gossip & Fashion sobre Flannery O’Connor y la reciente publicación de su primer libro de cuentos: Un hombre bueno es difícil de encontrar. Aquí os lo entregamos traducido por nuestra estadista. ¿A que es divino?
SARA MESA | Chicas, esta semana traemos a nuestra sección de cultura a una escritora que seguro que ya os suena, porque la verdad es que se está haciendo súper famosa, ¡nosotras también la adoramos!
Se trata de la señorita Flannery O’Connor, de 30 años, que vive con su madre y que acaba de publicar una colección de cuentos titulada Un hombre bueno es difícil de encontrar. Al principio, una podría pensar que ese título hace referencia a su soltería -Flannery no se nos ha casado, ni se le conoce en esta redacción relación sentimental alguna-, pero no, parece más bien que se trata de una reflexión sobre la maldad humana. Casi nada.
Concertamos una entrevista con la señorita Flannery en su maravillosa granja de Milledvige, Georgia, que ella acepta encantada de colaborar con esta publicación. Nosotras ya habíamos leído hace tres años su novela Sangre sabia, y también algunos de sus cuentos publicados en Harper’s Bazaar, y ciertamente teníamos ganas de ver más de cerca a esta peculiar mujer que habla de personajes sombríos -vagabundos, alcohólicos, asesinos y pornógrafos-, verdaderos seres antisociales que pululan por los campos empobrecidos de su Georgia natal. Nos cuentan nuestras fuentes que la señorita Flannery es profundamente católica, así que no entendemos bien a qué viene su fijación por lo sórdido, como si no hubiese mejor América que la que ella describe. ¿Deforma Flannery la realidad por alguna razón personal? Teníamos que comprobarlo.
Al llegar nos recibe una mujer sencilla con pinta de bibliotecaria o de maestra de escuela, aunque lo que más nos impacta es verla apoyada en sus muletas, esperándonos en el porche. Su enfermedad, nos dice con una sonrisa afable, no le permite caminar sin ellas. Lupus, se llama esa afección (en nuestra sección médica podréis encontrar más información al respecto, junto con unos maravillosos remedios que os recomendamos contra esa diarrea tan inconveniente que a veces padecen nuestros pequeños). Flannery viste una blusa negra de seda sin mangas, falda midi y unos estupendos salones de color crema calzados para la ocasión, además de un precioso collar de perlas (que parecen auténticas) y que no podemos dejar de mirar con envidia durante toda la entrevista.
Tras servirnos una limonada bien fresca, nos sentamos a charlar todo lo tranquilamente que se puede, teniendo en cuenta que un buen número de pavos reales desfilan con arrogancia arriba y abajo de nosotras, chillando histéricamente. ¿Cómo se puede escribir con ese alboroto?, le preguntamos. Ella asegura adorar estas aves, así como los gansos y los patos, y recordando cómo escribe y, sobre todo, de qué escribe, nos damos cuenta de que su gusto por lo estrafalario está más acentuado de lo que habíamos previsto.
Hablamos en primer lugar del cuento que da título al volumen. ¿Por qué tenía que acabar así, sin esperanza? La viejita le dice al asesino que rece, ¿no es Dios suficiente para salvarla? Flannery alza las cejas. No es un mal hombre, dice. Dios también está dentro de él. Ella ama a todos sus personajes, incluso aunque cometan actos malvados. Dios está dentro de cada uno de nosotros, repite. A nosotras esta interpretación nos consuela, pero no la terminamos de entender del todo. Le decimos que cuando leemos sus cuentos no nos queda claro por qué los personajes hacen lo que hacen. Tampoco quiénes son los buenos y los malos, ni de qué lado debemos ponermos. Flannery sonríe con dulzura y nos dice que debemos aprender a leer de otro modo.
Hay otra cuestión que nos inquieta. ¿Por qué los personajes que aparecen en estos cuentos viven en la miseria y apenas saben expresarse bien? En muchos casos, tampoco parecen demasiado limpios, ni física ni moralmente. Aparecen muchos negros. Demasiados negros. Y tarados. Piernas ortopédicas, cosas de ésas. Nos da mucha pena la chica sordomuda de “La vida que salvéis puede ser la vuestra”. ¿Qué le pasa al final? ¿Se queda sola en ese motel de carretera? Flannery sacude la cabeza. Nos dice que hay una pista en el cuento. Que la busquemos. Algo sobre un chico que acaricia el cabello. Creemos entender que hay que leer con atención sus cuentos. Que cuida los detalles. Que insinúa las cosas -cosas terribles- y que refleja, dice, lo que ve. La vida en el sur es así, insiste, dura y pobre, no hay por qué sorprenderse tanto. También Faulkner nos habla de ello, ¿no? Sí, pero nosotras pensamos que Faulkner es un hombre, y eso es diferente. Quizá de una dama como Flannery -dulce y sonriente- se espera otra cosa, aunque hay que reconocer que escribe de maravilla.
Pero ahora… ¡las dos minisecciones más Gossip & Fashion de este artículo!
¿Qué pasa entre Flannery O’Connor y Carson McCullers? ¿Son ciertos los rumores de que no se tragan? ¿Habrán peleado a causa de un hombre? ¿O simplemente Flannery se muere de envidia por el gran éxito de su colega escritora, La balada del café triste, publicado ahora hace cuatro años? (Nos encanta la cadenita de Flannery, ¡y la camisa blanca de Carson tiene un cuello divino!)
Y hablando de Carson McCullers, no podemos evitar contar la otra gran novedad del momento. ¡Nuestra escritora es amiga íntima de la adorable Marilyn! Ambas están viviendo este año en el Gladstone Hotel de Nueva York, donde se las puede ver así de felices:
En cuanto al look de la señorita Flannery, aquí os dejamos algunas imágenes para dejar volar vuestra imaginación. Hay que reconocer que esta mujer -a la que le recomendamos, eso sí, un nuevo peinado- tiene sofisticación y estilo.
Querida Sara, ¡qué alegría que saques a relucir este artículo tan bonito y tan bien escrito y sobre todo con palabras que todos podemos entender!
Comentarte que vuestro blog debería ser más feminista, por ejemplo dejando que Mariluz de Alicante participará más.
Por otro lado, ya que sabes tanto de esa época tan bonita y seguro que tienes en casa más números atrasados de esa revista, ¿podrías decirme qué pasó con aquella «amistad» entre Truman Capote y su vecina la del ruiseñor? Me encantan los amoríos entre intelectuales, como John y Yoko o por ejemplo ahora Bargas-Llosa.
Yo estoy con «Sufridora en casa», necesitamos saber más de esas parejas del mundo de las letras, o del arte en general, que se vea que las mujeres también somos listas y capaces de ligarnos a un hombre listo si nos ponemos. Por cierto, espero que no te molestes, Sufridora, pero Bargas Llosa se escribe sin guión. A la tal Mariluz no la conozco, pero sin duda hacen falta por aquí más mujeres, a lo mejor se convierte en nuestra nueva mejor amiga. Os dejo, que mi marido está aquí al lado, corrigiendo exámenes.
El artículo en sí es bastante frívolo y superficial, nada que llame la atención si no fuera porque habla de la Flannery.
Me encanta tu desparpajo, Saramesa. A pesar de que no hay una mínima cita a la horchata en las novelas de Flannery O’Connor y Carson McCullers, las sigo con interés desde mi alicante natal, adonde llegan sus obras poco a poco. Estoy interesada en trabajar con vosotras. Mis especialidades (jijijijiji) son la alta sociedad levantina y los trapitos. Besos, chicas.