La vida alrededor (Cuentos de cine)
VV. AA.
Zut, 2013
ISBN: 978-84-616-3074-5
220 páginas
15 €
Edición de Miguel Ángel Oeste
Prólogo de Antonio Garrido
Fran G. Matute
Toda colección de relatos compuesta por varias voces debe enfrentarse inexorablemente al mismo dilema: el de su coherencia interna. En el caso de La vida alrededor diríamos que ese es casi su único objetivo, pues la solvencia de los autores que componen esta edición está mas que asegurada. Todos los relatos aquí incluidos son válidos desde el punto de vista literario (bueno, menos uno), están bien escritos, son sugerentes, pero vistos en su conjunto no siempre parten de las mismas premisas. Y tenía uno la sensación, tras la lectura de la presentación que hace Miguel Ángel Oeste (editor de esta edición), de que las coordenadas eran claras: estos cuentos de cine debían retratar, desde la ficción, los recuerdos autobiográficos que los autores eligieran siempre que pusieran de manifiesto el impacto que tuvo el cine en sus vidas.
Así que, si damos por buena la anterior afirmación, nos topamos con que en La vida alrededor los “grandes nombres” han hecho lo que les ha dado la gana. Por ejemplo, ahí tenemos a Juan Bonilla con su “Tú sigue por donde vas que no vas a ninguna parte”, que es pura ficción (sólo que no es cinematográfica, salvo que lo que esté pretendiendo Bonilla sea homenajear películas del tipo De tal astilla… tal palo) pero que contiene cero elementos de realidad (esto, más que una aseveración, es algo que espero de corazón que sea así, porque si no la próxima vez que vea a Bonilla por la calle me va a dar mucho miedo cruzármelo).
La otra modalidad es la de pasarse la ficción por el forro, como hace Marcos Giralt Torrente que nos cuenta la historia de su estrafalaria tía Carmen a la que le gustaban las películas (¿y?) en una especie de apéndice familiar de su laureado Tiempo de vida y cuya única relación con el cine podría decirse que pasa por reconocer que la tía Carmen era verdaderamente un personaje y que tuvo una vida de película.
Luego está Ignacio Martínez de Pisón que en sus “Mayores con reparos” sí que aborda desde un punto de vista autobiográfico una sentida historia relacionada con el cine, con el hecho de crecer en la Zaragoza de Buñuelcon el que se establecerá una curiosa relación de admiración en la distancia y la ensoñación. No obstante lo anterior, y ya que estamos en modo tiquismiquis, también hemos echado en falta en el relato de Martínez de Pisón, al igual que en el de Marquitos, esa conexión con la ficción, esa que da al cine toda su razón de ser y fundamental para conformar ese género al que llamamos “relato”.
Sí que se presenta más atinado, al menos se permite la osadía de tocar todas las cuerdas que se requerían en primera instancia para formar parte de esta colección de cuentos de cine, José Antonio Garriga Vela con “El juego del ahorcado”, en un profundo homenaje a esa figura seminal que todos hemos tenido, de una forma u otra, y que es la que te enseña a amar el cine para siempre.Y sobre el inofensivo texto de Ángeles Caso, la verdad es que me cuesta mucho poder comentar algo.
Muchas menos pegas podemos poner a las nuevas generaciones. Será que el ego o el valor del tiempo no se les ha subido todavía a la cabeza, pero los relatos de José Ángel Barrueco, Sara Mesa y Carlos Pardoson, en nuestra humilde opinión, los más atinados, al menos desde el punto de vista de la coherencia intrínseca de esta obra, pues todos ellos aúnan con gran equilibrio las experiencias cinematográficas con los elementos autobiográficos y de ficción que requiere el texto.
En el caso de Barrueco, reconocido cinéfilo empedernido, su relato “El reino de las arañas” se presenta como una historia evocadora que remite, por un lado, a esa pasión desmedida por el cine que padecemos algunos, en virtud de la cual la verborrea del ‘connosieur’ viene a poner de manifiesto una visión del mundo que confunde realidad y ficción, haciendo que el cine (la ficción), sus frases, sus escenas, formen parte de tu vida con la misma fuerza e impacto que el día a día (la realidad). Y en estos sentimientos encontrados, Barrueco recupera un romance inadvertido de juventud que cuajará -o no- gracias a la pasión por las películas.
De “La niña que vio Los Gremlins con 35 años”, duro pero enternecedor relato sobre una chica aparentemente sin infancia, escrito por nuestra estadista Sara Mesa, no vamos a decir nada para evitar suspicacias corporativistas y/o de otra índole. Si acaso aportar una advertencia: eviten alimentar a la escritora pasada la medianoche…
No deja de resultar curioso que el relato que cierra La vida alrededor, escrito por Carlos Pardo y titulado “Dandis”, haya terminado resultando el más memorable. Se trata, a nuestro parecer, del texto que mejor integra cine y vida de la colección, en una narración brillantemente escrita con destellos de humor soterrado y cierta visión irónica (como ese hallazgo verbal que es enfrentar la “capa y espada” con la “gabardina y maletín”) propia del hecho de que un joven mileurista pretenda ser un ‘dandy’ en los tiempos que corren. Carlos Pardo es, por tanto, el encargado de poner el gran letrero de “FIN” a esta entretenida pero desigual película de nueve rollos.
Pero vosotros, lectores, que sois de esos cinéfilos que se quedan en la sala hasta que terminan los títulos de crédito, para vosotros os dejo el comentario del relato de Ángel Castro, el más original de todos, y en el que hemos encontrado las mejores reflexiones sobre el cine y la vida, sobre la ficción y la realidad. Disfrazada de última conferencia escrita por un ficticio director de cine español que alcanzará la fama mundial una vez fallecido en accidente -en uno de esos giros del destino tan cinematográficos-, Castro propone una especie de juego metaliterario (un ‘fake’ en términos cinéfilos) a través del cual se explica que el cine es “un sueño prestado, un sueño al revés, porque entras despierto y vives lo que no tienes sin tener que dormir. De la vida entras al sueño y no despiertas de él a la vida” e introduce ese concepto que nos ha encantado, el cine como “colección de desengaños” que es justamente lo que ofrece La vida alrededor: desengaños cinéfilos escritos por autores desengañados que producen, a su vez, (algunos) desengaños en el lector.
Me encanta cuando se pone usted en modo tiquismiquis.
Como si supiera además lo que es eso… 😉