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Biografía poética

JUAN CARLOS SIERRA | La Fundación Huerta de San Antonio de Úbeda (Jaén) se ha empeñado en sacar a la luz rarezas escondidas desde hace siglos detrás de una frondosa hiedra, bajo tierra o tras una falsa pared; a esto se añade su interés por desempolvar pequeños tesoros guardados desde hace años en un cajón o en un archivo olvidado de un ordenador. No se entienda esto en sentido figurado, en ninguno de los dos casos. Véase, si se le presenta la ocasión al lector, lo que está haciendo esta fundación en la antigua iglesia de San Lorenzo de Úbeda, lo que están removiendo sus miembros y colaboradores por aquellos cerros en favor de la cultura, de la agricultura (especialmente en la rama de la horticultura) e incluso del turismo.

            En cuanto a su labor arqueológica literaria, una de sus más recientes publicaciones en su colección Juancaballos de Poesía nos ha revelado a un desconocido Salvador Compán. Como todo el mundo cercano a la literatura sabrá, Compán atesora una extensa y sólida trayectoria como narrador de corta, media y larga distancia; quizá para el gran público aún resuenen los ecos de su Cuaderno de viaje, novela finalista del Premio Planeta en 2000. Pues bien, ahora se nos muestra al narrador en su cara más lírica, en esa faceta que todo escritor que desempeñe dignamente su profesión ha ejercido más o menos en secreto, pero que no siempre sale a la luz en forma de libro. En esta ocasión, sin embargo, el guante lanzado por Juancaballos lo ha recogido Salvador Compán en el libro Corazón sin sueño, un poemario extenso en páginas, pero sobre todo en vida.

            En el doble prólogo que encabeza la obra, el ahora poeta Compán explica su relación con el género lírico, entre otras muchas cosas. De esa lectura uno saca una intensa impresión de verdad, de estar ante un poeta autosilenciado voluntariamente por un respeto quizá excesivo hacia la poesía, una suerte de temor reverencial, como el del niño de primera comunión ante el pecado y el Dios que lo castiga, como el del que espera horrorizado los cachetes del cura en el confesionario por haberse saltado una misa para investigar en los misterios del cuerpo propio y ajeno. Quizá uno ya no teme, afortunadamente, las collejas del cura de alzacuello, pero sí los de esos otros sacerdotes del templo sagrado de la lírica que reparten sus bulas papales que dan acceso directo al Parnaso de los poetas; probablemente la edad haya disipado todos los miedos para bien; sobre todo, para bien de los que se acerquen a Corazón sin sueño.

            Lo cierto es que ese respeto también ha obrado positivamente en la práctica poética de Salvador Compán. Eso se nota sobre todo en el cuidado que pone el autor al elegir la forma, la estructura poética, el ritmo, las cadencias, las imágenes,… las palabras en definitiva, porque recordemos que en un buen poema cada palabra cuenta y pesa específicamente. Pero también existe ese mismo respeto en la lectura de la tradición poética que destilan los versos de Corazón sin sueño. Su lectura nos lleva a ratos, entre otros, a Miguel Hernández, a Kavafis, a Alberti –y no solamente en el poema que lo nombra-, a Blas de Otero, a Gabriel Celaya, pero sobre todo a cierto Lorca –muy marcadamente en el título elegido para el volumen, tan cercano a la ‘Ciudad sin sueño’ de Poeta en Nueva York– y por supuesto a Antonio Machado, al que Compán le rinde homenaje en el último poema ‘Biografía escrita sobre un mapa” y del que sale el título de esta biografía poética.

            En este sentido, llaman la atención los poemas, numerosos a lo largo del libro, que abordan el asunto de la construcción de la personalidad del yo poético, con sus cambios, sus viajes, las ciudades visitadas, los paisajes vividos, el amor, la pasión,… que han conformado al personaje poético de este libro y su voz. Esto desemboca también en número no despreciable de poemas que asientan otra faceta nada desdeñable de este yo poético, su posicionamiento político-social, su mirada alrededor, su compromiso político-poético. Se trata de una serie de poemas que tratan de alejarse acertada y prudentemente de lo panfletario y ponen sus versos al servicio del diálogo entre el yo y la colectividad, entre lo privado y lo público, en la incidencia esencial de lo social sobre la construcción individual.

            Muchos de los poemas de Corazón sin sueño se escriben, como casi todo, desde la memoria, mirando al pasado, con su dosis justa de elegía, porque cualquier tiempo pasado no fue necesariamente mejor –ni siquiera contra Franco-. Es de admirar esa lucidez especialmente en un poema que en este aspecto me parece fundamental, ‘Cordilleras del sentimiento’ (página 40), donde queda clara la postura de Compán al respecto, su tino, su capacidad para no dejarse embaucar, sus pies en la tierra a pesar de la invitación a volar de la memoria cuando se pone estupenda, especialmente en lo relativo a lo sentimental. Este plano se conjuga coherentemente con una mirada en presente continuo igual de lúcida, igual de limpiamente esclarecedora, sin concesiones, pero sin crueldades gratuitas. Así, por ejemplo, ‘Reescribir Sevilla’ (página 53).

            Esa sensibilidad, esa piel fina –en el mejor sentido de la expresión- para no caer en las trampas del pasado y del presente, es lo que pone en juego Salvador Compán en la cuarta parte de libro, titulada ‘Las horas’. En esta ocasión se trata de captar con el tacto, con el roce, con el gusto, con el olfato,…el paso del tiempo, el libe y silencioso girar de las horas, de los meses, de las estaciones. Algo así tan evocador y tan conmovedor no lo había leído –y sentido- desde La luz, de otra manera de Vicente Gallego, allá por el final de los años ochenta del siglo pasado.

            Finalmente, el poema que se revuelve sobre sí mismo, que se mira en el espejo, que se convierte en metapoesía o metaliteratura, también tiene cabida en Corazón sin sueño. Salvador Compán le dedica toda la parte final a este asunto bajo el nombre de ‘Ars longa’. En este apartado, llama poderosamente la atención el texto titulado ‘Poética’ en la página 127. Por un lado, se trata de toda una declaración de intenciones poéticas a la vez que un desnudo integral lírico y creativo. Pero, por otro lado –y quizás más interesante-, estamos ante el ejemplo –uno de los muchos- de la técnica compositiva prevalente en Salvador Compán. Todo un ejercicio de coherencia poética.

            En este poema, como en otros muchos de los que componen Corazón sin sueño, la metodología creativa arranca de una imagen bien elegida que extiende sus meandros a lo largo del poema de forma absolutamente coherente, sin dejar hilos sueltos al albur del azar, hasta alcanzar generalmente la categoría alegórica o, al menos, aproximándose mucho a ella.

            Corazón sin sueño es todo esto que he intentado describir, una biografía poética completa y compleja en versos de la mejor calidad, y otras muchas sorpresas más que dejo en manos del lector. Bienvenidos a una obra tapada por el tiempo dedicado a la narrativa que no desmerece en absoluto a esta.

Corazón sin sueño (Fundación Huerta de San Antonio. Juancaballos de Poesía, 2020) | Salvador Compán | 140 páginas | 12 euros.

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