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Crimen de no ficción

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Medianoche en Pekín

Paul French

Plataforma, 2014

ISBN: 978-84-15880-95-0

296 páginas

18 €

Traducción de Ricard Vela

 

 

José Martínez Ros

En 1937 China es un lugar muy peligroso. Desde la caída del milenio imperio y la proclamación de la República, gran parte del país ha caído en la anarquía. Señores de la guerra, poco más que bandidos con pequeños ejércitos privados, controlan vastas regiones. Al sur, los nacionalistas de Chiang Kai-Shek tratan de reunificar China, enfrentados en una interminable Guerra Civil con los comunistas. Y desde el norte, llega una creciente amenaza: los invasores japoneses que construyen su nuevo imperio asiático a sangre y fuego. Pero hay rincones de calma. El barrio diplomático de Pekín, la antigua capital, la actual Beijing, célebre por la película 55 días en Pekín, es, aparentemente, uno de ellos: allí una pequeña minoría de occidentales disfrutan de un elevado nivel de vida y una seguridad casi absoluta. Y de repente, tiene lugar un crimen atroz. El cuerpo de una adolescente inglesa es encontrado al pie de un viejo monumento, La torre del zorro, que según viejas leyendas se encuentra encantado. Ha sido torturada y violada y, además, sus asesinos le han arrancando el corazón. Esto no es el inicio de una novela policíaca de ambientación exótica. Esto sucedió en la realidad. Y un veterano corresponsal en China, el británico Paul French, nos lo relata en un libro de no ficción, Medianoche en Pekín.

La víctima se llamaba Pamela Werner. Su padre era un respetado diplomático y sinólogo, de carácter solitario y una excepción entre sus vecinos, porque estaba verdaderamente interesado en la milenaria civilización china, de la que era un conocido experto. La mayor parte de los europeos, según nos relata French, eran o aburridos diplomáticos que trataban de mantenerse alejados de las vicisitudes de los nativos y reproducir a pequeña escala las condiciones de vida de su patria o aventureros sin escrúpulos. El padre de Pamela también era un hombre en el que se había cebado la mala suerte. Había perdido a su familia muy pronto. Su esposa, una mujer vital y deportista, había muerto de una extraña, inesperada, enfermedad, cuando acababan de adoptar a una niña… a Pamela. Y tras criarla solo, en un país ajeno, ella también desaparecía.

Pronto se inició una investigación, en la que colaboró tanto la policía china como la británica. Las pistas parecían dirigirla hacia un barrio de mala fama situado en las cercanías de las mansiones de los diplomáticos extranjeros. Un laberinto de tenebrosos callejones lleno de burdeles, bares y fumaderos de opio, donde se codean proxenetas, prostitutas, matones y drogadictos locales, junto a gángsters rusos, coreanos y japoneses. Es donde los residentes occidentales para satisfacer sus apetitos más oscuros y secretos. Y los primeros, contradictorios, testimonios parecen atestiguar que había “blancos” implicados. Pero entonces intervienen los autoridades. Obligan a la policía a retroceder. No puede ser que miembros de la comunidad blanca sean los culpables de un hecho tan horrible. Deben haber sido los chinos, creen (o quieren creer). Tiene que haber sido un asesino solitario. No puede haber una conspiración. ¿0 sí?

French, un avezado periodista, consigue que el lector se adentre mentalmente en un universo cruel y malsano, en el que, sorprendentemente, los elementos más siniestros se ocultan entre los sofisticados y civilizados extranjeros que ignoran –o tratan de ignorar- las penurias y estragos de la Guerra Civil y la invasión japonesa (más bien, se diría que aprovechan la situación de desgobierno del país para cumplir sus deseos más tétricos e inconfesables). También realiza un eficaz retrato de un hombre normal, aunque con ciertas cualidades excepcionales, el erudito Werner, el padre de la víctima, que ante la desidia de la investigación oficial, emprendió una caza privada de los asesinos que casi le lleva hasta la verdad… sólo lo impidió la caída de la ciudad en manos japonesas, que vino acompañada de desordenes y brutales represalias contra la población civil. Medianoche en Pekín es una lectura adictiva, bien escrita y terrible. Una historia real que engancha como una novela.

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