1

Biografía autorizada

portadamemorialMemorial de disidencias. Vida y obra de José Manuel Caballero Bonald

Julio Neira

Fundación José Manuel Lara, 2014

ISBN: 978-84-9682-456-0

622 páginas

25 €

Premio Antonio Domínguez Ortíz de Biografías 2014

 

 

Alejandro Luque

Acierta Julio Neira al aclarar, en las páginas liminares de este volumen, que no es su intención competir con las dos celebradas entregas de Caballero Bonald reunidas bajo el título La novela de la memoria, sino apuntalar, y corregir cuando proceda, lo narrado en ambos libros, confrontándolo con datos objetivos, no sometidos a los caprichos del recuerdo. En efecto, este Memorial de disidencias quiere ser una biografía en toda regla, autorizada, profesoral -por metódica y documentada, a veces también por árida- e indisimulablemente devota. 

Tampoco está entre los propósitos del biógrafo brindar revelaciones escandalosas ni desvelar secretos inconfesables. Se trata, por el contrario, de recorrer morosamente la andadura del escritor jerezano a través de sus múltiples mudanzas, de las ciudades que marcaron su peripecia vital (Jerez, Cádiz, Sevilla, Madrid, Palma de Mallorca, Bogotá…) y de las que recorrió como simple viajero de paso, de sus guerras perdidas y sus premios conquistados, sus militancias y sus frentes abiertos, sus afinidades y sus desavenencias. Todo lo desarrolla el profesor Neira con un estilo fluido -contagiado no pocas veces, como suele ocurrir en estos empeños, de genuina retórica bonaldiana- y alusiones a versos o fragmentos de la obra de Caballero traídos muy a propósito.

No le falta, desde luego, profundidad en la lectura ni meticulosidad al investigador. De hecho, estos elementos amenazan por momentos con lastrar la narración, por demorarse excesivamente en explicaciones innecesarias. Por ejemplo, después de contar el episodio infantil en que Caballero Bonald y un amigo empezaron jugando y acabaron “en una mutua y acelerada masturbación”, el biógrafo nos especifica:

«Se trata de la búsqueda de compañía en el trance de la iniciación sexual y es práctica bastante más frecuente de lo que suele confesarse por temor a que se dude de la propia virilidad, y que suele incorporar emulaciones competitivas, para las que las azoteas y descampados son buen campo de juego. En este caso, su vínculo amistoso duró lo que el curso, porque a la vuelta de vacaciones esa etapa del aprendizaje había sido superada.»

Bueno, tampoco hacía falta una incursión en la sociología y la psicología infantil para dejar claro que Pepe Caballero no es mariquita, y que si lo hubiera sido no se debería a aquella fugacísima amistad. Lo peor es que son siete líneas, casi las mismas que dedica, muy al final del libro, a destacar el papel que ha tenido en la vida del escritor su esposa, Pepa Ramis. Una figura absolutamente fundamental, que deberá esperar a otros biógrafos para lucir con el relieve que se merece.

Asimismo, el biógrafo pierde la oportunidad de rematar la última parte de su obra (precisamente la que escapa de los dos títulos autobiográficos antes citados) como debería: haciendo verdadero biografismo, entrevistando a los amigos supervivientes, a los parientes y al propio escritor. Por el contrario, inexplicablemente se limita a bucear en los archivos de la Fundación Caballero Bonald para hacer un recuento notarial de la actividad pública del jerezano, incluyendo todas las conferencias que ha dado y los jurados de los que ha formado parte en los últimos años. Lamento decir que son páginas y páginas casi ilegibles, y puedo decirlo porque me las he tragado una a una.

Por otro lado, si bien los pasajes más «escabrosos», por así decirlo, son tratados con pulcritud y elegancia -el romance con la mujer de Cela, su fracaso en la entrada en la RAE-, a ratos se echa de menos cierto relieve sutil que suelen dar las sombras, aunque sean las de algunos lamentables desencuentros. Que un escritor eluda entrar en esas tinieblas es a veces un ejercicio de prudencia y hasta de higiene personal. Que no entre un biógrafo, es negligencia.

Sea como fuere, la vida de Caballero Bonald queda ampliamente representada en este medio millar largo de páginas, y con ella la de quienes compartieron los difíciles años posteriores a la Guerra Civil y el pedregoso camino hacia la democracia. El jerezano encarna el espíritu de esa generación que supo afrontar mal que bien los traumas de aquella contienda, que halló en el alcohol un providencial analgésico, buscó en la noche espacios de libertad y tuvo el burdel como escuela sentimental. Una generación de poetas y narradores que, con toda su fama de holgazana y fiestera, trabajó muy duro para llevar el pan a casa, casi siempre respaldados por compañeras abnegadas e incondicionales que también merecerían alguna vez un homenaje.

José Manuel Caballero Bonald, que como pone de manifiesto el libro del profesor Neira no es solo un novelista de importancia capital en nuestro idioma y uno de los poetas más influyentes de su tiempo, sino también un notabilísimo productor discográfico, y un incansable divulgador del flamenco en épocas muy oscuras para este arte, y un modelo de intelectual alerta, comprometido con el mundo que le tocó vivir, tuvo el talento, la intuición, la coherencia, el tesón y la suerte, además de la imprescindible longevidad, para llegar adonde otros no alcanzaron. Sus galones se los ganó él solo, pero sus conquistas salvan en bloque, de algún modo, a toda una pléyade de memorables escritores, los del medio siglo español.

[Publicada en Mercurio y ampliada]

admin

Un comentario

  1. El párrafo extractado lo que demuestra es que el profesor Neira no ha visto Torrente… 😉

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *