0

Calcetín mojado

PROMOCIÓN_PORTADA-226x300

La promoción del 49

Don Carpenter

Gallo Nero, 2013

ISBN: 978-84-941087-3-0

168 páginas

17 €

Traducción de Regina López

 

 

 

Fran G. Matute

Confieso que voy por ahí diciendo que lo mejor que he leído en los últimos años es Dura la lluvia que cae (1966) de Don Carpenter, rescatada por la editorial Duomo en 2012. Esperaba, por tanto, con ansias seguir indagando en la obra de este ignoto autor norteamericano que, según rezan las solapas, dejó publicadas antes de su suicidio una decena de novelas y varias colecciones de cuentos. Pero lo que no me podía imaginar es que lo siguiente que se iba a poder leer de Carpenter en este país fuera algo como La promoción del 49 (1985): un libro a todas luces menor en el que no he sido capaz de encontrar el más mínimo destello, el más mínimo atisbo no ya de grandeza sino de interés humano.

Creo que, más allá de las eventuales flaquezas literarias (que a mi juicio las tiene), lo que más daño hace a esta obra de Carpenter son las odiosas comparaciones. El retrato generacional es ya casi un género en sí mismo que suele salir victorioso siempre y cuando uno logre simpatizar con los personajes. Pero la inapetencia con la que he ido pasando las páginas de esta novela por escenas debe mucho, me temo, a ese no sentir nada por nada de lo que ocurría en el texto ni por nadie que apareciese en él. Hay que tener mucho cuidado con eso de la cotidianidad porque la línea entre la fascinación por lo común y el aburrimiento tiende a ser muy fina. Narrar con épica el día a día de la clase media es un ejercicio delicado que no está al alcance de todo el mundo. Para sacarle jugo a las anécdotas más mundanas (y manidas) de un grupo de jóvenes que comienza a enfrentarse al mundo exterior hay que poner mucho músculo en la prosa, hay que saber indagar en sus psicologías o realizar un retrato sublime del lugar y de la época en la que se mueven. Por eso el esquema funciona divinamente en La última película (1966) de Larry McMurtry o en The Wanderers (1975) de Richard Price, pero no en La promoción del 49, que carece de todo lo anterior.

Es probable que la Portland de 1949 no sea tan atractiva como la Texas rural de principios de los ‘50 o el Nueva York de los primeros ’60. También puede ser que la historia (esa primera generación de jóvenes americanos que se abrió camino en el ‘aftermath’ de la Segunda Guerra Mundial) haya sido tantas veces contada que solo vista desde los ángulos más retorcidos nos puede llamar ya la atención. Quizás el hecho de ser una narración construida a base de relatos no ayude mucho a dar coherencia interna al fresco vital que Carpenter parece querer aquí pintar. Busco, sin duda, excusas tontas para justificar el fracaso. Me cuesta creer que alguien capaz de escribir una obra tan maestra como Dura la lluvia que cae se conforme con ofrecer un texto cuyo único momento de brillo se encuentra en el relato de ese pobre chiquillo que ve destrozada su reputación por un rumor de instituto; a saber, que se la toca con la mano enfundada en un calcetín. Vistos los antecedentes, no quiero ni pensar qué habrá usado Don Carpenter para escribir esta insipidísima novela.

admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *