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Cervantes encadenado

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Misterioso asesinato en casa de Cervantes

Juan Eslava Galán

Espasa, 2015

ISBN: 978-84-670-4396-9

288 páginas

19,90 €

Premio Primavera de Novela 2015

 

 

Alejandro Luque

El ‘boom’ de la novela histórica en España desde los años 90 se debió quizá a un equívoco: se creyó que era fácil escribirla. Cientos de autores, profesionales ‘amateurs’, se lanzaron a probar fortuna convencidos de que no hay nada más chupado que acudir a las fuentes y abrevar en ellas. Bastaba tomar de aquí y de allá vestuarios, escenografías y un poco de léxico de época, enfocar mal que bien el contexto y meter un poco de acción, o de amor, o de intriga, para que el plato estuviera servido.

Eslava Galán, fiel al género que lo consagró en 1987 con En busca del unicornio, ha seguido recordándonos que no basta con poner a calentar todos los ingredientes juntos. Que esto requiere amor, sabiduría y paciencia. Y lo hace predicando con el ejemplo; no en vano firmó también un curioso tratado titulado Cocina sin tonterías. En su última novela, este Misterioso asesinato en casa de Cervantes que le valió el premio Primavera, tonterías las justas: el padre del Quijote es personaje principal, como lo fuera en otra novela suya, El comedido hidalgo. Pero esta vez se propone redoblar la apuesta.

El argumento gira en torno al asesinato, basado en hechos reales, de un tal Gaspar de Ezpeleta, cuya autoría es atribuida a Cervantes y supone la cárcel para él y para las mujeres de su casa, conocidas como las Cervantas. La Duquesa de Arjona, admiradora de su obra, pide a Dorotea de Osuna que viaje a Valladolid para descubrir quién cometió el crimen y por qué se acusó injustamente al escritor. Sin ánimo destripar la trama, podemos decir que el caso parece resuelto en la primera mitad del libro, pero da para mucho más.

Eslava sabe llevarnos de la atmósfera ‘noir’ a la inmersión histórica, viajando a una deprimente España llena de injusticia y desigualdad. Lo mejor de esta narración, no obstante, es su poderosísima sensación de vigencia: “Nunca el mundo ha estado peor que ahora; más codicioso, más deshonesto, más loco y altivo. Nunca los señores han sido más disolutos; los caballeros más cobardes y aun sin honra; nunca los ricos más crueles y avaros; los mercaderes más tramposos; los clérigos más perdidos; los frailes más derramados; las mujeres más libres y desvergonzadas; los hijos más desobedientes; los padres más remisos; los amos más insufribles; los criados más infieles; los hombres todos más impacientes y enemigos que los toquen ni aun los amarguen con la reprensión. ¿Y los predicadores? Los predicadores no somos mejores: vivimos en sana paz, estimados, queridos, regalados, ofrendados… nadie nos quiere mal, todos nos ponen sobre la cabeza. ¿Por qué tanto acatamiento? Porque no hacemos el deber, porque no damos herida ni sacamos sangre…” Eso lamenta uno de los personajes como si fuera un parroquiano de cualquier café de hoy día, mientras que Cervantes, como tantos colegas suyos del siglo XXI, se lamenta de su suerte y se pregunta si vale la pena afanarse en su oficio de escritor. Pero sobre todo se antoja de la máxima actualidad la irrenunciable, desafiante libertad de las Cervantas, mujeres que defienden su independencia de una sociedad opresiva e hipócrita. El hecho de que la detective y su mecenas sean también féminas tampoco parece un detalle casual.

Aunque hasta a los mejores chefs se le queda algún trozo de avecrem sin disolver (léase, algunos diálogos claramente orientados a contextualizar históricamente, y por lo tanto un poco faltos de naturalidad) la habilidad en la confección de la trama, el equilibrio entre un lenguaje coherente con su tiempo y una imprescindible agilidad, sumada al conocimiento profundo de las claves del Siglo de Oro, permiten que ese cocinero que es Juan Eslava Galán, ganador de casi todos los premios literarios, empiece ya aspirar directamente a una estrella Michelín.

[Publicado en Mercurio y ampliado]

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