Ayer no más
Andrés Trapiello
Destino, 2012. Colección «Áncora y Delfín»
ISBN: 978-84-233-2951-9
310 páginas
20 €
Juan Carlos Sierra
Por lo que había visto que se publicaba últimamente -la última novela de Javier Cercas o la penúltima de Rafael Reig, por ejemplo-, pensaba que las preocupaciones de la novela patria iban desplazándose lentamente desde la Guerra Civil hacia la Transición. Sin embargo, me temo que aún queda mucho que escribir sobre la contienda bélica y la posterior dictadura, como lo demuestran el ambicioso proyecto de Almudena Grandes, que arrancó con Inés y la alegría y continuó con El lector de Julio Verne, La noche de los tiempos de Antonio Muñoz Molina o esta última novela de Andrés Trapiello Ayer no más, por mencionar tan solo algunos títulos muy recientes.
No obstante, sí parece que está surgiendo en la narrativa que trata los años de la Guerra Civil y del franquismo, pero especialmente los del conflicto armado, la necesidad de contar la historia desde una perspectiva que evita el simplismo de buenos y malos, que huye de los relatos míticos, que hunde sus pies en aquella tierra ensangrentada y pone sobre el papel la complejidad de una situación difícil y las contradicciones de quienes se vieron obligados a tomar en muchas ocasiones sobre la marcha decisiones nada heroicas atendiendo a la pura y dura supervivencia.
Sin evitar la realidad ni quitar interesadamente puntos a algunas «íes», Ayer no más trata de situarse en esta tercera vía narrativa sobre la Guerra Civil a través del relato de la vuelta a León de su protagonista, José Pestaña, un prestigioso historiador especializado en la Guerra Civil, cuyos trabajos son, en general, muy valorados por el mundo académico universitario, pero no tanto por su familia, heredera directa de la España franquista.
El hecho que lo desencadena todo, apuntado desde el inicio del libro, es el encuentro casual en la Plaza de Santo Domingo de León de José Pestaña con su padre, antiguo y activo falangista durante y tras la Guerra Civil, y el hijo -ahora anciano- de un hombre en cuya muerte participó el padre de Pestaña en los primeros meses de la guerra. A partir de aquí, Andrés Trapiello desarrolla en diversas y bien entrelazadas ramificaciones -la familia, la facultad y sus tramas departamentales, la Memoria Histórica, el amor,…- una trama que atrapa desde el principio, pero que se va desinflando según avanza el relato, si bien a la altura de la «hartura» se produce un giro inesperado -muy cervantino- que vuelve a avivar la atención del lector.
Quien apueste por contar la multitud de matices de cualquier capítulo de la historia de la Guerra Civil para poner a cada personaje en su sitio y buscar la verdad, es decir, quien opte por el ensayo novelado o la novela «ensayada» -con perdón de la expresión- asume unos riesgos altos, pues todo -lo documental y lo ficcional- hay que enlazarlo suavemente al relato general para evitar que chirríen o colisionen los géneros. En manos de Trapiello suele estar bien engrasado el mecanismo, pero a veces saltan los piñones del engranaje según se van acumulando datos sobre la narración, según empieza a ganar terreno lo ensayístico sobre lo narrativo. Y, en consecuencia, el interés del relato para el lector puede ir desdibujándose.
No obstante, como ya se ha apuntado, el giro final, el truco de birlibirloque cervantino, salva la pendiente -suave, pero cuesta abajo- en la que estaba entrando el libro. El juego con los planos de lo estrictamente ficcional y la vida real, la confusión o perplejidad que esto produce en el lector, la reivindicación de la novela como sostenedora única de la verdad -“Hemos convertido los libros de Historia en una ficción, y ahora hemos de recurrir a la ficción para contar la historia” (página 278)-, no solo remontan la novela de Trapiello, sino que quizá le proporcionan todo su sentido. Porque cuando se ha cerrado el libro, sobre el lector queda flotando la pregunta de si en el fondo realmente la intención de su autor era reivindicar la verdad sobre todo lo que atañe a la Guerra Civil, por encima de intereses espurios o ingenuidades, o si hay algo más.
Pues sí, hay algo más. Muy probablemente la Guerra Civil sea solo la excusa para abordar algo que sobrepasa la historia de un país y toca a cualquier lector: la búsqueda de la identidad de un personaje desubicado -en la novela un tal José Pestaña, pero en la vida cualquiera de nosotros- y la de un género en vías de desubicación también, la novela. En definitiva, la pregunta que nos persigue allá donde vamos: ¿quiénes somos?, pero a la que hay que responder sin olvidar cuál es nuestra historia, hacia dónde nos encamina y, ya que estamos tratándolo desde lo literario, cómo lo contamos.
Todo eso, con algún altibajo, en las 310 páginas de Ayer no más de Andrés Trapiello. ¿Alguien da más?